Los periodistas y su burbuja de información en tiempo real

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Enrrique Bullido – Periodista y profesor de periodismo
Hace unos días ocurrió un suceso que me ha llevado a reflexionar sobre el tratamiento que se da en los medios a las noticias de última hora, el criterio que se utiliza y la valoración que se hace de los hechos cuando están ocurriendo para decidir su importancia.

Creo recordar que era un jueves, a media tarde. En ese momento empieza a difundirse en las redes sociales una primera información urgente de que algo ha pasado en Nueva York, en Times Square. Concretamente se habla de un atropello en el centro de Nueva York.

Como cualquier noticia en desarrollo, todos los medios de comunicación empiezan a informar. Se habla primero de varios heridos, luego de una persona fallecida y poco a poco se van conociendo detalles: un vehículo ha embestido a los viandantes en plena Gran Manzana de Nueva York.

Esos son los datos que se reúnen en pocos minutos. A través de Twitter y las redes sociales, los medios de comunicación españoles empiezan a informar, colocan una última hora en sus páginas de Internet y llevan la información a lo más alto de sus portadas.

Han pasado pocos minutos desde que han ocurrido los hechos y las primeras informaciones son todavía confusas, como en cualquier suceso. Pero, evidentemente, los datos que se conocen hasta el momento, un vehículo ha arrollado a peatones en el corazón de Nueva York, recuerda a algunos de los últimos atentando terroristas vividos en Europa. En menos de un año se han producido cuatro atentados por atropello en Europa, concretamente en Niza, Berlín, Londres y Estocolmo.

Por tanto, la noticia activa todas las alarmas en las redacciones.

Información en directo y especulación

El Canal 24 Horas de Televisión Española informa del hecho y decide pinchar la imagen de Times Square. Se ve un coche medio volcado tras colisionar contra los bolardos de protección de la acera y a numerosos policías y personal sanitario.

La tertulia que había en ese momento en televisión se centra en comentar lo que está ocurriendo y las personas que están en directo empiezan a especular con lo que ha pasado. Y digo especular porque sin muchos datos empiezan a rellenar minutos de televisión hablando de las imágenes que llegan de Times Square.

Lógicamente recuerdan los atentados terroristas que ha vivido Europa, pero en un momento dado empiezan ya a especular con las consecuencias que podría tener un atentado terrorista en el centro de Nueva York. Empiezan a divagar tanto, que el propio presentador del programa les advierte en varias ocasiones de que no es adecuado hacer especulaciones, de que hay que ser prudentes y de que no es adecuado ir más allá de lo que se conoce.

Datos confusos y medios volcados

Este es el panorama: los medios de comunicación españoles volcados con este suceso, abriendo sus webs con la imagen del coche volcado, inundando Twitter y Facebook con esta fotografía.

En poco minutos, quizá unos 20 o 25, se empiezan a aclarar los hechos. Fuentes policiales descartan que se trate de un atentado terrorista y hablan de un accidente. La Policía ha detenido en el mismo lugar de los hechos al conductor, que quiso huir y que al parecer podría estar borracho.

Es decir, un trágico suceso, pero nada que ver con un atentado terrorista.

Solo han pasado unos 20 o 25 minutos desde que se salió el primer flash del atropello hasta que se ha aclarado la situación.

Y en un momento de ese intervalo de tiempo, cuando la situación era confusa, tuve la curiosidad de entrar en la web de The New York Timespara buscar más información y algún detalle de la noticia. Y mi sorpresa fue que no encontré la noticia. Al menos al primer vistazo.

Al entrar en la página de The New York Times no había ni rastro de los hechos en la parte superior. Tuve que bajar, hacer scroll, para encontrar la noticia. Y no estaba destacada, Era una breve. En una columna, a media altura en la página, y bajo el epígrafe de breaking news o noticias de última hora.

Es decir, The New York Times, el diario de la ciudad donde estaban ocurriendo los hechos, informaba de la noticia en un recuadro pequeño a media página sin ningún elemento destacado, mientras que los medios españoles estaban abriendo sus ediciones digitales con la noticia e inundando las redes sociales con la foto de un coche y los datos confusos que se conocían en ese momento.

¿Cómo se valora un hecho noticioso?

Y esta diferencia de criterio a la hora de abordar un mismo hecho es lo que me lleva a plantarme algunas preguntas y reflexiones.

La primera idea es que está claro que el tema del criterio es quizás uno de los elementos más complicados de analizar porque tiene un fuerte componente subjetivo. Es decir, ¿cómo valora cada periodista un hecho, un suceso, una declaración, para decidir si es noticia y qué tratamiento informativo le da?

Cuando ocurre algo, en este caso que traigo como ejemplo, un atropello en el centro de Nueva York, el periodista tiene que decidir en pocos minutos o segundos qué importancia le da a ese hecho y cómo lo va a tratar: ¿lo destaca en la portada de la web?, ¿abre el informativo de televisión con ello?, ¿incluso para el programa de radio o televisión para entrar en directo a contarlo?

Son decisiones que se toman en pocos segundos, y que muchas veces no son fáciles.

Está claro que el hecho que he puesto como ejemplo tenía suficientes elementos para convertirse en noticia. Pero ¿cuál debía ser su tratamiento?

Me resulta muy significativo que mientras un medio como The New York Times abordó el suceso de una manera contenida y prudente, aquí en España los medios de comunicación se lanzaron a destacarlo en sus páginas de Internet e incluso la televisión a variar su programa en directo para informar de unos hechos cuyos detalles eran todavía muy confusos.

¿Había que hacerlo? ¿Era necesario? ¿Se podía haber esperado un poco para informar cuando ya se conocieran más datos?

La diferencias entre lo urgente y lo importante

Son preguntas que a posteriori quizá son más fáciles de responder que en el momento en el que se están produciendo los hechos. Pero más allá de eso sí creo que hay dos aspectos muy interesantes sobre los que reflexionar.

El primero es la diferencia entre lo urgente y lo importante, y cómo muchas veces los periodistas nos dejamos llevar por esos acontecimientos de última hora, a los que damos una difusión o importancia considerable por el mero hecho de que acaban de ocurrir, más que por la propia importancia o relevancia del acontecimiento en sí.

Y el segundo aspecto, que está relacionado con lo anterior, es la jerarquía que aplica un medio como The New York Times a sus informaciones y la forma en la que afronta las breaking news o noticias de última hora. No modifica el aspecto de su web, mantiene arriba la información que considera más relevante y los artículos de opinión, la información con la que aporta valor, y ya debajo de eso incluye las noticias de última hora y las novedades que van ocurriendo.

Sin embargo, los medios de comunicación en España rápidamente cambian de lugar la información. Abren con la noticia de última hora, aunque los datos todavía no estén claros, aunque haya más incógnitas que certezas sobre lo que ha ocurrido, pero abren con el atropello. Ponen la foto del coche en grande, la tuitean, crean alarma, a costa de desplazar hacia abajo la información que hasta ese momento era la más importante.

Esta diferente forma de actuar me lleva a una serie de preguntas: ¿se están excediendo los medios de comunicación, al menos aquí en España, en la actualización de sus webs? ¿Se prima demasiado la inmediatez? ¿Es necesario cambiar tan rápido, de forma casi inmediata la web, llevar a lo más alto de la página una información como esta, incluso cuando todavía no hay los datos suficientes para valorarla bien?

Siempre he pesando que los periodistas vivimos inmersos en una burbuja de información en tiempo real, en la que las noticias parecen caducar a los pocos minutos de difundirse. Creemos que las noticias mueren pronto, estamos inmersos en una rueda de actualización constante de nuestros medios.

Pero ese no es el consumo que la gente de la calle hace de las informaciones. La gente no consume información en tiempo real, no entra en las webs de los medios cada cinco minutos a ver las novedades. Los periodistas somos adictos a las novedades, la gente de la calle creo que no.