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La educación y los mismos dolores de cabeza

Hoy día, la cobertura educativa en la ciudad de La Paz y el conjunto de todo el país muestra un incremento sostenido en las tasas de matriculación, tanto en las áreas rurales como urbanas. Más del 90% de los niños y jóvenes acceden a la educación fiscal o privada. Por lo tanto, Bolivia es uno de los países de Sudamérica que alcanzó importantes logros en cuanto a la erradicación, no sólo el analfabetismo, sino también en lo referido al fomento de algunas condiciones de equidad entre hombres y mujeres; sin embargo, la accesibilidad dejó de lado un aspecto primordial: la “calidad de un modelo educativo”. 

Con las modalidades virtuales y el uso del internet, la educación no ha mejorado y continuamos con los mismos dolores de cabeza. ¿Se puede realmente confiar en un mejor modelo de educación con aulas virtuales, o seguimos con la misma mala educación y la pérdida de control dentro de un sistema atormentado por la baja calidad y los malos profesores?

En el siglo XXI son tres los factores de transformación que requieren debatir un posible modelo de calidad. Primero, se requiere una cultura de alto rendimiento educacional en las escuelas o colegios. Esto no solamente mejorará las condiciones de vida en general de la ciudad de La Paz, porque tendríamos mejores colegios y un conjunto de ciudadanos mejor formados y conscientes de los problemas circundantes, para cuyas soluciones se requiere un conjunto de recursos humanos bien calificados, sino que, en general, Bolivia estaría en la necesidad de enfrentar las demandas globales de mayor y mejor competitividad en el contexto internacional. Actualmente, la educación está rezagada respecto a otros esfuerzos de mejor calidad en Colombia, Chile o Costa Rica.

Segundo, es urgente contar con profesores bien capacitados. Este problema sigue siendo un obstáculo tremendo, porque ni la formación con licenciatura  ni la defensa del escalafón docente para los sindicatos del magisterio  ha logrado estimular la aparición de los maestros más capaces, más eficientes y comprometidos con grandes cambios dentro de las aulas. Todos los maestros siguen siendo repetidores y, lamentablemente, cayeron en un saco de conflictos ideológicos que perturban un eje de la educación de calidad: carecen de una actualización constante según las tendencias del mundo posmoderno y los maestros tampoco tienen tolerancia hacia la incertidumbre y la innovación.

La Paz tiene una de las escuelas superiores de formación de maestros más tradicionales como la Normal Simón Bolívar, pero ésta se caracteriza por el excesivo conflicto en sus políticas de admisión y por el bajo rendimiento académico, malos programas educativos y actitudes utilitaristas, donde los estudiantes razonan con un criterio excesivamente pragmático: egresar a como dé lugar de la Normal y pelear un ítem para trabajar con bajo sueldo, pero, en lo posible, de por vida en cualquier escuela fiscal. Extraña zona de confort que no puede adaptarse a los cambios tecnológicos de la educación virtual a distancia. Las aulas virtuales reproducen cursos aburridos, repetitivos y, ahora, carentes de novedad para compensar la presencia en las aulas que tiene un impacto más duradero en la enseñanza.

En tercer lugar, es imprescindible tener un modelo pedagógico que combine la motivación por el aprendizaje, junto con el estímulo de la creatividad que el sistema educativo debe despertar en los niños y jóvenes como ciudadanos libres, tolerantes y predispuestos para asumir desafíos de transformación permanente. Los esfuerzos gubernamentales y municipales deben tratar de paliar la baja calidad educativa con acciones que reivindiquen la ayuda a los estudiantes con problemas y compense la mala formación de los docentes demasiado ideologizados y con esquemas mentales miedosos o conservadores.

 La educación virtual y el uso intensivo de internet en la actualidad  son solamente tubos de ensayo, sin la posibilidad de implementarlos en gran escala y sin seguimiento ni evaluación para observar el logro real de resultados efectivos.

Una verdadera reforma educacional en Bolivia deberá superar el erróneo choque pendular de escoger una educación universal, occidental y ligada al conocimiento científico-objetivo, o un sistema educativo únicamente orientado hacia el rescate de las experiencias históricas de los movimientos indígenas, los saberes ancestrales y el rechazo de todas las formas de influencia que vienen de los procesos de globalización. Así se producen sólo conflictos, una falta de consciencia de futuro y la total ausencia de responsabilidad social para promover compromisos colectivos entre diferentes clases sociales e instituciones. El dolor de cabeza permanece.

Franco Gamboa Rocabado es sociólogo.

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