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¿Intifada o Primavera Israelí?

El conflicto entre Israel y Palestina en lo que va del año 2023 ha sumado ya 100 muertes, con 86 ciudadanos palestinos, 13 israelíes y 1 ciudadana ucraniana. Este aumento en la cifra de víctimas es una clara escalada en el conflicto en comparación con el año 2022, cuando según la ONU, hubo 150 palestinos y 20 israelíes fallecidos. Pero lo más preocupante no son los números en sí, sino el giro autoritario del gobierno de Benjamin Netanyahu y las encendidas protestas que ha despertado en Israel. Este nuevo rumbo ha generado una creciente resistencia en la sociedad israelí y ha llevado a varios a preguntarnos sobre el desenlace.

Independientemente del bando que se tome en Israel y Palestina, existe un conflicto subyacente: la lucha por la igualdad frente a un Estado que ha girado hacia el autoritarismo. En las elecciones de noviembre de 2022, el partido Likud de Netanyahu logró 32 de 120 escaños en el Kneset, pero para alcanzar la mayoría, se unió con partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos como Shad, los Sionistas o Yahadut Hatora, enfrentando al partido liberal Yesh Atid. Sin embargo, lo más preocupante es que esta mayoría ha permitido a Netanyahu buscar restar poder a la Corte Suprema de Justicia y concentrar las decisiones en su coalición o incluso en sí mismo. Su reforma judicial busca permitir que el gobierno de Netanyahu nombre jueces y evitar que la Corte Suprema de Justicia pueda pronunciarse sobre la designación de ministros y otros altos funcionarios. Además, el Ministro de Justicia, Yariv Levin, ha sugerido un Decreto para que el Kneset pueda aprobar leyes por mayoría simple, aunque la Corte Suprema de Justicia las declare inconstitucionales. Este giro ha provocado movilizaciones de 80.000 israelíes en enero y la renuncia del Ministro de Defensa, Yoav Galant, la semana pasada, quien afirmó que muchos reservistas israelíes se unieron a las protestas contra el gobierno de Netanyahu y que podrían no acudir al llamado del ejército israelí en el futuro.

Pero no solo es el hecho que Israel haya tenido 5 elecciones desde el 2019, o que Netanyahu esté gobernando Israel por casi 20 años, o que las empresas en el área de innovaciones tecnológicas estén planeando irse de Israel dadas las condiciones políticas actuales, también está el avance sobre Cisjordania y Gaza. Hace poco, la revista The Economist alertaba de que existen cada vez más jóvenes palestinos que están armados, y en Palestina persiste -a pesar del gobierno autoritario de Netanyahu- la división entre Fatah y Hamas desde 2007, que gobiernan Cisjordania y Gaza, respectivamente. ¿Existen, entonces, posibilidades de una III Intifada? Dependiendo de quién tome la iniciativa: Hamás aboga por la lucha armada contra Israel, mientras que Fatah, por las negociaciones y la internacionalización del conflicto. Fatah está al frente del gobierno palestino desde 2014, y de acuerdo a una reunión en Algeria en octubre en 2022, la división en Palestina es tal que podríamos hablar de 10 frentes en disputa, aunque en Palestina no existen elecciones hace 16 años. Asumamos, por supuesto, que es probable que el giro autoritario del gobierno israelí puede unificar criterios en Palestina, pero también es cierto que la resistencia palestina desde el mundo árabe, está condicionada hoy mismo por la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020, en la que países nada democráticos como Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos o Sudán normalizan relaciones con Israel, y el acercamiento entre Arabia Saudita e Israel, que tiene de fondo la disputa entre sunitas y chiitas en el mundo islámico, o bien, que Arabia Saudita busca debilitar a Irán.

Ahora bien, si la resistencia palestina está cercada y, además, sumamente dividida resta indagar en posibles salidas. La reforma judicial de Netanyahu es además una forma de restar poder a los partidos de centro, de izquierda y pro árabes en el Kneset, en un sistema político que de tener cierto equilibrio entre partidos de derecha, centro e izquierda en los 90, hoy tiene una clara preferencia por opciones de centro y, sobre todo, de derecha autoritaria. Esto no es problemático, pero habla de cierto giro hacia tendencias autoritarias que deja menos opciones a la moderación y a los partidos pro-árabes. Por un lado, la III Intifada dependerá de fuerzas externas, mientras que una Primavera Israelí dependería de los partidos desplazados en el Kneset, su articulación con movimientos en Palestina y el descontento con Netanyahu, su coalición y sus consecuencias para la economía israelí. De antemano, sabemos que en Latinoamérica se aboga mayormente por la causa palestina, lo que es válido, pero esta vez será más importante apoyar a los pueblos que deciden en contra de las élites políticas que los traicionan.

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