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La tragedia impune: sesenta años del asesinato de Kennedy

El asesinato de John F. Kennedy (JFK) el 22 de noviembre de 1963 marcó la tragedia impune más terrible de los años sesenta. Su muerte plantea interrogantes sobre la estabilidad de la democracia estadounidense y la forma en que se llevó a cabo la política del sabotaje. El magnicidio de un presidente tan querido y carismático como Kennedy fue una agresión no sólo contra la persona, sino también contra el espíritu de la sociedad civil estadounidense.

Luego de sesenta años, el atentado sigue poniendo en tela de juicio la capacidad del gobierno de los Estados Unidos para proteger a sus líderes y garantizar la seguridad y estabilidad del país. Además, el hecho de que la investigación sobre su muerte haya sido objeto de tanta controversia, continúa alimentando la desconfianza hacia el Estado y las instituciones democráticas. Es difícil determinar quién ganaba y quién perdía con el asesinato de JFK, ya que su muerte tuvo un impacto multifacético en la sociedad y en la política mundial de la época.

Algunos historiadores como Robert A. Caro y Kent B. Germany, argumentan que la ascensión al poder del vicepresidente Lyndon B. Johnson, fue la más favorecida porque tenía una postura favorable a la industria militar y a la política imperialista de los Estados Unidos en Indochina. Otros sostienen que JFK ya había iniciado una escalada de la presencia militar en Vietnam y que la intensificación de la guerra fue una continuación de su política.

Es importante destacar que el asesinato de JFK fue un evento desestabilizador y sirve como un recordatorio importante, donde la democracia siempre debe estar protegida por instituciones transparentes. Kennedy tuvo desacuerdos significativos con la CIA y el FBI durante su presidencia. Criticó públicamente a la CIA después de la fracasada invasión de Playa Girón en Cuba en 1961 y ordenó una serie de reformas para limitar el poder de la agencia. Además, JFK tenía objeciones sobre la extensión del poder del FBI y la vigilancia de ciudadanos estadounidenses bajo el liderazgo de John Edgar Hoover.

Es posible que la burocracia estatal se haya beneficiado en cierta medida de la muerte de Kennedy, especialmente si algunos miembros de la CIA o el FBI estaban involucrados en su asesinato. Sin embargo, cualquier complicidad de las agencias gubernamentales en el asesinato sigue siendo objeto de investigación.

La también espantosa muerte de Robert Kennedy (junio de 1968), hermano de JFK, marcó una continuación de los aspectos autoritarios en las formas de hacer política. Robert Kennedy, que iba a postularse para la presidencia en esa época, también tuvo conflictos con la CIA y el FBI. La muerte de ambos hermanos exitosos, sin duda fue el resultado de una intriga de largo aliento.

Tanto JFK como su hermano Robert desafiaron abiertamente a la CIA y el FBI, y sus muertes plantearon preguntas importantes sobre la relación entre el poder gubernamental y la erosión de la democracia. Algunos documentos desclasificados sugieren que JFK fue resistido en algunos momentos por una élite despótica, incluyendo miembros del Partido Republicano y millonarios vinculados con la mafia. Específicamente, algunos de estos documentos apuntan a la existencia de grupos clandestinos de ultraderecha que operaban durante la década de 1960 y estaban en contra de las políticas de JFK, especialmente en relación con la Guerra Fría y la expansión del comunismo.

La impunidad caracterizó al atentado. Incluso hoy día se insiste en que hubo un solo asesino psicópata como Lee Harvey Oswald, negando la existencia de un complot más profundo y tratando de despolitizar la tragedia. Varias teorías trataron de mostrar que el asesinato pudo haber sido parte de un sutil golpe de Estado sin militares, aunque no hay evidencias claras. Lo que sí está claro fue que la muerte de JFK tuvo un impacto significativo, acrecentándose la decepción pública y la desconfianza sobre la democracia. La búsqueda de la verdad aún continúa y gira en torno a lo siguiente.

Primero, la conspiración de la mafia. Esta teoría apunta a que la mafia estaba involucrada en el asesinato debido a que JFK intensificó la lucha contra el crimen organizado. Según esta teoría, el líder de la mafia Sam Giancana y el gánster Carlos Marcello, habrían conspirado para matar al presidente. Aquí también destaca la confesión de James Files que afirmó haber sido el tirador que mató a Kennedy con un disparo mortal de frente.

Segundo, la conspiración de la CIA. Esta visión sostiene que la CIA estaba detrás del atentado debido a su descontento con la política exterior, en particular la intención de retirar las tropas de Vietnam y abandonar por completo la intención de invadir Cuba. La CIA habría contratado a los asesinos, conocía varias acciones de Oswald y encubrió la operación.

Tercero, la conspiración del complejo militar-industrial. Esta posición quiso mostrar que el complejo militar-industrial planificó el asesinato debido a su interés por acrecentar la guerra de Vietnam y agigantar los gastos de defensa. Los líderes militares y los millonarios de la industria petrolera que buscaron enriquecerse con la guerra, habrían conspirado para profundizar la invasión en Vietnam.

Cuarto, la teoría de la conspiración del gobierno cubano. Esta mirada es la más débil porque sostiene algo altamente improbable: que el gobierno cubano estuvo detrás del crimen con la intención de vengar la invasión de Playa Girón y las sanciones económicas contra Cuba. En esta teoría, Fidel Castro habría ordenado el asesinato por medio de agentes cubanos.

En cuanto al análisis forense de los disparos mortales, hay diferentes interpretaciones sobre lo que sucedió exactamente en el momento del tiroteo. La investigación oficial de la Comisión Warren concluyó que Oswald fue el único implicado y disparó tres tiros, siendo uno de ellos el que mató al presidente. Sin embargo, varios expertos en balística han cuestionado esta teoría, argumentando que las heridas de JFK sugieren que hubo más de un tirador. Las heridas de la cabeza son inconsistentes con la trayectoria de los tiros que, se supone, vinieron por detrás. En particular, la trayectoria del tiro que impactó en la cabeza de frente, mostró la posición de otro tirador que no estaba en la ventana del sexto piso del depósito de libros escolares de Texas, donde Oswald, aparentemente, se encontraba parapetado.

La muerte de JFK dejó un vacío en la política y en la conciencia colectiva del país. La élite militar y los intereses empresariales que, posteriormente, se beneficiaron de la guerra entre 1963 y 1975, podrían ser considerados como los máximos ganadores. Sin embargo, la guerra de Vietnam fue un conflicto costoso y prolongado que tuvo un impacto devastador en la sociedad estadounidense y en la opinión pública internacional. La guerra terminó en una derrota para los Estados Unidos, lo que debilitó significativamente su posición como potencia mundial.

Finalmente, muerto JFK, las posibilidades de democratización y pacificación desaparecieron hasta la actualidad, de manera que su asesinato fue una expresión obscura sobre cómo los Estados Unidos optaron por un tipo de liderazgo imperialista, a costa de eliminar el liderazgo joven y magnánimo de JFK que, en cierto sentido, solamente representó una ilusión inocente y transitoria dentro de la política estadounidense.

Pamela Alcocer Padilla es Socióloga

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