En las últimas semanas nos hemos convertido en expectantes de actos bochornosos en la elección de candidaturas al interior del Movimiento Al Socialismo (MAS), para los comicios subnacionales. No hubo un debate exhaustivo de problemas ciudadanos que resolver, no. Lo que hubo fue demostraciones de angurria de poder y nada más.
Después de las elecciones nacionales del pasado 18 de octubre, ha quedado claro que el MAS es un partido político sólido y con presencia en los nueve departamentos del país. Pero, en lugar de que este suceso histórico, los consolide en las elecciones subnacionales, lo único que hacen es que se convierta en el motor impulsor de su fracaso.
“Deliberaciones intensas”, “Si fuéramos 10 gatos como Samuel y su partido o Carlos Mesa y sus amigos en una cena lo discutíamos y ya se acabó el lío” y “denunciamos que la derecha golpista trata de destruir la unidad del MAS-IPSP enviando infiltrados para generar violencia”, no son más que justificaciones a los actos desmesurados que se observaron en los ampliados de dicho partido.
Antes que sea demasiado tarde, urge que los debates y las “deliberaciones intensas” (sin actos de violencia claro) sean en torno a problemáticas que afligen a los ciudadanos como: mejoras en los servicios básicos, resolver el tema de la basura, ponerle un freno al crecimiento de los mercados y mejorar el sistema de transporte.
Los candidatos para las elecciones subnacionales deben ir con propuestas para conquistar el voto ciudadano, en un escenario en el que se prevé gran cantidad de figuras políticas.