Tritón
Chris Morales – México
Se ganaba el pan con el sudor de su frente y de su espalda y de su pecho y de sus piernas. Cada día generaba tal cantidad de solución salina que el mar quedó, de pronto, sin especies. Todas emigraron. Y el condimento para las comidas era abastecido con él. En la ciudad, la multitud logró identificar al nuevo Dios del mar.
Los medios no justifican el fin
Manuela Vicente Fernández – España
Cuando terminó la guerra no había nada por repartir.
Cine para dos
Estefani Huiza Fernández – Bolivia
Una película empieza en la televisión, la familia está reunida en el sofá. El más pequeño pide un vaso de soda, los demás pipocas o algún manjar. Empieza. Fondo gris, una pareja recorre el mar, en Plano Secuencia Integral. Se escucha un piano, parece Chopin, Charly quizá, solo dos entenderán lo demás.
El toro de Minos
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
Cuando Pasífae dio a luz al Minotauro, Minos descubrió –ciego de celos- que el Toro le era infiel; entonces envió a la reina y a su monstruo al Laberinto para librarse de ellos y seguir –ya sin rival- su romance con el hermoso vacuno, perdonándole la vida por segunda vez.
La rebelde
Sara Coca – España
A la abuela todos la compadecen, incapaces de comprenderla. Adora esos vestidos que huelen a naftalina, los sombreros de siglos indeterminados y, sobre todo, fingir que es una estatua. Con sus huesos de mirlo pasa las horas sobre bocas de riego o barandillas de paso. Y posa para que el tiempo no la olvide. Nadie sabe que en los bancos de los parques la vida se detiene al capricho de las palomas.