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Mata Hari: “¿Una ramera? Sí, pero una traidora, ¡nunca!”

La vida nunca es lo que parece, todos la conocían como Mata Hari, pero su nombre era Margaretha Geertruida Zelle, nacida en el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, Países Bajos. Mata Hari se convirtió en un icono por enfrentarse a los cánones de su época y ser una mujer independiente y libre en un mundo eternamente convulso dominado por el sexismo.

Su madre murió cuando ella tenía aproximadamente 15 años, época en que estaba estudiando en una escuela especial donde se educaba a las señoritas, y se les preparaba para convertirse en maestras.

En el mundo machista y abusador, las culpas siempre recaen sobre las mujeres. Por eso la bella adolescente fue expulsada de la escuela cuando fue acusada de tener un romance con uno de los directores, que se supone era adulto y autoridad en el establecimiento. Empero, la desigualdad de género, siempre menoscaba, gravemente, los derechos de las mujeres, en cualquier lugar y tiempo donde los hombres ejercen un trato desigual y discriminatorio hacia ellas.

La historia cuenta que la adolescente tuvo un romance con uno de los directores del establecimiento, yo particularmente, entiendo que la adolescente, huérfana de madre, se enfrentó a una situación de violencia sexual y abuso, por el hecho de ser mujer joven, desamparada. Además del abuso, también se le negó la oportunidad para seguir estudiando y profesionalizarse.

A causa de lo ocurrido, ella fue discriminada y tuvo que ir a vivir con sus tíos que eran sus padrinos. Dos años después en 1895, respondió a un anuncio del capitán Rudolf Mac Leod (1856-1928), un militar veinte años mayor que solicitaba esposa por periódico. Tras mantener una breve comunicación por correspondencia, se casaron en Ámsterdam el 11 de julio de 1895, cuando ella estaba a punto de cumplir diecinueve años.

El matrimonio se fue a Indonesia, dónde el capitán estaba destinado. Allí tuvieron dos hijos, Norman-John, nacido el 30 de enero de 1897, y Louise Jeanne, nacida el 2 de mayo de 1898. El niño, Norman-John falleció a la corta edad de 2 años, por un supuesto envenenamiento en venganza hacia su padre, por sus maltratos a un sirviente nativo, quien envió a su esposa, la doméstica de la casa, a envenenar a la familia. Después de la tragedia, el capitán se amparó en la bebida, y empezó a maltratar a la joven esposa.

Se dice que la soledad llevó a Mata Hari a sus primeros contactos con la cultura javanesa, en especial con las danzas folclóricas balinesas y las técnicas amatorias orientales, que le proporcionaron años más tarde fama como cortesana de lujo.

De regreso a Europa, la pareja se separó legalmente en los Países Bajos el 30 de agosto de 1902, y en 1906 se llevó a cabo el juicio sobre el divorcio y a pesar de tener inicialmente la custodia de su hija, su marido la apartó de ella, según declaró, debido a su libertina vida en la isla.

Ella intentó recuperar a su hija, pero nunca logró. Rudolf no cumplió con su deber de pagar una pensión mensual a Margaretha Zelle y además no dejó de denigrar su nombre, impidiendo a partir de entonces cualquier contacto entre madre e hija, devolviendo sin abrir las cartas y postales que Margaretha escribía a su hija desde cualquier rincón del mundo donde se encontrara. Desde la separación ella no volvió a ver a su hija que moriría con apenas veintiún años en 1919, menos de dos años después de la muerte de Margaretha.

El impago de la pensión fue una de las razones que obligaron a Margaretha a tratar de buscar un nuevo rumbo a su vida marchando a París en 1903 sin dinero, para tratar de ganarse el sustento. Su precaria situación económica la obligó a ejercer como modelo desnuda para algunos artistas bajo el nombre de Lady MacLeod.

En el año de 1904 se lanzó a la fama como bailarina erótica haciéndose pasar por una princesa de Java, gracias a sus rasgos orientales y su pelo oscuro. Como nombre artístico eligió Mata Hari, “Ojo del Alba” en malayo. Con las danzas brahmánicas y orientales triunfó en Europa.

En 1905 debutó en el Museo Guimet, y a partir de ahí, comenzó a vivir de sus bailes eróticos, que comenzaron a darle popularidad. Convirtiéndola en una celebridad amparada en el mito que había creado, de sus orígenes orientales. Con la fama vinieron sucesivos romances con hombres de las altas esferas. Empero, en1915 se retiró de los escenarios debido al estallido de la Primera Guerra Mundial y regresó a los Países Bajos.

En 1916, en medio a una crisis económica, el cónsul alemán en Holanda, asombrado por todo su abanico de contactos en las altas esferas, le ofreció un trabajo como espía para los alemanes. Ella aceptó y comenzó a espiar a los franceses.

Los británicos, seguros de su condición de agente doble, alertaron a los franceses, que la tenían controlada. Siendo que ese año Margaretha Zelle (la famosa Mata Hari), se enamoró de un joven oficial ruso, Vadim Maslov, de 23 años, que estaba al servicio de Francia. Este fue gravemente herido y el 13 de febrero de 1917 ella pretendía dirigirse al hospital en Francia donde estaba internado y fue detenida por los franceses. Arrestada en su habitación en el Hotel Elysée Palace en los Campos Elíseos en París. Cuentan que, para tratar de salvarse del arresto, se excusó diciendo que iría a asearse y cambiarse antes de ir con ellos, pero al volver del tocador estaba completamente desnuda y les ofreció a los oficiales bombones en un casco de uniforme alemán.

 Sin embargo, fue juzgada el 24 de julio, acusada de espiar para Alemania y, en consecuencia, causar la muerte de al menos 50 000 soldados. Aunque la inteligencia francesa y británica sospechaba que estaba espiando para Alemania, ninguno de los dos pudo presentar pruebas definitivas en su contra.  Fue acusada de alta traición y espionaje, asesinada en consecuencia de la acusación sin pruebas demostradas aún hoy en día.

En realidad, ella poco tuvo que ver con el espionaje y se convirtió en una víctima de su propia fama. Como se supo años más tarde, Mata Hari no fue la espía fatal cuya leyenda ha trascendido: las pocas informaciones que reveló eran casi todas simples cotilleos e historias picantes acerca de la vida íntima de algunos oficiales.

En realidad, Mata Hari fue víctima de un mundo machista que necesitaba de un chivo expiatorio. La mataron por ser una mujer, no porque hubiesen comprobado las acusaciones que recaían sobre ella.

Además, ella siempre sostuvo que no había dado a los alemanes ninguna información de valor, a pesar de que fungía como espía. El propio gobierno alemán la secundó al publicar en 1930 un dossier sobre sus actividades. Ella nunca consideró traicionar a Francia, su país de adopción. De ahí la famosa frase que pronunció durante el juicio: “¿Una ramera? Sí, pero una traidora, ¡nunca!”.

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