Silvia Rózsa
Los poemas de La lengua de los pájaros transitan por temas como la memoria, el paso del tiempo, la pérdida, la introspección y la búsqueda de sentido.
Cada poema contribuye a ampliar la visión de la experiencia humana, y el conjunto refleja una meditación sobre el ser y la transformación personal.
Los versos denotan intensidad y un recorrido emocional que trasciende lo personal para alojarse en lo universal.
En Frenesí, Gigia Talarico evoca la luz y el sonido que se entrelazan, creando una atmósfera vibrante y envolvente: Noviembre/ canta en luz y cigarras/ aturdiendo el día/ y los sentidos/.
La imagen de la “lluvia implacable” y “las cenizas” en Búsqueda simbolizan un proceso continuo de purificación y transformación.
En Cenital, el uso de la luz como metáfora destaca la claridad y el descubrir, sugiriendo una introspección en medio de la vigilia.
Las metáforas de “luz vacilante” en el poema Regalo y el “efímero brillo de otro inicio” capturan fragilidad y la promesa de un nuevo comienzo.
En Exilio, la metáfora “exilio interior” sugiere una separación interna y una búsqueda de solución en un espacio limitado: Hoy /habiendo/ descubierto o quizás/ aceptado/ un exilio interior/ me adelanto a su fin/y tomo como atajo/ una rendija/.
En La Lengua de los pájaros, hay un gran manejo de imágenes y símbolos que transmiten sentimientos y reflexiones desde lo vivido, desde el dolor, desde la nostalgia y la exploración de significados.
La melancolía, la desesperanza y la reflexión esbozan el tono del poemario. La atmósfera, construida a través de imágenes y el lenguaje, refuerza la búsqueda interna que se expresa en los diversos temas habitados en cada metáfora.
Temas como la pérdida y la melancolía se materializan en imágenes, en espacios abandonados, en recuerdos difusos y en el vacío de lo que alguna vez fue esencial.
La poeta también explora de forma recurrente la identidad personal y la autoevaluación, en un intento de descubrir la verdad interna, de comprender y aceptar la inevitable evolución del ser con el paso del tiempo.
En el poema Confusión, tenemos un ejemplo de ello: “Hay tantas cosas/ perdidas/ u olvidadas/ en la escarpada/ ruta de los días/ no sé dónde /quedaron por ejemplo/ esos ojos/ de montes y jaguares/ en los cuales/ mi alma/ anidaba y se perdía/.
Elementos naturales como la lluvia, el mar y el bosque juegan un papel significativo en el poemario; coadyuvan a describir los estados emocionales que atraviesa la autora en él.
En momentos de confusión o en escenarios dominados por el insomnio, emergen imágenes de aislamiento o distancia entre versos, entre pausas.
La intensidad de las imágenes en La lengua de los pájaros nos hace ser copartícipes de experiencias profundas a través de los micro universos de cada poema, de cada verso.
Las metáforas que se vinculan con la luz, la tormenta o la naturaleza hacen hincapié en el crecer y en las interrogantes que surgen desde su yo más profundo.
El poemario también explora la nostalgia por el pasado, el batallar con el olvido y cómo la memoria y el tiempo afectan la percepción del presente.
Entre poema y poema, se da el beneplácito a lo nuevo y a la apertura de cambios inevitables. La imagen de la hoguera, las cenizas y los reflejos alterados simbolizan el proceso de ajuste y la aceptación de nuevas realidades.
La lengua de los pájaros es una exploración profunda del paso del tiempo, de la identidad; una exploración que saca a la superficie intensas imágenes poéticas de la naturaleza y se auxilia de metáforas que revelan emociones a las que Gigia les va quitando el polvo para dejarlas al descubierto.
Es inevitable no sentir la intensidad de esa búsqueda, de ese análisis interno, de las interrogantes que la autora se plantea a través de su poesía, interrogantes que esta noche las suelta al viento, dejándolas en libertad para que sobrevuelen por esta casa, entre nosotros, entre los que ya no están, entre los que vendrán.