Mediodía
Armando Alanís – México
A mediodía la playa estaba desierta como si el mar se hubiera tragado a los turistas.
Minificción
Dina Grijalva – México
Minificción: chispa capaz de iniciar un incendio, gota que condensa el mar, flor que evoca un jardín, un jardín que evoca un sueño, estrella que ilumina la vida.
Culpable
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
Ella era la culpable. La única culpable y lo sabía. Él ya se lo había dicho infinidad de veces con cada golpe, con cada insulto. Y como se sabía culpable siempre lo perdonaba cuando él, aplacada la ira, también le pedía perdón.
Incluso aquel día en que un impulso desconocido la llevó a rebelarse y aunque fue en defensa propia, le pidió perdón por última vez, antes que cerraran el féretro.
Estudiante aplicado
Carlos Gutiérrez A. – Bolivia
Carlos se tituló con honores de la carrera de Comunicación y periodismo. En el semanario, “La Primicia” le exigían 4 notas al día. Si no completaba, él era la noticia. Era capaz de arrojarse delante de un auto. El día de su muerte insultó a unos pacos llamándolos ganapanes. Estos sacaron su arma reglamentaria. Salió en los titulares, no quería estar en los vulgares necrológicos.
Vanidad
Estéfani Huiza – Bolivia
En los recovecos de la historia se perdieron unas líneas que un buen día un soldado que sobrevivió a la segunda Guerra Mundial escribió. Este guardaba con cautela, en un rincón de su memoria, las 400 palabras, dos faltas ortográficas, cinco comas y un punto final. Pero cuando alguien le preguntaba sobre esa frase que pudo cambiar el curso de la historia, decía con firmeza que no las recordaba. Murió a los 90 años por un paro cardiaco, decía el informe de la autopsia. Después del entierro nadie se percató que una hoja escrita de su puño y letra posaba sobre su repisa, la mucama limpió aquel desorden y abrió las ventanas para sacar el olor a muerte y con ella salió volando aquella hoja. El viento arrastró al papel, no duró mucho, la lluvia la alcanzó y así se destruyó una esperanza de paz y humanidad, solo por vanidad.