La pandemia del coronavirus no sólo nos ha demostrado la importancia de la responsabilidad de la humanidad para precautelar su salud, sino también a valorar la información oportuna y de calidad. La noble profesión del periodismo es ahora más vital que nunca.
Siempre los vemos en la televisión o con sus cámaras en las calles intentando tomar una fotografía y muchas veces olvidamos que son personas que también tienen necesidades, tan humanos como todos.
No hace mucho, un amigo me escribió muy preocupado porque le llegó un testimonio sobre un colega del rubro. Rescato el siguiente fragmento: “Nos siguen haciendo ir a trabajar normal, claro nos bajaron dos horas de trabajo, pero igual seguimos saliendo de nuestras casas todos los días para cumplir nuestro trabajo. A varios de nosotros no nos han proporcionado ni barbijos ni alcohol en gel (…) a varios de nuestros compañeros no les van a recoger, peor aún a dejar a sus casas. Estamos yendo arriesgando nuestra salud yendo en moto incluso en bicicleta por nuestros propios medios”. No se trata de un común denominador entre los periodistas, pero sí existen casos de esta naturaleza que matizan la realidad de la labor informativa.
Lamentablemente, la expansión del coronavirus ha desnudado todas las falencias en cuanto a infraestructura, dotación y respuesta inmediata a las necesidades de los trabajadores de diferentes empresas y los medios de comunicación no quedan al margen. Por esta razón, es importante resaltar la necesidad de proteger a quienes salen a la calle a recabar datos para mantener informada a la sociedad; a quienes están en contacto directo con las fuentes y, por tanto, sometidos a riesgos mayores.