El 16 de agosto, en pleno Día de San Roque, las vías y paseos de varias ciudades del país se llenaron de perritos luciendo sus mejores galas, con vestimenta, lazos, cintas y collares. También se organizaron actividades para homenajear a esos mejores amigos de la humanidad.
Sin embargo, detrás de ese brillo y alegría momentánea, la realidad es otra porque muchos de esos animalitos, enfrentan días llenos de desafíos, con necesidades que van más allá de un simple adorno. De hecho, hay muchos perros callejeros que andan deambulando por calles y avenidas despertando no sólo múltiples sentimientos -de pena, ternura, rechazo o incluso repulsión- sino también constituyéndose en una problemática social desde hace muchos años atrás.
Los canes abandonados o nacidos en las vías implican severos daños a la salud, porque adquieren enfermedades de su especie como rabia y hepatitis que pueden ser fácilmente contagiadas a los humanos, sin contar los excrementos que dejan en las calles o avenidas.
Existen pocas campañas para crear conciencia sobre el respeto a los perros callejeros; no hay una línea gratuita donde se denuncie su maltrato o abandono; tampoco labores efectivas de esterilización -conjuntamente las organizaciones activistas- para evitar el crecimiento de la población canina.
Un artículo escrito el 2023 por Rosío Flores en un diario paceño, da cuenta que en Bolivia, de cada 10 perros, 8 son semidomiciliados, lo que significa que tienen dueño y hogar, pero pasan gran parte del tiempo en las calles. La nota añade que la población canina en el país alcanza los 2.938.458, lo que equivale a un perro por cada tres habitantes (datos del Ministerio de Salud), cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda uno por cada 10 personas.
Según la investigación realizada en la ciudad de La Paz el 2018 por la Agencia de Noticias Fides y que titula “Perros en condición de calle ¿quién debe asumir la responsabilidad?”, los canes representan compromiso de sus dueños y es el municipio el llamado a sancionar a aquellos amos que descuidan a sus mascotas, los sacan a las calles para que estos busquen sus alimentos e -incluso- pernocten expuestos a varios peligros.
En la indagación, la representante de Animales SOS, Susana Carpio, afirma que la Ley 239 no ayudó a mejorar las condiciones de vida de los canes, ni para hacer frente a su proliferación. Responsabilizó a las autoridades ediles de no asumir su rol de servidores públicos.
Según la entidad sin fines de lucro, la tenencia irresponsable de perros se debe a la falta de una normativa que sancione el abandono. Los canes son tratados como objetos en lugar de animales de compañía y no existe un vínculo afectivo entre dueños y mascotas.
En los municipios de Santa Cruz, Cochabamba, La Paz, El Alto, Tarija y Sucre existen leyes locales sobre la tenencia de animales domésticos, pero son deficientes en cuanto al registro de mascotas y su difusión. Además, muchos propietarios desconocen qué está permitido y qué no, y las sanciones por abandono son mínimas, lo que agrava los problemas de salud pública.
Pasaron los años e incluso las etapas de cuarentena por la pandemia y la situación se mantiene: la generalidad de perros que deambulan en las calles no son vagabundos; sino que tienen dueño pero son abandonados y se dedican a buscar alimento en mercados, viviendas, lugares de expendio de comida y -lo peor- entre la basura.
Las acciones para exigir que los propietarios sean más responsables son escazas o se desvanecen por la falta de conciencia y desinterés de mucha gente, lo mismo que las políticas preventivas contra esta situación mediante la esterilización de mascotas, que el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG) intenta controlar, siendo algo complejo y continuando las burlas a la autoridad por gente inescrupulosa.
Otra situación complicada es que pocos albergues tienen personería jurídica; mientras que otros grupos que cuentan con un registro en Zoonosis (entidad encargada de la supervisión) y rescatan a perros y gatos indefensos, enfrentan graves dificultades como escasez de alimentos, ropa así como espacio adecuado donde acoger a tantos huérfanos.
A pesar que varias agrupaciones similares realizan esfuerzos por los sin voz de manera independiente y aunque las redes sociales se llenan de avisos para ayudarlos, falta apoyo gubernamental para garantizar resultados eficientes; se requiere determinar un lugar específico para registrar los albergues sin que esto suponga altos costos y excesiva burocracia así como es necesario hacer cumplir la Ley 700 para la defensa de los animales contra actos de crueldad y maltrato.
En el país no existe una cultura sobre el cuidado de los animales y se los trata como si fueran algo prescindible. Frecuentemente las noticias dan cuenta de casos de biocidio o maltrato y si bien existen manifestaciones eventuales en contra, la realidad se mantiene y las personas perversas ni llegan a la cárcel.
Socorrer a los animales de la calle requiere de acciones conjuntas; normas claras sin vacíos legales; administración pública competente y campañas de concienciación para conseguir una sociedad más comprometida con la tenencia responsable. Hay que estar unidos por los sin voz, basta de abandono e indiferencia.