Secretos oníricos
Sara Coca – España
Desde que comparten sueños no se dirigen la palabra. Tan solo pronuncian algunas intrascendentes, como basura o cansancio. Por eso parecen dos desconocidos sentados a la mesa, aunque cada noche mis padres ríen a carcajadas mientras duermen. Y si agudizamos el oído, susurran palabras de amor entre otras expresiones que solo deben tener sentido en su mundo, ese del que nunca hablan.
La huida
Luis Ignacio Muñoz – Colombia
Conduce el auto por aquella carretera. No sabe cómo desembocó en esta vía que ha sido invadida por la maleza que brota del pavimento y el tiempo parece detenido. Solo quiere olvidar a la mujer que quedó en la ciudad. Cree que entre más lejos esté todo será mejor. A medida que desacelera por cierto cansancio, la mano de ella, sangrante, ensucia la ventana y entra por el borde abierto y se empieza a posar en su hombro.
Vendaval
Laura H. Zúñiga – Costa Rica
Sus extremidades trataban de aferrarse al suelo. El viento inclemente casi le arrancaba la última esperanza de sobrevivir al vendaval. Sin embargo, no lo logró. El niño sopló tanto sobre la hormiga que el abismo fue el final definitivo.
Los cuadros
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
Sentado en un sillón de la gran sala aguardaba que me atendieran. Observaba indolente los numerosos cuadros con retratos en las paredes, pero me llamó la atención el de una mujer que me miraba fijamente y sonreía. Sacudí mi cabeza, incrédulo, pero al fijarme nuevamente en la pintura, ella seguía sonriéndome levemente. Miré al resto y descubrí atemorizado, que todos los rostros me sonreían. Súbitamente se abrió la puerta y un hombre adusto me invitó a pasar. Mientras caminaba, iba mirando los cuadros con receloso disimulo: uno de ellos estaba con el lienzo en blanco.
Mutación
Virginia González Dorta – España
Coge la tortuga con sus manitas infantiles y acaricia el caparazón lleno de estrías. La tortuga, recelosa, lo mira: imposible sea tan distinto de uno de aquellos huevos que una noche de luna llena puso en la playa.