Homero Carvalho Oliva
Sé muy bien que soy un animal perdido en la noche y por lo tanto un nombre más, un sonido más. Cuando suceda lo que espero seré el mundo y no estaré lejos de nada.
Jesús Urzagasti
viajas entonces por un libro azaroso
al país en que habitan tus fantasmas
(Fragmento de un poema Antonio Terán Cabero, incluido en la antología de Emilio Coco)
El tercer milenio ha sido generoso con la poesía boliviana, con mayor frecuencia se publican a poetas bolivianas y bolivianos en revistas y suplementos culturales del extranjero así como en páginas virtuales y blogs literarios; este reconocimiento de nuestra obra poética hace que nos inviten a grandes festivales de poesía por todo el mundo. En la década pasada varios antologadores extranjeros se han ocupado de nuestra poesía y de nuestros poetas. Podemos mencionar a tres de ellas boliviana compiladas por poetas extranjeros, la primera fue Mundo mágico – Bolivia, un siglo de poesía, cuyo antologador esFloriano Martins, poeta ensayista y traductor brasileño, es el autor de Mundo mágico – Bolivia, un siglo de poesía, publicado en Sao Paulo, por ARC Edições, en el año 2018 y la segunda es El país de los espejos. Antología de la poesía boliviana de hoy, de Emilio Coco, poeta y traductor italiano, publicada el 2019, en Italia por Rafaelli Editores. La tercera fue Memoria sin espejo. 15 poetas bolivianos contemporáneos”, cuya selección estuvo a cargo del poeta francés Stéphane Chaumet
Enfrentar la tarea de seleccionar poetas y poemas para una antología no es tarea fácil, requiere de un gran conocimiento literario, capacidad de investigación, muchas lecturas y un gran sentido estético que será definitivo a la hora de elegir quiénes serán incluidos y quiénes no. Una antología es como una mirada, como si fuera una fotografía de algo especial que será recordado; son “recortes de la realidad”, afirma Enrique Gallegos en su artículo sobre antologías, recortes que se realizan desde la visión del antologador y por tanto está “cargada de significaciones y presupuestos”, además las antologías permiten “ubicar afinidades, rasgos de época, lecturas, influencias y debates en determinado marco social”.
Por eso mismo suscribo la declaración del escritor colombiano, Jaime García Pulido: “Las antologías de poesía son una summa vital, patrimonio de la cultura. Son llamados de atención, voces de alerta sobre otras formas de inventariar la cultura inmaterial desde los territorios vitales del lenguaje. Para los poetas se imponen como ordenamiento, reescritura, patrón de visibilización; para los iniciados o lectores desprevenidos es una ruta para asomarse a una realidad que existe en su entorno, si bien a primera vista pueda parecer ajena o compleja”; para mí son inventarios de un momento histórico, temporal y espacial, una especie de registro, de fotografía o de documento que sirve como una referencia para dar a conocer un panorama literario determinado por el autor de la misma o por la editorial que la encargó. Los autores y/o poemas que se repiten en el espacio y el tiempo son los canónicos, en cambio los demás son mutables, susceptibles de ser reemplazados por nuevos poetas.
Veamos las antologías:
“Mundo mágico – Bolivia, un siglo de poesía”
Floriano Martins, poeta ensayista y traductor brasileño, es el autor de Mundo mágico – Bolivia, un siglo de poesía, publicado en Sao Paulo, por ARC Edições, un libro que se divide en tres partes: “La pieza que falta”, un ensayo acerca de nuestra poesía; “Mesa de Diálogos”, entrevistas con algunos de los poetas seleccionados y la “Antología” de poetas bolivianos. Treinta y nueve poetas están incluidos en este libro, entre ellos se encuentran: Óscar Cerruto, Fernando Ortiz Sanz, Yolanda Bedregal, Oscar Alfaro, Jaime Saenz, Julio de La Vega, Alcira Cardona Torrico, Gonzalo Vásquez Méndez, Jorge Suárez, José Antonio Terán Cabero, Edmundo Camargo, Roberto Echazú, Pedro Shimose, Jesús Urzagasti, Matilde Casazola Mendoza, Blanca Wiethüchter, Guillermo Bedregal García, Gary Daher, Homero Carvalho Oliva, María Soledad Quiroga, Vilma Tapia Anaya, Óscar Gutiérrez, Benjamín Chávez, Gabriel Chávez Casazola y Mónica Velásquez Guzmán
En la primera parte, “La pieza que falta”, Floriano realiza un brillante análisis de nuestra poesía a partir de la obra y la personalidad del poeta Franz Tamayo, sin duda alguna una de las cumbres de nuestra literatura. Floriano, basándose en un texto de Mariano Baptista Gumucio, afirma que el relamo de Baptista lo “lleva a creer que el gobierno chileno o peruano o nicaragüense ha trabajado a favor de la internacionalización de la obra y el pensamiento de Huidobro, Vallejo o Darío. Igual por toda Hispanoamérica, menos en Bolivia. El tiempo ha pasado y de alguna manera las nuevas generaciones han pensado igual. Bolivia es un país victimizado por la ceguera política. Encontramos una pequeña distinción en la conclusión del prólogo de una antología de poetas bolivianos realizada por Mónica Velásquez Guzmán (1972), al decir: “Si bien nuestra tradición carece de un Neruda o de un Vallejo, está llena de múltiples caminos que se niegan a lo unívoco de ‘los grandes padres’ para proponerse más bien como parciales, críticas y originales búsquedas tanto del decir como del habitar el mundo”. El largo ensayo que dedica Velásquez Guzmán a la poesía de su país — ella misma una destacada poeta—, que trata de “una tradición de continuidades y de diálogos”, apunta en otra dirección. La lírica boliviana se caracteriza por su capacidad ulterior de firmarse más allá de todo” concluye Floriano.
Luego recurre a Eduardo Mitre: “En sus libros sobre la lírica boliviana, Mitre hace cierta defensa de la presencia del surrealismo en su país, pero lo que me dijo, en el mismo diálogo, sobre Jaime Saenz y Edmundo Camargo es lo mismo que uno podría decir de Gustavo Medinaceli y Julio de la Vega: Lo que no veo en Saenz ni en Camargo es el ideario o las utopías revolucionarias que nutrieron a los surrealistas: instaurar la poesía en la vida, hacer de ésta una obra de arte más allá de la literatura. El erotismo, el amor, que en los surrealistas es un acto revolucionario contra el orden establecido, no creo que lo sea en Saenz. Su poesía amatoria es una constante y conmovedora evocación del sujeto amado ausente, no un reconocimiento de la presencia. Por ello mismo, el cuerpo es el gran ausente de su poesía. Le falta ese puente sensible. En su lugar, Jaime Saenz edificó una obra originalísima que no es un puente, sino una escalera en caracol por la que el poeta sube y baja infatigablemente a las tinieblas de la soledad o al vislumbre del otro, de la otredad, del tú liberador”.
En la parte denominada “Mesa de Diálogos”, Floriano va realizando preguntas a varios de los autores incluidos en su libro, la primera de ellas es: “El lugar que ocupa la poesía en la realidad, ¿continúa como una preocupación pertinente, o crees que hay temas más actuales que la poesía pueda evocar en nuestro tiempo?”.
Somos varios los poetas que vamos respondiendo a sus interrogantes, para responder a esta pregunta voy a recurrir a José Antonio Terán Cavero: “Digan lo que digan quienes insisten en que el lenguaje verdaderamente poético debe liberarse de todo referente, opino que un tropo nuevo, una metáfora, un poema, es algo que se añade a la realidad, enriqueciéndola y aun lavándola de podredumbres en indignidades. Por lo demás, la poesía invade todas las expresiones artísticas dignas de tal nombre. Sería, por tanto, más preciso decir que, en nuestro trabajo, esa poesía se traduce en la composición de poemas. Los poemas son la otra realidad, la profunda e invisible al áspero vivir cotidiano. La otra voz de que disponemos para defendernos de lo inhóspito del mundo”.
En otra pregunta Floriano cuestiona: “¿Qué tipo de diálogo crees la poesía busca entablar con el mundo a través de ti?”
Esta vez cito a Mónica Velásquez Guzmán quien responde: “Uno de resistencias, de tensiones, de búsquedas incansables para devolver profundidad a una negación común a ver y a andar por las honduras de la existencia sin tragedia, más bien con lucidez y con riesgo de nominar aquellos infiernos que a cada quien le tocan”.
Otra de las preguntas que Floriano nos hace es: ¿Cuáles son las relaciones entre tradición y ruptura respecto al tema indígena en la poesía boliviana? ¿De qué modo sientes tu poesía involucrada con los ancestrales indígenas?
La poeta Marcia Mogro responde: “Mi proyecto poético tiene como punto muy importante el rescate, aprendizaje y transposición anacrónica de la inmensa riqueza cultural indígena. Mitos, palabras en idiomas originarios, historia, antropología, etc. Son materias importantes para mi escritura”. En mi caso me sumo a lo expresado por Marcia y respondo que “tengo dos poemarios con temática esencialmente indígena amazónica: Los Reinos Dorados y El Cazador de Sueños, en ambos intento rescatar una poética de los mitos y leyendas de los pueblos amazónicos. La tercera parte es la antología propiamente dicha en que Floriano ha seleccionado una buena muestra de cada uno de los incluidos en este libro de 395 páginas. Agradezco al poeta Floriano Martins por su magnífico trabajo de análisis, difusión y promoción de nuestra literatura.
“El país de los espejos. Antología de la poesía boliviana de hoy”
Emilio Coco, poeta y traductor italiano ha elaborado varias antologías de su país, así como de otros países, nos hizo el honor de incluir a Bolivia en una antología titulada Il paese degli specchi. Antologia della poesia boliviana d’oggi (“El país de los espejos, Antología de la poesía boliviana de hoy), versión bilingüe español/italiano, en el que incluye a treinta y dos poetas bolivianos contemporáneos, entre ellos a Antonio Terán Cabero, Pedro Shimose, Matilde Casazola Mendoza, Eduardo Mitre, Blanca Garnica, Norah Zapata-Prill, Álvaro Díez Astete, Juan Carlos Orihuela, Jorge Campero, Edwin Guzmán, Jaime Taborga Velarde, Gary Daher, Marcia Mogro, María Soledad Quiroga, Patricia Gutiérrez Paz, Vilma Tapia Anaya, Gustavo Cárdenas, Benjamín Chávez, Óscar Gutiérrez Peña, Gabriel Chávez Casazola, Mónica Velázquez Guzmán, Paura Rodríguez Leytón, Jessica Freudenthal Ovando, Guillermo Ruiz Plaza y me hace el honor de insertar mi nombre entre poetas que quiero y admiro.
La antología de Coco se abre con una introducción cuyo título “La poesía boliviana, todo un mundo por descubrir”, proyecta la propuesta de su autor: revelar nuestra poesía al mundo europeo. Por eso se pregunta y se responde: “¿Cuánto sabemos de la literatura boliviana en Italia? Casi nada”, luego explica que se debe a que las grandes editoriales de su país no se arriesgan a publicar poesía de otros países, en ese sentido reconoce la labor de Claudio Cinti al traducir y publicar en Italia a algunos de nuestros poetas. Coco es un conocedor de la poesía hispanoamericana en general y de nuestra poesía en particular; ha leído e investigado antologías nacionales y breves estudios que se han publicado en revistas o suplementos culturales que él, generosamente, cita en este prefacio; hace referencias, por ejemplo, a los ensayos y muestras de poesía hechos por Gabriel Chávez en revistas y a la antología de Mónica Velásquez, de la cual resalta “el análisis crítico propuesto por Mónica Velázquez Guzmán en su ensayo “Un paseo por la poesía boliviana desde mediados del siglo XX”, quien también es autora de una “interesante Antología de la poesía boliviana del siglo XX: la danza (2004)” en la que Velásquez hace un buena selección que incluye su propia obra poética.
La poesía del siglo XX en Bolivia
Me sorprendió gratamente leer el destaque que hace de la antología que edité para Visor, la más prestigiosa editorial de poesía de España; Coco señala: “Finalmente la poesía boliviana gana mayor visibilidad en nuestro continente gracias a la antología de Homero Carvalho, titulada La poesía del siglo XX en Bolivia, publicada en 2015 por la editorial española Visor, insertada en la serie «La Estafeta del Viento», que nació con el propósito de divulgar, a través de una serie de selecciones atendidas por expertos del tema de la poesía latinoamericana, en toda su diversidad y vitalidad, poco conocida incluso, en su madre España. Carvalho hace una elección de treinta y dos poetas, que se abre con Adela Zamudio (1854-1928) y terminando con la joven Elvira Espejo Ayca, nacida en 1981. Casi la mitad de los autores que consideró están muertos y solo diez son nombres en común con la antología actual que incluye la misma cantidad de poetas que Carvalho: Antonio Terán Cabero, Pedro Shimose, Eduardo Mitre, Matilde Casazola, Álvaro Diez Astete, Homero Carvalho, Patricia Gutiérrez Paz, Benjamín Chávez, Gabriel Chávez Casazola y Mónica Velásquez”. Y es cierto: coincidimos en el número de poetas incluidos, treinta y dos, en mi caso la exigencia de la editorial fue que la mayoría fueran canónicos, es decir con obra ya concluida y convertidos en clásicos de la poesía boliviana, los otros deberían ser contemporáneos, vivos, y en esta parte coincidimos con diez nombres de poetas tal como lo menciona Coco. Esto me enorgullece. No me equivoqué en elegirlos para mi antología, en la que yo no tenía chance de incluir a otros, que Emilio si lo hizo porque se trata de treinta y dos poetas vivos cuyas obras ya han trascendido incluso nuestras fronteras. Según Jorge Boccanera: “en general creo que una buena antología toma cuerpo a partir de las inclusiones, porque de algún modo viene a llenar un vacío” y eso pretende una antología. En el caso de El país de los espejos, Antología de la poesía boliviana de hoy, es una extraordinaria muestra de la poesía que se está trabajando en Bolivia en la actualidad.
Coco reconoce la diversidad de registros poéticos de nuestra literatura y por eso aclara: “esta no es una antología en el sentido tradicional de la palabra. No es una historia, un relato más o menos exhaustivo de lo que sucedió en Bolivia en las últimas décadas en el campo poético. No informa sobre estética, las tendencias más fuertes, las varias generaciones; también porque la poesía boliviana – y cito nuevamente a Mónica Velásquez – se caracteriza precisamente por «La variedad y dispersión de sus escritos», es prácticamente imposible dibujar líneas, catalogar, etiquetar, crear y definir tendencias. Los poetas de esta antología se presentan al lector, cada uno con su exagerada vitalidad e individualidad, con su inconfundible voz”.
En los párrafos finales de su introducción Coco aclara: “Es un primer intento de dar a conocer y apreciar mejor la obra literaria de escritores que hasta ahora habían sido difícilmente accesibles para los lectores locales por la escasa o nula difusión de sus escritos, en un país tradicionalmente aislado que parece vivir al borde de la grande exploración literaria del siglo XX y principios del XXI que caracteriza al continente latinoamericano. Actualmente los poetas constituyen el hilo más sustancial de las letras bolivianas. Hay nombres que sobresalen por la solidez y originalidad de su obra. El lector que se acerque a esta antología sabrá descubrirlos; estoy convencido de que todos, sin distinción, son dignos de ser incluidos en esta antología y del lugar que les fue asignado”.
“Memoria sin espejo. 15 poetas bolivianos contemporáneos”
La tercera de estas antologías es “Memoria sin espejo. 15 poetas bolivianos contemporáneos”, cuya selección estuvo a cargo del poeta francés Stéphane Chaumet colaborado por el poeta boliviano Gabriel Chávez, editada en Colombia por Uniediciones. Esta selección incluye a quince poetas bolivianos vivos, nacidos entre 1970 y 1990, Omar Alarcón,, entre ellos Alejandra Barbery, Daniel Ayoroa Adriana Lanza, PaJanina Camacho, Roberto Oropeza, Milenka Torrico y Melissa Sauma, entre otros.