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Los burócratas de la dirigencia cobista

El motor de la lucha sindical es apostar por la ruta de la defensa y vigencia de los derechos laborales de cada uno de los afiliados y de las reivindicaciones políticas, porque el sindicalismo tiene un rol fundamental en el devenir histórico del país, además las organizaciones sindicales y sus integrantes han sido parte de gobiernos, apoyándolos o teniendo como ministros, viceministros o alguno otro cargo importante.

La Central Obrera Boliviana, la gloriosa COB, ha tenido su rol decisivo en los gobiernos neoliberales, militares y en cierta manera en los gobiernos socialistas, como le gusta arengar a la gente y los analistas del MAS. Pero esa responsabilidad y protagonismo de la COB de cara a los obreros y la clase proletaria en general no tiene rostro como para hacer gala del mismo: la dirigencia de la COB ha sido cooptada, silenciada y puesta de rodillas ante el poder de turno.

Hablar de Juan Carlos Huarachi, ese que en cada aparición pública, no suelta el minero, símbolo de las luchas mineras que arrojaron sangre y dolor en diferentes hechos históricos, es repetir lo que ya se ha dicho: Un dirigente que está en comisión hace más de diez años, gana un sueldo de Bs. 18.000; Evo Morales lo doblegó y estuvo a su servicio; luego de la huida del jefazo, Huarachi negoció su permanencia en la COB con Jeanine Añez, a quien la apoyó, vino el gobierno de Luis Arce, Huarachi renegoció su cargo dirigencial para poner a disposición la COB al nuevo presidente del Estado Plurinacional.

La COB tiene una intensa y rica historia, además de dolorosa, porque se enfrentó al gobierno del MNR en los años de la revolución, cuando éste aprobaba medidas contrarias al movimiento obrero, fue un ´pilar de la lucha de los derechos laborales en los gobiernos del MNR, ADN, MIR, dictaduras militares, la recuperación de la democracia, pero ante el gobierno del MAS el fuego del sindicalismo va quedando en cenizas.

Recién empiezan hacerse escuchar voces disidentes para el cambio de la actual dirigencia. Los mineros y maestros están descontentos, conscientes de que la actual estructura cobista no responde a sus reivindicaciones ni pedidos, y que solo está al servicio del gobierno de Luis Arce, que cuando los problemas están que arden, ahí están los poderosos y valientes dirigentes de la COB, encabezados por Huarachi, luciendo su bolo de coca y sus cascos mineros, dándose el lujo de amenazar y acusar a todos de intentos de golpes de Estado, de desestabilizar la economía, o sea, viendo fantasmas por todas partes.

Ah, pero no ven, no sienten, no palpan, no sufren la realidad crítica de todos los días que deben afrontar los trabajadores mal pagados, los desempleados, los subeempleados, los emprendedores que día a día hacen de todo para ganarse el pan de cada día, los precios de la canasta familiar que  ya han subido de precios.

Huarachi y su directorio no han conocido que los ex trabajadores del Periodico Página Siete llevan más de dos años sin que se les paguen sus beneficios sociales; que la pandemia provocó el cierre de pequeñas empresas; que los contratos laborales en empresas públicas y en las del Estado el contrato eventual es el que impera, sin derecho a casi nada, solo el sueldo; que los trabajadores de los medios de prensa en su mayoría no perciben sus salarios hace tres o seis meses; que cada día en las direcciones de trabajo hay alrededor de cien denuncias de despidos, de abusos laborales, de falta de pagos de beneficios sociales en empresas públicas y privadas; que los jubilados reciben rentas miserables, sin que a ellos les llegue ni un solo aumento salarial y un rosario de graves violaciones a los derechos laborales.

Huarachi y su directorio no son capaces de convocar a una marcha en rechazo a la crisis económica, a las medidas parches del gobierno de Arce, a la falta de combustibles lo que está generando cierres de empresas y desesperación en la población.

Los burócratas del sindicalismo que tiene en la COB su sede principal ya no pueden movilizar a sus filas, porque han perdido la confianza y la credibilidad de quienes son sus representados, que tiene en el rostro de Huarachi el conformismo por estar de rodillas ante el poder, la indiferencia ante tantas vulneraciones a los derechos laborales, la apatía por la crisis económica, el cinismo de estar tantos años usando artimañas en el máximo cargo de la gloriosa Central Obrera Boliviana, que estuvo al mando de grandes dirigentes sindicales, como Juan Lechin Oquendo, Filemón Escóbar, Víctor López, Juan Carlos Solares o de dirigentas que le ponían la salsa al movimiento obrero, como la troskista Vilma Plata.

Eso sí, Huarachi y su directorio cada vez que se acerca el primero de mayo, aparecen en sendas conferencias de prensa anunciando que  han presentado su pliego petitorio y un ajuste salarial, que ahora es exorbitante y demagógico, pero sirve para el show, para aparentar que están dando la cara por sus afiliados. Nada más falso este pliego.

Proletarios de Bolivia despierten, no tengan miedo ni pasividad por lo que está pasando al interior de la COB, vital instrumento de sus luchas por sus derechos y sus reinvidicaciones que hoy no está al servicio de ustedes, sino de algunos sectores privilegiados.

“En Bolivia, el camino de las masas, ese es un camino. El otro, el de las masas, el que desbrozan en la lucha los trabajadores que no piden permiso para avanzar, se está trazando en Bolivia”, lo advirtió el líder socialista, Marcelo Quiroga Santa Cruz, meses antes de ser asesinado en julio de 1980.

La COB debe liderar ese camino, pero sin los burócratas sindicales que hoy están bien pertrechados y es hora de una radical renovación de los dirigentes.

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