Hace pocos días se vio a Ignacio Lula da Silva, presidente de Brasil abrazando a Cristina Fernández, expresidente y vicepresidente de Argentina, al terminar la última reunión de MERCOSUR en Buenos Aires, cuando él visitó a Fernández en el apartamento donde ella cumple prisión domiciliaria, y allí se tomaron fotos. Buen pretexto para ocuparse de ellos.
Según CNN en Español el 31 de octubre de 2022, “el expresidente de Brasil entre 2003 y 2010 (…) fue condenado en 2017 a 12 años de prisión por corrupción y cumplió 19 meses de la condena, antes de que esta fuera anulada por la justicia por defectos procesales. La investigación y la condena por lavado de dinero en el marco de la Operación Lava Jato, que también impidió que Lula da Silva se presentara a las elecciones en 2018, estuvo cargada de polémicas, y el expresidente insistió siempre en que era víctima de una persecución política”.
Añade que la investigación sobre corrupción Operación Lava Jato (autolavado), “involucró principalmente a políticos del Partido Progresista (PP), el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y el Partido de los Trabajadores (PT), todos en aquel entonces en el poder, y del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB)”.
Condenado en 2018 a 12 años y un mes de prisión estuvo recluido 19 meses. Salió por una decisión judicial de noviembre de 2019 que estableció que los condenados podían permanecer en libertad mientras se agoten todos los recursos contra sus sentencias. Poco después se anuló su condena por indicios de coordinación entre el juez y los fiscales a cargo del caso y de supuesta obtención ilícita de información incriminatoria.
En cuanto a Cristina Fernández, el 10 de junio pasado la Corte Suprema de Justicia de Argentina confirmó su condena a 6 años de prisión y su inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos en la “Causa Vialidad”, por administración fraudulenta en perjuicio del Estado.
Dice el periódico “La Nación” ese día que la “Causa Vialidad” probó una maniobra de corrupción centrada en la adjudicación irregular de obra pública vial en Santa Cruz durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner. Informa que se trató de una “maniobra fraudulenta que agigantó y benefició delictivamente a Lázaro Báez y, en última instancia, los enriqueció a ellos [los Kirchner]”.
Recuerda que hay 10 causas pendientes contra Fernández, todas por delitos de corrupción a excepción de la del “Memorándum de entendimiento con Irán” suscrito cuando ella era presidente en 2013. Se relaciona con encubrimiento, abuso de poder, y con la muerte del fiscal Alberto Nisman (2015) en el caso el atentado terrorista iraní contra la sede de La Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de 1994.
Por tales antecedentes, la foto de estos dos miembros del “Foro de Sao Paulo” y el “Grupo de Puebla” sugiere la analogía que existe entre dos “cosas”; una, la “Cosa Nostra», denominación que quiere decir “lo nuestro” en italiano y dialecto siciliano. Con ella se designa a la mafia siciliana, organización criminal nacida en Sicilia, Italia, en el siglo XIX.
A partir de su creación, se extendió a otros países. En todos ellos sentó dominio territorial y tuvo enorme influencia en la vida política, económica y social con el despliegue de una serie de actividades ilegales, fuente de cuantiosas ganancias para sus miembros, base de un poder que desde las sombras veló por sus intereses burlando las leyes y sorteando el control y castigo de las instituciones represivas del Estado gracias a sus vastas redes de infiltración y a la compra de conciencias de políticos, autoridades y funcionarios para que miren hacia otro lado, todo con base en adulaciones, servicios y favores, pagos de sobornos y chantajes, con casi siempre resultados exitosos.
Pese a todo, ser miembro de la “Cosa Nostra” fue y es una actividad de alto riesgo, pues no es poco enfrentar a la represión del Estado y al poder punitivo de éste. De allí que esta organización criminal desarrolló rígidos sistemas de control y códigos de comportamiento para preservarse.
La otra “cosa” referida en este artículo se parece y difiere de la anterior, al mismo tiempo. Es “la Cosa Sua”, denominación construida con el vocablo quechua “sua”, cuyo significado es “ladrón”. Así, “la “Cosa Sua” es “la cosa de ellos”, de los personajes de la foto que se comenta. De su enriquecimiento ilícito bajo la impunidad que da el poder. Abarca a todos los miembros de la pandilla socialista.
Se parecen en que ambas “cosas” son criminales. Difieren en que la “Cosa Nostra” suda para ganar ilegalmente dinero, no ocupa el poder del Estado y sus miembros compran su impunidad, y la otra, la “Cosa Sua”, opera desde ese poder, se apropia de lo ajeno sin esfuerzo alguno y con garantía de total impunidad. Por tanto, sus miembros son también desde ese punto de vista, peores que los mafiosos, verdadera escoria que deja en la miseria al pueblo al cual dicen defender.
Que algún día todos paguen por sus delitos.