El “levantamiento cívico-militar” a la cabeza de Juan Guaidó culminó en el asilo de Leopoldo López en la Embajada de España en Venezuela. No es, por supuesto, el único hecho relevante: 1 muerto y 50 heridos, además de un ejército reducidísimo de soldados disidentes del chavismo que no lograron incidir en el derrocamiento de Maduro. El llamado a la disidencia o, en todo caso, el llamado al derrocamiento a Maduro no es algo nuevo: el partido al que pertenecen Guaidó y López, Voluntad Popular, es el frente más radical entre la oposición venezolana, y a lo largo del chavismo han considerado que cualquier elección tendía únicamente a legitimar al autoritarismo de Chávez y luego, Maduro.
No se trata de defender a la Revolución Bolivariana que, por cierto, pasa por su momento más crítico. Pero es un contexto nada favorable a la oposición venezolana: por un lado, si existe un descontento generalizado con Maduro y la Revolución Bolivariana en Venezuela, el trabajo de la oposición con los sectores populares que fueron fieles al chavismo es nulo, por otro, no es verdad que toda la oposición respalda las acciones Juan Guaidó y Voluntad Popular. Es decir, Venezuela está en una fase fuerte de descomposición social y por otro, para pesar de los más ilusos en Bolivia, la oposición venezolana se encuentra también en una fase de descomposición: los 14 escaños de 167 de Voluntad Popular, que además no cree en el “diálogo” con Maduro, frente a los 27 de Primero Justicia (liderado por Henrique Capriles) y Acción Democrática (25 escaños), partidos “centristas” y “moderados”, nos indica que Guaidó actúa solo, en el ala más radical de la oposición –aunque sus planteamientos ideológicos son ambiguos- con el apoyo incesante del senador del Partido Republicano de EEUU Marco Rubio –quien no tardó mucho en “twittear” su apoyo a Guaidó a primeras horas de la mañana- , del Secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo y John Bolton, Consejero de Seguridad Nacional del Gobierno de Estados Unidos. Dos personajes que, además de pertenecer al ala más dura del Partido Republicano (la que se alinea con los planteamientos, por ejemplo, nacionalistas y de “devolverle la grandeza a Estados Unidos”), manifestaron abiertamente que Estados Unidos estaría dispuesta a una intervención en Venezuela.
Está claro que la legitimidad de Guaidó está cuestionada al interior de la oposición y su respaldo se encuentra en la comunidad internacional, pero él mismo no parece poder sostener lo que anuncia: el llamado a la desobediencia militar fue eso, un llamado, el “levantamiento cívico-militar” no logró conquistar a los altos mandos militares, y los militares que quedaron con él al final del día fueron apenas 20. Las ametralladoras nunca fueron usadas en el puente cercano a La Carlota. El mismo Maduro, casi triunfante, apareció en los medios de comunicación afines al oficialismo –parece una receta- declarando haber “aplastado el Golpe de Estado” y que Colombia y Estados Unidos estarían detrás del “golpe”. Hasta aquí, hasta podría decirse que el “héroe” Guaidó parece haberle sido bastante funcional al autoritario Maduro: no olvidemos la marcha de Nicolás Maduro junto a los militares llamando al “pueblo” a movilizarse a favor de la “Revolución”.
Sería, por supuesto, ingenuo pensar que las acciones del 1ro de Mayo en Venezuela no pertenecen a una trama mayor que parece tener correspondencia en altas esferas del gobierno de Donald Trump, o sea, un llamado a una intervención de Estados Unidos en Venezuela. Pero es igual de ingenuo considerar a Guaidó un “héroe”: Guaidó, al liberar a López, y confundir “descontento social” con “legitimidad social” a su favor, en un contexto de descomposición social y política, solo alejó las probabilidades de las soluciones más efectivas –porque, como sabemos, una intervención de EEUU en Venezuela, solo provoca muertes y desfalco institucional a favor de ciertas élites, como en Siria, Libia o Afganistán- es decir, que las partes involucradas llamen a un gobierno de transición cívico-militar (porque lo militar juega un papel principal en política venezolana) sin Maduro y sin el Partido Socialista Unido de Venezuela. No olvidemos que lo del llamado a diálogo parece más una trama de Maduro para deslegitimar a su contrincante para una solución verdadera a la crisis.