Viaje de oficio
Maritza Iriarte – Perú
El pasajero queda ingrata mente sorprendido al abrir su maleta en el hotel. Descubre, envueltos en cinta adhesiva, unos bultos un tanto blandos, casi carnosos. Le recordaron su viejo oficio.
Libros usados
Estefani Huiza Fernández – Bolivia
Las calles deshilachadas, como hojarascas, se ocultan entre el asfalto y la cal. Las paredes de piedra despiertan la memoria de la época virreinal. Mientras, en una esquina, un librero jamás para de leer, él se pierde entre hojas, esas hojas de papel. Camina de día pensando en qué ha de leer y en la noche se acuesta en una cama con olor a mate y café.
El ojo del huracán
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
El huracán se acercaba a tierra firme y los asustados habitantes del pequeño pueblo costero hacían toda clase de preparativos defensivos en sus viviendas.
Una viejecita que caminaba lentamente por la ya solitaria calle principal, se detuvo frente a la iglesia y sentada en las escalinatas del atrio, sólo se puso a rezar.
El huracán -que era tuerto- vio por su único ojo la escena de la anciana, tuvo un instante de compasión y cambio de rumbo.
Intolerancia
Carlos Enrique Cabrera – República Dominicana
FELICIA dice –está muy contrariada– que él, su yerno, es de otra cultura y de otro país y de otra raza, y que así ¿cómo lo va a entender?…
Hoy la cosa se le ha complicado de forma dramática: la buena mujer ha descubierto (ya absolutamente consternada) que además (el yerno) proviene de otro planeta…
Un paso por delante
Manuela Vicente Fernández – España
Martín intentó matar el tiempo de todas las formas posibles: escondiendo el reloj debajo de la cama, concentrándose en el ahora para alejarse del segundero y hasta haciendo tortas con nata. Pero el tiempo continuaba, impasible, sonando en las campanas de la vieja torre y cambiando el color del día a su paso. Entonces Martín tomó la mejor decisión de su vida: echarse el tiempo a la espalda.