Blog Post

News > Opinión > La reconstrucción de la vida

La reconstrucción de la vida

Son increíblemente espeluznantes las imágenes sobre el terremoto en Turquía y Siria. La cifra de muertos es casi incalculable, sobrepasando los 35 mil a mediados de febrero. Llega un momento en que las labores de rescate pueden convertirse fácilmente en el retiro de escombros para encontrar solamente cadáveres. El consuelo final descansa en la posibilidad de dar sepultura a quienes fueron, alguna vez, seres queridos y murieron sin necesidad alguna. La naturaleza no perdona. Los desastres naturales como un terremoto pueden llegar de un momento a otro. Quién puede preverlos. Nadie y, mucho menos, tampoco alguien es responsable por la tragedia, aunque también empezaron a investigar una serie de probables incumplimientos en las normas de construcción antisísmica. Los hechos apuntan hacia el destino con rostro infernal que determina la muerte de miles en un súbito temblar de la tierra. Cuánto tiempo tardarán en reconstruirse las ciudades afectadas. ¿Años de años? Nadie lo sabe. El destino, una vez más, es indeterminado.

¿Qué pasa, de todas maneras, con nuestras vidas personales en el día a día de la rutina? Cuando queremos rehacer una serie de situaciones en nuestra vida, ¿estamos en la real posibilidad de reconstruirnos, desde el espíritu, desde nuestras capacidades o nuestros anhelos? ¿Se nos permite ser alguien o transformarnos en aquel que quisimos ser? Cambiar para bien o para mal, pero cambiar.

La respuesta para la vida diaria de cualquier mortal es que sí se puede cambiar, en la medida en que se tenga la plena convicción de disciplinar la voluntad para rearmar nuestras visiones sobre la vida, dominar el carácter para sacar fuerzas desde lo más profundo, con el objetivo de actuar conforme a nuevos propósitos y buscando la felicidad que, de manera legítima, nos reconcilia con un aspecto fundamental: no mentirnos a nosotros mismos. Ser fiel a uno mismo, en la autenticidad y la identidad que nos caracteriza, es un desafío plenamente manipulable para reorientar una carrera, un oficio, un plan de vida, un negocio, superar una tragedia personal, etc. Es posible transformarse a uno mismo porque una parte de la felicidad radica en la convicción de pensar que, a pesar de cualquier obstáculo, uno es capaz de tomar sus propias decisiones para mirar desde un único perfil: nuestra intimidad más honda que nos permite la libre elección de decir por allí quiero ir.

Claro que mucha gente puede contradecirnos, al afirmar que es fácil hablar del cambio alegremente o de reconstruirse, pero es bastante complejo actuar cuando se trata de mostrar objetivamente cómo y hasta dónde se puede alcanzar una verdadera transformación. Es cierto. Sin embargo, la reconstrucción de un terremoto puede durar décadas y depende de miles de factores externos como económicos, políticos, demográficos y la impenitente lluvia de maldad que a los seres humanos nos caracteriza para seguir ahondando el dolor con el engaño político, la pobreza y la desigualdad. A pesar de esta cruda realidad, los esfuerzos por cambiar son, de alguna manera, diferentes cuando se tiene el control de nuestros factores personales. Lo que está a mi alcance lo utilizo para mover mi existencia y darle una esencia que nadie más sería capaz de lograr.

En cada una de nuestras vidas, hay momentos que están bajo nuestro control pleno como tomar la decisión de seguir alimentándonos para no morir de inanición. La supervivencia diaria también impulsa las decisiones propias de tratar de ser mejor en un oficio, aprender con más ahínco una tarea, proponerse un desafío que, con el trabajo diario, puede llegar a ser un logro nuevo que depende solamente de la voluntad personal.

El ejercicio de las libertades es un recurso fundamental. Si uno vive en una sociedad esclavizada o controlada por el poder absolutista, entonces tampoco se puede llegar al dominio de nuestras determinaciones particulares. Sin embargo, inclusive dentro de la oscuridad del totalitarismo y el absolutismo, es posible, con mucho esfuerzo, elegir la necesidad de romper con la dominación de varios tipos de esclavismo.

Insistamos, es posible ser otro hombre o mujer, buscar salidas y reconocer humildemente aquello con lo que nos sentiríamos felices: practicar la voluntad para promover el arrojo, la iniciativa, la audacia para pasar la página de una serie de escenas y orientarnos nuevamente hacia el lugar donde realmente queremos ir, hacia donde nuestra tranquilidad nos consuele con el ágape de haber encontrado nuestro lugar en el universo personal. Intrépidamente, lo único que nos queda en este mundo plagado de dolores, es la libre elección de hacer o no hacer, seguir o no seguir, buscar o no buscar. El hecho de cambiar no hace daño a nadie, sobre todo en cuanto a la resolución que uno puede asumir para descubrir lo mejor de sí.

Muchas oposiciones surgirán en el camino: agresiones de otros, pobreza de recursos, miedo, intimidación de distintos poderes externos. Sin embargo, debemos aprovechar todo aquello que depende únicamente de nuestra decisión personal. Ante el mínimo de lucidez, elijamos siempre el camino del cambio, de la conversión para ser aquel o aquella con quien nos sentimos a gusto o plenamente felices. Algunos pueden llamarle fuerza de voluntad. Está bien, aunque es preferible decir solamente que se trata de vivir la vida como uno pueda y haya escogido hacerlo. Vale la pena intentar.

Pamela Alcocer Padilla es Socióloga

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights