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Juventud y utopías

Mis recuerdos más tempranos datan de los años de dictadura banzerista, y viví los últimos años de las dictaduras militares como adolescente. Es así que formaron parte de esos mis años juveniles los toques de queda, las amenazas, la represión al que pensaba diferente, las noticias de opositores asesinados, la necesaria cautela lindante con el temor.

Recuerdo una noche en que con un amigo nos repartimos un cuestionario demasiado largo que habíamos recibido como tarea de colegio. El completar su parte le tomó a cada cual más tiempo del pensado, y para intercambiar las respuestas tuvimos que dictárnoslas por teléfono por más de veinte minutos, pese a que nuestras casas se hallaban apenas a una cuadra de distancia. Había un temor casi natural a romper el toque de queda incluso por un motivo tan inocente.

Me parece que ese entorno adverso para con las libertades mínimas plantó la semilla de la rebeldía en mi generación. Con algunos años más, ya nos vanagloriábamos de haber escrito Yanquis go home o haber viñeteado la cara del Che en las paredes. Era impensable ser joven y no ser rebelde, no tener el grito presto ante los abusos del poder. Incluso para quienes (lo confieso) no llevamos esa rebeldía a una militancia efectiva, ésta se traducía en la música que se escuchaba (Quilapayún, Savia Nueva, la nueva trova cubana), en los libros que se leían (aún conservo textos de Guillermo Lora, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, incluso de Galeano), y en los temas sobre los que se charlaba en las reuniones de amigos. Había conciencia política, podría decirse.

Por eso llamaba la atención que las generaciones ya nacidas en democracia parecieran tan conformistas, tan divorciadas del acontecer político del país. Algunos pensamos que la ausencia de un entorno represor inhibía esa rebeldía característica de la juventud. Quizás así fuera.

Hoy, la presencia de los jóvenes en el acontecer nacional se hacía necesaria, porque como decía José Luis López Aranguren, El papel político-social de la juventud para el perfeccionamiento de la comunidad es esencial porque la juventud es, precisamente, la edad del inconformismo, de la exigencia de perfección, del hambre y de la sed de justicia. Esa hambre de justicia llevó a la generación nacida en democracia a defender su espíritu, y ahora viene asumiendo un rol protagónico en las protestas que piden el respeto al NO del 21F, el reconocimiento del valor del NULO el 3D, el rechazo al vergonzoso fallo del TCP favoreciendo otra reelección de Morales. Ya no pintan paredes, escriben en muros virtuales, graban videos que cuelgan en youtube, ya fueron arrestados por hacerlo, y ahora decidieron salir a las calles.

José Ingenieros recordaba a mi generación que  No se nace joven, hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal, no se adquiere. Parece que los jóvenes reencontraron ese ideal, y lo hicieron porque hoy, como nunca en la era democrática del país, las libertades elementales están siendo coartadas: Medios chantajeados para no dar espacio a ciertos periodistas; amenaza de un código penal que viene con un fusil bajo el poncho, como AGL dijo haber aprendido en Achacachi; atropello a la independencia de poderes; innegable destrucción de la institucionalidad.

En defensa al actual gobierno, muchas personas aclaran que está lejos de ser una dictadura, que dictaduras eran las de antes… y tienen razón; no hay paramilitares circulando en ambulancias, pero este largo gobierno azul ya tiene varios muertos por represiones; no matan periodistas, pero sí les impiden trabajar si no son complacientes con el poder; los opositores no acaban exiliados, pero sí sufren acoso judicial. Afortunadamente no vivimos en una dictadura como las del pasado, pero tampoco vivimos en un país con una democracia plena. Estamos en un punto intermedio; dependerá del análisis de cada quien definir cuán próximos a uno u otro extremo nos hallamos. Lo que parece innegable es el sentido en que nos movemos.

Hace 12 años, el MAS encarnó la utopía de muchos (jóvenes los más), la mayoría de ellos hoy desencantados. Ahora, los buscadores de utopías por antonomasia, los jóvenes, están en las calles como no ocurría desde hace 35 años, protestando contra el gobierno, porque el MAS ya no encarna la utopía boliviana, y decidieron perseguir una nueva, porque la que enarbolaba el MAS se echó al monte, perseguida por lebreles que se criaron en sus rodillas, y que al no poder seguir su paso la traicionaron (Serrat dixit).

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