Falta de intimidad
Sara Coca – España
Nos acechan a diario. Buscan cualquier resquicio por donde asomarse para observarnos. Aunque nunca los vemos, ese olor inconfundible los delata. Pisadas de plomo y suspiros de hielo.
Sienten admiración, susurra mi marido. Y como le gusta ser objeto de atención sonríe sin dejar de posar para ellos. Yo, sin embargo, hubiera preferido un sarcófago para mí sola.
Atlanmonium
Jesús Lazcano – Bolivia
Atlanmonium, es el país sin religiones, sin dioses, sin cadenas, sin banderas, es el país de los locos, es el país de mis fantasías y yo vivo en él, pero la gente no vive aquí.
Fidelidad
Amalia Cordero – Cuba
Mudé el refrigerador de lugar y mi hijo se echó boca abajo en el piso para ajustar el rodamiento. Nuestra perrita dormitaba bajo el sofá, de donde salió disparada. Pude observar que no movía la cola, entonces no daba ninguna bienvenida. Delante de todos comenzó a introducirle el hocico por el costado. Estuvo empujándolo hasta que lo hizo encorvarse y ella quedó debajo, en sentido transversal. Recordé el perro de mi abuelo que se mantuvo junto a su féretro las veinticuatro horas del funeral y lo acompañó al cementerio, de donde regresó cabizbajo.
Llámame
José Miguel Sandoval Bleyer – Bolivia
—Llámame en Navidad y sabrás cuando he muerto — me dijo.
Por eso la busqué en Noche Buena y estuvimos juntos hasta el amanecer de Año Nuevo.
Rutina
Fabiola Morales Gasca – México
Son las dos de la mañana. Siente cómo ella se levanta de la cama y enciende la pequeña lámpara del buró. —Seguramente fue al baño— piensa él—. Lleva haciéndolo tres años, desde que dejamos su cuerpo en el panteón.