Santos Domínguez Ramos
Para Inka MK y Jacobo
Mañana cenarás en Siracusa (Cicerón)
Fue cuando más ardía la isla sobre los pinos
y discurría un rumor espiral de serpientes
mientras caía la tarde más allá de las olas,
debajo de las aguas encendidas del tiempo.
Ya flotaba en el viento un artificio
de memoria y olvido,
el espacio del vértigo del interior de un sueño.
En lo oculto, en lo hondo,
en donde crece el verde silencio de las cañas,
crece también el cuenco profundo de la noche,
germina la secreta sintaxis de los sueños,
con números oscuros y templos en penumbra.
Desde los laberintos del bosque de la vida
viajas al arrabal de los recuerdos,
a un tiempo sin espacio,
a una casa sin puertas tras un círculo blanco.
A la casa del sueño, a un sueño donde eras
no sólo el personaje, también el escenario,
el perro oracular que protege la casa
y conduce al que sueña al reino de los muertos.
Eras en ese sueño el tiempo sin minutos,
los lugares, los nombres
borrosos del que sueña y del soñado,
quien pronuncia y escucha
lo que duerme en los pozos,
las opacas metáforas de una sibila oscura
que vive en tu futuro, como tú en su pasado.
Mañana cenarás en Siracusa,
oirás en ese sueño.
Pero no sabrás dónde, si en cárcel o palacio,
si acompañado o solo.
Mañana cenarás en Siracusa.
¿Y en dónde está el que sueña?
(De El dueño del eclipse. Premio de poesía Ciudad de Badajoz. Algaida. Sevilla, 2014)