Una mañana
Estéfani Huiza Fernández – Bolivia
Mientras las palabras duermen en los libros que nadie lee, un corazón late por última vez en algún lugar del mundo. Una mañana esas letras organizarán una rebelión y saldrán. Serán como una epidemia, se pegarán en los labios de cada persona y repetirán diálogos enteros de amor.
Reencarnación
Carmen Nani – Argentina
Al niño le dio pena que una mariposa tan bella fuera a morir por la mañana. Por eso la soñó esa noche, la siguiente y cada noche de su vida. Fue feliz cuando ya anciano, antes de morir la vio posada sobre la ventana.
¿Solución?
Chris Morales – México
«Si pasa algo, grita», decía mamá a su hijo al dejarlo en algún sitio público. Sin embargo, no ocurría nada al suplicar mesura a viva voz cuando peleaba ella con su padre en lo privado.
Amor
Rodolfo Lobo Molas – Argentina
A mi esposa Gladys Heredia
Ella abrió su cuerpo para que él anidara el suyo.
Mandala
Nélida Cañas – Argentina
No había salido nunca del pueblito de la llanura cuando llegó a la Quebrada. El ómnibus se detuvo en la terminal cerca de la plaza y allí vio las mujeres del pueblo con sus cestas de aromas: clavelitos, siemprevivas, tamales y humitas. No conocía aquellos sabores ni los rostros de las mujeres tallados por el viento. Tampoco sus mantelitos blancos cubriendo aquellas delicias. Las mujeres tenían una voz dulce y bajita. Le decían: ¿qué va a llevar, doñita? Y ella las miraba como pidiéndoles permiso por estar ahí y no saber de sus ancestros ni de sus historias ni de sus manos laboriosas. Se dejó estar entre ellas y sus polleras de colores. Llevó entre sus manos trémulas ramitos de siemprevivas azules y rosadas y clavelitos rojos. No sabía. No podía saber que allí, en ese centro, dibujaría el mandala más luminoso de sus días.