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Liberar, pactar y durar

Robert Mugabe ha muerto este 6 de septiembre. Alcanzó los 95 años de edad y cuando ya nadie lo aplaudía, falleció en su «exilio» sanitario en Singapur. Gobernó Zimbawe, la ex Rhodesia del sur británica, desde 1980 hasta 2017, cuando finalmente el ejército se deshizo de él en noviembre y el parlamento le pidió su renuncia. Estuvo 37 años en el poder, el cual entregó a su vicepresidente quien tras ganar las elecciones del año pasado, es apenas el segundo jefe de Estado en la ya larga historia de Zimbawe.

De padre carpintero y madre maestra, Mugabe fue uno de los pocos habitantes de la zona que logró terminar sus estudios. Tras graduarse como profesor, obtuvo un título en inglés e historia por la Universidad de Fort Hare en 1951. En Ghana, donde se casó, estudió también economía. Allí se declaró marxista, tras años de formación jesuita desde la primaria.

Al volver a su país, transmitió el modelo independentista ghanés y se sumergió de lleno en la lucha contra los colonialistas. En abril de 1961, Mugabe se une a la guerra de guerrillas a fin de expulsar a los británicos. Su arresto lo llevó a vivir en prisión durante casi una década. Tras huir de las rejas, el profesor participó de las primeras negociaciones con Londres para liberar la zona de la tutela europea. Corría 1979. Un año más tarde nacería la República de Zimbawe.

En el nuevo país, el líder sindical Joshua Nkomo y Robert Mugabe se disputaron el mando. Tras varios periodos de enfrentamiento, al final se unieron. Mugabe era nombrado primer ministro y Nkomo se integraba al gabinete.

Contrariamente al mito, Mugabe hizo concesiones regulares a sus adversarios. El pacto con Nkomo no fue el único. Años después acordó formas de convivencia política con Morgan Tsvangirai, su rival favorito.

Entre 1987 y 2000, el Presidente casi «vitalicio» alcanzó varios logros económicos y dispuso servicios públicos para la población negra relegada por el poder colonial. A inicios del siglo, Mugabe retornó a su veta radical y exigió del Reino Unido fuertes compensaciones. Al no obtenerlas, desató una ola de expropiaciones y expulsó a los colonos blancos en una especie de reforma agraria. Ello le valió el aislamiento internacional y su satanizacion universal. El país se sumergía en una crisis que al final nunca llevó al derribo del líder.

Si bien su caída en 2017 provocó celebraciones callejeras, en general fue tratado como el ex presidente longevo y cansado que terminò siendo. Mugabe no fue Nicolás Ceausescu.

Hasta el final quiso influir en la elección presidencial de 2018, aunque finalmente su partido ZANU-PF no siguió sus consejos. Hoy, en Zimbawe gobiernan sus ex seguidores y en unos meses más, el país recordará 40 años bajo el mando del mismo partido.

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