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Guarachi y las siete cumbres del pueblo boliviano

Después del breve y reparador receso de fin de año, vuelvo a esta columna de opinión con la confianza de retomar una provechosa comunicación con quienes generosamente prestan atención a mis opiniones. La primera tentación fue la de abordar, como varios otros analistas, el tema electoral, empero, conforme fui avanzando en la concepción del enfoque, me asaltó también la idea de que después de lo sucedido antes y después de las elecciones de octubre, incluida su anulación, parte importante de la población, por ende de los lectores, revela una innegable saturación con la nada clara problemática electoral. 

Al mismo tiempo, fue creciendo también en mi ánimo la convicción de que la columna de opinión debe servir asimismo para valorar y elogiar los logros de otros bolivianos. Las conquistas de compatriotas nuestros nos edifican a todos, nos hacen crecer como pueblo.

Invadido por ambas consideraciones, decidí entonces postergar la cuestión electoral y dedicar esta columna a Bernardo Guarachi, ejemplar boliviano que acaba de inscribirse en una excepcional, cuanto reducida, lista mundial de unas 200 personas que conquistaron las cumbres más altas de los siete continentes del planeta, además de otros galardones locales, difíciles de superar en el futuro seguramente.  

Veamos algunos detalles de las proezas de don Bernardo: en América llegó en 1986 a la cúspide del Aconcagua, ubicado a 6.959 metros sobre el nivel del mar (msnm); dos años después, en 1998, puso los pies en el techo del mundo, conquistó el mítico Everest asiático (8.848 msnm); 2002 fue el año en que nuestro héroe ascendió a la cumbre del Mckinley (6.194 msnm), atalaya natural del Polo Norte; le tocó el turno al África en 2015, año en el que se encimó sobre el Kilimanjaro (5.985 msnm). 

El monte Elbrús, con sus 5.642 msnm, corona de Europa, y la montaña Jaya, conocida también como Carstensz y considerada el pico insular más elevado del mundo (4.884 msnm), enclavada en Nueva Guinea, Oceanía, fueron superados por el andinista oriundo de Patacamaya en 2016. En ese punto de su trayectoria como montañista, a don Bernardo únicamente le faltaba apropiarse del Macizo Vinson, que con sus 4.897 msnm forma la terraza de la Antártida, lo que finalmente materializó hace pocos días atrás. 

A todo esto debe añadirse la captura de la cumbre del Illimani en más de cien oportunidades y del tata Sajama en cuando menos 40 escalamientos. 

De ese modo, en base a un largo, persistente, sacrificado e inteligente trabajo de alrededor de 40 años, Bernardo Guarachi inscribió su nombre entre los 200 humanos que lograron capturar las siete cumbres del planeta, y junto al de él, el de Bolivia. 

Ahora bien, los logros de este boliviano ejemplar no sólo deben ser alabados, sino también emulados por quienes pugnan por ser conductores del país. Desde la fundación de la república, hasta la coyuntura actual, en los inicios del revolucionario siglo XXI, el pueblo boliviano viene esperando la implantación de, al menos, las siguientes siete conquistas colectivas: 

1. Una democracia integral y respetuosa de las diferencias étnico-culturales y regionales; 2. paz social prolongada e institucionalizada, 3. desarrollo sustentable, inclusivo, respetuoso de la madre tierra y generador de empleo digno; 4. seguridad ciudadana suficiente para sentirnos miembros de una sociedad estable; 5. justicia imparcial, eficiente,  efectiva y capaz de proteger nuestros derechos individuales y colectivos; 6. sistema de salud integrado, capaz de construir progresivamente un seguro universal de salud intercultural, basado en la medicina occidental y en la medicina indígena originaria, esta última cualificada científica y técnicamente; 7. Una educación que mire al futuro y que ayude a la población estudiantil y a los trabajadores a inscribirse en la cuarta revolución industrial.

Gracias hermano Guarachi por enseñarnos a alcanzar las cumbres más difíciles. Que tus medallas sirvan de impulso para materializar estas otras metas, sin cuya conquista no podremos ser ciudadanos plenos del siglo XXI. 

Carlos Böhrt I. es un ciudadano crítico.

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