Maurizio Bagatin
Siguen soñando, hombres y mujeres de los Estados Unidos y de todo el mundo. Cuál será su sueño hoy es pericia para visionarios, todo está escrito en las novelas de la inmensa Toni Morrison, en las de Chinua Achebe. Los sueños maduran, nunca envejecen, pero cuando son frutos maduros hay que saberlos cosechar. Sesenta años de madurez. Martin Luther King sigue enseñando como soñar, en el perdón hiperbólico, como en la parábola del hijo prodigo, en la justicia del perdón incondicional. Aquel 28 de Agosto del 1963, en el Lincoln Memorial de Washington y en todos los Estados Unidos el sueño fue intenso y fue colectivo. Luego la Historia se escribió diversamente, In God We Trust que se olvidó del Blowin’ in the Wind. Le siguieron millones de sueños, aplastados en Vietnam, en Woodstock y en el 21-S, sueños que fueron pesadillas, pesadillas que son realidades.
Hoy más allá de Martin Luther King, de Gandhi y de Mandela, en este Capitaloceno sin respiración “I have a dream” sigue siendo un fruto apenas salido de una planta envejecida. Su poesía se aleja de su retórica, aquel tiempo se ha consumido. Hoy vivimos todas las paradoja posibles y otra decadencia, una más de las decadencia que el ser humano supo generar.
Mientras el sol sigue surgiendo al este y se pondrá por el oeste. El sol, las estrellas y la luna salen por el este y se ponen por el oeste porque la Tierra sigue girando hacia el este.
Los sueños no envejecen, los sueños maduran, la vida es un sueño siempre maduro. Aprenderemos algún día en saberlo cosechar.