Miguel Sánchez-Ostiz

Los veo a menudo en confuso montón, tatuados y sin tatuar, matones de discoteca, empresarios, defender el imperio de la ley y el orden, y el honor de la patria, afeitándose, depilándose y untándose con no sé qué potingues pringosos debajo de un cartel que lo prohibe de manera rotunda porque es una marranada. Y no solo eso sino que su patriótica defensa de la ley y el orden es a grito pelado, entre chacotas ruidosas de cuerpo de guardia, debajo de otro cartel que solicita se guarde silencio… Está visto que, pese a todo, no inventamos el reloj de cuco.

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