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Los cabildos

El cabildo es una institución que se origina en España y llega a nuestros territorios con la colonización como una forma de gobierno en un municipio determinado.

Félix Patzi, afirma que los cabildos eran “llevados, a cabo, principalmente, por la clase obrera en Francia, en Inglaterra, después trasciende a todo lo que es Europa central y de ahí migra a América Latina, impulsada por los intelectuales que se suman a las filas del marxismo”

Ambos antecedentes tienen la particularidad de que el ciudadano participa directamente en la toma de decisiones a diferencia de la democracia representativa en la que el representante es el que decide a nombre de sus representados.

En Bolivia el cabildo fue un poderoso instrumento en las luchas sociales pasadas , sobre todo, contra gobiernos dictatoriales, contrarrestando el cierre del parlamento, la proscripción de los partidos políticos y de los sindicatos. En el siglo XX su convocatoria e instrumentalización estuvo, en general, a cargo de los comités cívicos que sustituyeron al partido político en la lucha. 

Su composición corporativa y multisectorial le otorgaban al comité un alto poder de convocatoria por lo que sus decisiones debidamente deliberadas eran obedecidas por toda la ciudadanía en contra del poder político.

Hoy, ese grado de legitimidad, ha sido afectado por el fraccionamiento de la corporación en la que una parte goza de las mieles del poder político corrupto y la otra debilitada y sin norte no tiene la capacidad de recomponerse, de este modo el decaimiento comiteísta es constatable.

Su comportamiento era y es calificado de cívico para diferenciarse de la actividad política partidaria y la sindical, al no ser sujeto activo de la lucha ideológica es más flexible e incluyente, en consecuencia, sus convocatorias son exitosas, mixturadas y multitudinarias. 

Los cabildos en Bolivia han tenido logros monumentales como en la década de los 50 del siglo pasado con la obtención del 11 % de las regalías de los hidrocarburos en favor de las regiones o aquellos efectuados en contra de la dictadura banzerista o, en pleno siglo XXI, por las luchas de la capitalía plena o por el Censo de Población y Vivienda. 

Estos son apenas unos cuantos ejemplos de la institución del cabildo que ha sido constitucionalizado como una forma de democracia “Directa y participativa, por medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa. Las asambleas y cabildos tendrán carácter deliberativo conforme a Ley” 

De tal manera el cabildo es una forma importante de la lucha popular sobre todo cuando el sistema de partidos políticos esta débil o no existe, entonces los ciudadanos canalizan su protesta a través de acciones directas callejeras sin la intermediación partidaria y se cobijan en el comiteísmo.

Pese a que en la actualidad no existe un sistema de partidos políticos sustentadores de la democracia porque han sido reemplazados por el movimiento social, los días de gloria de los comités cívicos están lejanos, su legitimidad es objetada debido al extravío de su dirigencia y la ausencia de objetivos aglutinantes, sobreviven en una crisis existencial aguda, de tal manera que ni partido ni comité son dirección, sino apenas una parte cada vez más reducida de la representación ciudadana.

El siglo XXI fue prolífico en este tipo de eventos con una presencia de millones de personas en la calle, pero todo quedo ahí, en la frustración, por la menuda estatura dirigencial, la ausencia de una estrategia de poder y el desprecio a la política, el antipolítico se impuso una vez más. El correlato movimiento cívicopolítico esta ausente.

No encontrar respuestas políticas a los problemas político, económico y sociales, derivó en la realización de cabildos frecuentes, muchas veces, sin una norte definido, dejando al acaso o al solo deseo sus resultados cuyas decisiones, en general, fueron olvidadas o labilizadas en el tiempo y reemplazadas por otros pedidos, con lo que se interrumpieron los procesos en la consecución de los objetivos soñados.

La crisis generalizada que vivimos es de orden nacional empero las respuestas cívicas tienen un techo puramente regional que no alcanza a articularse con otras regiones.  Parcelado el comiteísmo es presa fácil del gobierno que define territorios reducidos como campos de batalla y se impone por la vía de la fuerza.

Sus dirigentes no perciben que un cabildo es un medio no un fin en sí mismo, por ello las masivas movilizaciones terminan en dolorosas derrotas políticas y frustraciones sociales históricas. Las luchas por un estado autonómico, han sido abandonadas por sus propios impulsores al igual que replantear la relación de las regiones con el estado.

Un cabildo puede ser el inicio de una lucha a condición que sea continua hasta lograr su mandato o puede ser el punto final de una larga acumulación de fuerzas que obtenga resultados rotundos, el ponerlo en un punto intermedio  debilita su esencia y efectividad.

El último cabildo efectuado en Santa Cruz, ha determinado un paro indefinido de actividades desde el 17 de enero del 2025, se ha puesto en el medio, no es principio ni es final, además otorga la ventaja de querer implementar el paro en un espacio reducido. Es un desafío peligroso que al no tener un remate político puede ser una nueva derrota.

La crisis general actual supera la pura reivindicación cívica regional, la lucha política es imprescindible, los comiteístas deberían quitarse los moños y asumir con realismo lo que ahora sucede, a la vez que los actores políticos entender que son necesarios para la toma del poder y no solo para la pose fotográfica.

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