Huida
Juan Martínez Reyes – Perú
Pedaleó sin rumbo tratando de huir de la avalancha. Detrás de sí una inmensa ola blanca lo seguía. Cuando se detuvo, se encontraba en otro mundo
Doble caldo
Rubén García García – México
Asistí a mi propio velorio y escondido entre las coronas de flores veía a mis deudos; curiosamente mi esposa no estaba entre ellos. Recorrí los pasillos de la vetusta casa y de los muros salieron unas manos que me ahorcaron; desesperado intenté zafarme tratando de romper el abrazo; mis dedos rodearon sus nudillos y reconocí la protuberancia del anillo; el que le regalé, una noche antes de que la sepultara con su amante.
Virus subversivo
Biyú Suárez –Bolivia
¡Y me trató como a una bacteria! Contaba sus penas el virus enamorado.
Día libre
Manuela Vicente Fernández – España
Doña Asunción quiere ir siempre con el mismo taxista. Guarda su número en la cartera, junto al carnet de identidad y la cartilla del seguro. Muchas veces lo llama con la excusa de ir al médico, y él le pregunta a qué hora tiene que estar en el centro de salud. A la hora que puedas, hijo –contesta ella–. Ya sabes, tengo el día entero para mí.
La cena
Armando Alanís – México
Después de cenar, mamá caníbal anunció a sus pequeños hijos que se habían quedado sin padre.
Alebrijes
Lester F. Ballester – Cuba
La noche se ha vuelto fúnebre y temerosa. Bajo un recuerdo de siglos dispersos, camino por la jungla sabiéndome perdido, desando los senderos, sintiendo la hierba en mis pies descalzos. Entre la espesura del tiempo, veo a un jaguar colorido, una iguana con alas y un gallo sin cresta que me llevan a un prado con cielo, a un amanecer con Luna. Mi nave está deshecha. Me he vuelto un astronauta perdido, un marciano a la fuerza.