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Mayo: el mes de las dos Marías

En un video dedicado a la Virgen María en su mes, una youtuber cuenta cómo Michele Ferrero, hijo del fundador de la marca de chocolates, creó los bombones Ferrero Rocher inspirado en la Virgen de Lourdes de la que era devoto: envoltura dorada del chocolate, textura rugosa de la capa exterior que simboliza la piedra de la que está hecha la gruta francesa de Lourdes, la forma de una cueva en el interior y una avellana en el centro que representa a la Virgen.

Me imagino que hasta acá ya están empalagados. Es solo que mientras miraba el video -que mandó alguien cercano que vive en Lourdes y que lleva comprobando multitudinarias muestras de fe- pensaba en lo distinto de nuestros credos y en los modos tan diversos en los que manifestamos nuestras devociones, individual o colectivamente. G.K. Chesterton decía que cuando una persona deja de creer en Dios, se vuelve proclive a creer en cualquier cosa, incluso en las más absurdas o improbables.

Este mayo no ha sido solo de la Virgen María, sino también de María Galindo, quien lleva años moldeando una religión en torno a ella. Comenzó como una asociación genuinamente protectora de mujeres violentadas, pero ahora es la congregación de una madre superiora con rasgos de bully: exalumna del Colegio Alemán de La Paz, nacida en una familia de clase alta con un apellido de la élite cochabambina, y cuyo hermano, un tipo guapo, llegó a ser ministro del fin de la era liberal. Lo que le ha ayudado a construir un personaje rebelde que reniega de su clase y a canalizar sus broncas, usando la confrontación como herramienta. Así nacen muchos líderes.

Todos anidamos complejos. Empero, cuando ocupan más espacio que la confianza en uno mismo, no pueden contenerse y buscan dónde afincarse fuera del cuerpo. Quizás a María, una mujer inteligente, le pasó algo de esto y necesite reubicar sus rabias. De ahí que se sienta satisfecha sometiendo a los masoquistas invitados en su programa radial, o humillando a funcionarios (inclusive mujeres) de alto o muy bajo rango en oficinas públicas. Y como los bolivianos nos la pasamos buscando padres o madres fuertes y déspotas, ha sido fácil erigirla como una deidad: “María nos protege; es transgresora; alza la voz por nosotros: ¡Mariana Prado de mierda!; es valiente”. Como Evo pues.

Siguiendo con la reflexión chestertoniana, cuando se carece de una fe profunda, se forma un vacío que se llena con ideas y creencias superficiales. Pienso, sin embargo, que la adoración a Galindo tiene más que ver con el miedo inconsciente que con la comunión con sus ideas. Sus formas, amenazantes, han logrado que la sociedad paceña le tema más que la venere. Encima hay un regimiento en las redes, compuesto por intelectuales, periodistas y activistas que persuade insistentemente a los no creyentes en su líder de que ella es la reserva moral de la humanidad.

Esta especie de orden militar ha tenido al frente estos días a Mariana Prado: exministra de Evo Morales y candidata (por el momento…) a vicepresidenta de Andrónico Rodríguez. La comandante ha apuntado a Prado por ser de clase alta y colocarse “por encima del bien y del mal”; por no pedir perdón; por ser una “cuarentona” que estudió en la Universidad Católica (entiéndase esto como algo malo), por solo interesarle el poder (…) y por haber defendido a William Kushner, condenado por la muerte de Andrea Aramayo.

Independientemente de que nunca sabremos qué pasó la noche en la que Andrea perdió la vida, exparejas de Kushner fueron llamadas a declarar como testigos durante el juicio. Entre ellas estuvo Mariana Prado, que declaró bajo juramento que William no la había maltratado nunca y que no lo consideraba un hombre violento. Una herejía que no perdonarían ni Galindo ni sus seguidores. Solo que (¡ay!) María y sus aguerridos feligreses no saben que el Código Penal considera como desobediencia judicial la abstención de comparecer del que ha sido legalmente citado como testigo ni que el falso testimonio acarrea cárcel.

Mariana Prado les ha devuelto, con su candidatura vicepresidencial, un motivo para castigarla por no ser parte de ellos. Y como además a la escuadra se suman antimasistas, la batalla está ganada: le hacen la vida miserable a la candidata. Mientras los analfabetos morales cantan sus alabanzas. Aunque Mariana, a la que no conozco personalmente, ha dado muestras de serenidad, y no ha entrado a la reyerta. De hecho, ha neutralizado moralmente a María al decirle a través de las cámaras de No Mentirás, que respeta su trabajo. Un trabajo noble que le sirve de coartada.

María Galindo insiste en que ella “si quisiera”, sería presidenta de este país. Fuera de los dictadores de los que nos libramos en los 80, pueblan nuestra historia las figuras capaces de ejercer, de manera abierta, el autoritarismo, saltándose jueces y manipulando a su antojo. Aun bajo el manto de la bondad que protege a los más débiles…

Quizás porque no he dejado de creer en Dios esté blindada, como diría Chesterton, de honrar a cualquier ídolo artificial e improvisado. Y así como me conmueve la devoción del exdueño de la famosa fábrica italiana de chocolates a la advocación mariana, me provoca frustración la idolatría que genera la otra María, a la que nunca adoraré. 

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