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Microrrelatos – Colección de literatura breve CLXV

Consejo de amigos

Chris Morales – México

Hizo caso y murió a causa de diabetes y no por depresión. Celebraba cada día de vida y con pastel de chocolate, nunca de otro sabor.

Alud

Ildiko Nassr – Argentina

El granizo ha teñido de blanco los cerros y ha dejado un regusto helado en la mañana de

verano. A lo lejos, la tierra se mueve y alguien logra ver cómo la montaña se derrite hasta

devorarlo todo.

El regalo y sus circunstancias

Rubén García García – México

Todos los días, mi padre viene por mí. Hoy salí temprano, y en vez de esperarlo, fui a su negocio. Lo vi deslizar su mano por el talle de la empleada. Se dio cuenta de que lo vi.

Ahora, en mi cuarto, no puedo dejar de pensar. ¿Le digo a mi madre? Me repito que deben ser figuraciones mías, que quizás estoy malinterpretando. ¿Y si se separan? Siempre he sido su princesita. No sé cómo sería mi vida sin su cariño. Mi padre me procura, me da lo que necesito, me lleva de vacaciones. Tampoco me imagino tener un padrastro.

«Su mejor amiga debe ser su madre», dice mi maestra. «Tienen que contarle todo». Es cierto, nadie me quiere más que ella. Pero, ¿contarle lo que vi?

—No se lo merece —exclamó mi madre—. Sus calificaciones dejan mucho que desear.

—Es para que se aplique más —dijo mi padre, dándome la caja con el móvil que tanto había pedido.

—¿Te ha gustado tu regalo? —me preguntó días después.

—No tanto —le respondí, devolviéndoselo—. No es el que te pedí.

Trasmutación

Julia Guzmán – Argentina

 Me cansé. Estoy harta de los trabajos de la casa, le dijo Mary a Lola mirándola a los ojos. Te propongo que por un día ocupes mi lugar. Lola aceptó de manera incondicional. Grande fue la sorpresa de Pedro al regresar de trabajar. Mientras Lola, la perra fiel cocinaba, Mary desde la cucha le movía la cola en señal de saludo.

De nada

Araceli Otamendi – Argentina    

Cuando comprendió el horror que había vivido, decidió ser feliz de ahí en más:  dibujó una puerta y una ventana en la pared y las abrió.

Por ellas entraron los rayos del sol, la luz casi cegadora lo había inundado todo.

En eso escuchó a alguien que cantaba y decía: No me arrepiento de nada[i].

La voz era su misma voz y estaba cantando.       


[i] Canción “Je ne regrette rien” cantada por Edith Piaf

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