2236
Camilo Montecinos Guerra – Chile
Aunque parezca increíble, viajé a través del tiempo. Solo les vengo a advertir a los escritores que abandonen su arte lo más rápido posible. En unos años más serán perseguidos, torturados, asesinados y toda literatura quedará reducida a simples cenizas. ¿La razón? Su imaginación creadora dará vida a las peores criaturas y seres mitológicos y serán culpables de los más feroces conflictos alienígenas (culpan a un tal Bradbury). Todo cuánto se creía parte de la ficción se volverá realidad. Es la ley de la insistencia. La ley que se creó en el viejo génesis, el relato original.
Eutanasia
Patricia Dagatti – Argentina
A diferencia de otras arañas, que tejen sus telas sobre tumbas abandonadas, yo prefiero las de los recién llegados. Escabullirme por alguna hendija al interior del féretro, recorrer la superficie del nuevo huésped y, en caso de detectar anomalías, ingresar al cuerpo. De ser así, me dirijo a toda velocidad hacia el corazón. Luego de sopesar el tamaño, comienzo a tejer. Lo hago con esfuerzo y a conciencia, pues sé que debo dar lo mejor de mí. La tela debe tener la resistencia adecuada para neutralizar de inmediato el incesante latido.
El cambiazo
Manuela Vicente Fernández – España
En el corazón del bosque habita un Robin Hood que juega a menudo con Guillermo Tell. A veces se encuentra con Alicia que duerme su siesta bajo un árbol. Un atardecer pudo ver de lejos a los hermanos de Pulgarcito. Robin es discreto y procura no interferir en las historias de sus vecinos, solo en una ocasión no pudo contenerse y le dio un beso a la Bella Durmiente. Lo cierto es que la princesa se despertó y ahora Robin tensa la cuerda de su arco, apuntando, nervioso, al corazón del príncipe que acaba de llegar al castillo.
No me desampares
Daniel Frini – Argentina
—Tiene derecho a un ángel de la guarda —me dijo el oficial, mientras me empujaba a ese túnel estrecho, apenas antes de nacer—. Si no puede pagarlo, se le proveerá uno de oficio.
Está demás decir que no pude pagarme uno. El que me tocó en suerte atiende unos veinte millones de humanos. No puedo esperar gran cosa de él.
Relicarios
Carmen Nani – Argentina
Si veo una mosca, dejo lo que estoy haciendo y me dedico a perseguirla. Pero cuando la atrapo no la mato. La coloco en una cajita de plástico. Lo mismo si veo una araña en la pared o una hormiga en el zócalo. Lo hago desde siempre. Por eso, cuando mi mujer me dio a elegir entre mi colección de bichos o ella no lo dudé y la guardé en la caja más grande.