Adriana Claudia Rocha Gómez
El Otro es un término también conocido como alteridad, una idea opuesta a la identidad e intenta hacer referencia a aquello que es otro, este Otro considerado como algo diferente, aludiendo a otro individuo más que a uno mismo[1]. A partir del existencialismo, aparece el otro y el gran tema que concierne al humano, en relación a la responsabilidad por la propia vida y por la del otro. Otro ya no como descubrimiento, sino como un rostro[2]. Hegel, en la famosa parábola de la dialéctica del amo y el esclavo fue uno de los primeros en introducir la idea del otro como parte del autoconocimiento; refiriéndose al hombre que aún no es consciente, escribió: “… Cada conciencia persigue la muerte del otro”, queriendo decir que cuando se perciben diferencias entre tú y el otro, se crea un sentimiento, que se intenta resolver mediante la síntesis”. La noción de otredad también implica la comprensión de una persona que asume un rol en relación con otros.
Las relaciones con los otros jamás pueden permanecer en la indiferencia, porque es preciso entender que se da una constante tensión entre la subjetividad[3] de una persona y su interacción con los otros, condicionada por aquello que se percibe del mundo pero, está también en dicha persona, en su propia constitución que define el sentido y tono de aquella interacción. Una relación con el otro expone la posibilidad de amistad o enemistad, casi llegando por ciertos momentos a encontrar en ese otro, otro yo.
Según Michael Warner, “El moderno sistema basado en el sexo y el género no podría funcionar si no se tendiese a interpretar la diferencia entre géneros como una diferencia entre el Yo y el Otro”. Convertir al sexo opuesto en un objeto sexual se considera algo normal y una de las formas paradigmáticas de interesarse por el Otro o de forma más general por los otros[4]. Aquellos que consideramos como los “otros”, han sido nombrados y definidos con categorías que tratan de mostrar que sus cualidades están por debajo de aquellas que han sido catalogadas como “normales”. El otro, visto desde la mismidad es “nombrado” como portador de algún prefijo: a-normal, a-dolescente, anti-social, in-válido, dis-capacitado, sub-alterno, sub-versivo, sub-desarrollado entre tantos otros. Prefijos que suponen siempre una falta, una carencia, una desviación, hasta podría parecer un problema matemático: cada sufijo, quita a la palabra raíz su normalidad, la restan, la niegan o la reducen. Desde esta perspectiva el otro no es un tema de conversación, el otro no puede ser tematizado, no es seguramente, el otro.
El estigma es un término que hace referencia a un atributo desacreditador que un grupo social mantiene con otros grupos que presentan algún rasgo diferencial[5]. Goffman menciona tres tipos de estigmas con los cuales identificamos al otro. El primero está relacionado con lo que se considera “abominaciones del cuerpo”. El segundo con los llamados “defectos del carácter del individuo”. Por último, están los estigmas “tribales de la raza, nación y religión”[6]. Según este autor, estos estigmas son huellas o marcas que hacen del otro alguien a quien se puede señalar. Esta categoría es particularmente importante para entender como la mismidad percibe a la otredad, puesto que con ella se designa preferentemente al mal en sí mismo y no a sus manifestaciones corporales.
La percepción que se tiene acerca del otro, parte de asumir que hay algo malo en él, que no es otra cosa que anticipar la experiencia del encuentro con el otro, y anteponer un prefijo a la singularidad del otro, de tal manera que se neutraliza la experiencia y no queda espacio para la incertidumbre. Estas percepciones son utilizadas para dar significado al mundo social y emocional propio y ajeno, incluirse o excluirse de actividades, cualidades o escenarios, interpretar las semejanzas y diferencias entre personas y grupos para juzgar como adecuado o inadecuado el comportamiento de los individuos de las categorías a las que ellos pertenecen.
Bibliografía
Bracamonte Jorge. Nudos entre la identidad y la otredad. Una lectura de el silenciero.
Dayeh Cristiana. El intruso: Reflexiones sobre la otredad. 2014. Consultado el 23 de febrero de 2022. https://www.elpsicoanalitico.com.ar/num22/subjetividad-dayeh-el-intruso-la-otredad.php
Fandiño Yolanda. 2014. La otredad y discriminación de géneros. Rev Advocatus 23: 49 – 57.
Mascayano Franco, Lips Walter, Mena Carlos y Manchego Cristóbal. 2015. Estigma hacia los trastornos mentales: Características e intervenciones. Rev Scielo Salud Mental 38 (1): 13-19.
Rozmarien, Eyal. El sujeto de la otredad, el sujeto como otredad. 2017. Consultado el 23 de febrero de 2022. https://www.psychoanalysis.today/es-ES/PT-Articles/Rozmarin159797/The-Subject-of-Otherness,-The-Subject-as-Otherness.aspx
[1] Fandiño Yolanda. 2014. La otredad y discriminación de géneros.
[2] Dayeh Cristiana. 2014. El intruso: Reflexiones sobre la otredad.
[3] Bracamonte Jorge. Nudos entre la identidad y la otredad. Una lectura de el silenciero.
[4] Fandiño Yolanda. 2014.
[5] Mascayano Franco, Lips Walter, Mena Carlos y Manchego Cristóbal. 2015. Estigma hacia los trastornos mentales: Características e intervenciones.
[6] Fandiño Yolanda. 2014.