Quise aprovechar la cuarentena para releer y ponerme al día con los autores aún no leídos del Canon Occidental, ya saben esos viejitos, europeos, blancos y muertos que nos dieron la base de la literatura que tenemos que leer antes de morirnos para no sucumbir a la Parca como ignorantes de mierda. Me fue como la verga.
Leí a Homero y quise incendiar la casa del vecino gritando «cobardes troyanos, soy Aquiles Jordán, el de graciosa figura y brillante armadura y vengaré la muerte de Patroclo quebrándoles las rodillas, perros». En eso llegó la policía y me redujeron, me esposaron y me gritaron que me pudriría en la cárcel, a lo que yo repliqué «Vivir, vivir sea como fuere. El caso es vivir…» pero inmediatamente me percaté que eso lo había escrito Dostoievsky en Crímen y Castigo, así que me callé. Llegamos al cuartel de los motines y me arrojaron a un calabozo nauseabundo donde habían un montón de libros de caballería que me los leí todos hasta perder la chaveta, así que salí de mi encierro y decidí cambiar el mundo luchando contra las injusticias pero confundí unos postes de alta tensión con gigantes y me fui al carajo electrocutado hasta el orto mientras todos se reían de mi.
Mientras retornaba confundido y apaleado a mi hogar, se me apareció un esfinge que me hizo no sé que coño de acertijo, pero no le respondí, no me vaya a pasar lo mismo que a Edipo, la concha de la lora, estos autores del Canon están todos enfermos, pensé y seguí mi camino. Me pareció muy raro que de pronto estuviera en un bosque oscuro y me hablara en versos un flaco con túnica, corona de laurel y voz aflautada. «Soy Virgilio», me dijo. «Sí, se nota», le dije, «virgilio y puto», repliqué, pero él me increpó grave diciéndome «Vos que vais perdido y lento/sobre esta sombra de tan triste desencuentro/me seguiréis los pasos hasta el oscuro infierno/a encontrarte con la muerte y con el miedo». Yo no entiendo, la verdad, qué manía de estos poetas del canon para hablar como el culo, en fin, el hecho es que acabé descendiendo al infierno pero era igualito que La Cancha o sea que no me impresionó ni mierdas.
Pero ya cerca de mi hogar tres brujas putas me dijeron que me llamaba Macbeth y que iba a ser rey, carajo, y así me pasé una eternidad aburrida matando a todos los que me rodeaban, viendo a la loca de mi Lady entrar en su menopausia filosófica y yo hablando sólo diciendo incoherencias como «Tomorrow and Tomorrow and tomorrow» ¿Qué es ps eso? No sé cómo salí de tal preste que aparecí navegando y quitándoles el ojo a los cíclopes pero cuando por fin regresé a Itaca estaba tan cansado que me dormí en seco y a la mañana siguiente desperté convertido en un horrible insecto. ¡Me cago en el Canon!