Maurizio Bagatin
Paola Caridi es Marguerite Duras. Leo esta pietas a miles de kilómetros de distancia. Las imágenes son las de un documental, No other land. Todo esto me revelan que la palabra aun sirve, que aún es útil, que aún es verbo. Como al principio. Pero ahora me pregunto: ¿el verbo del principio era logos o era mythos?
Recuerdo las palabras de la mujer francesa en Hiroshima mon amour: “Aprender la duración exacta del tiempo. Saber cómo el tiempo, a veces, se precipita y luego su caída, inútil, pero que es preciso soportar, es también eso, sin duda, aprender la comprensión”. Es la lucha entre la memoria y el olvido. De todo lo que fue.
Ahora leo estas palabras: “Velan los cuerpos, con antigua piedad, para que no sean presa del mundo. No una, sino mil veces, miles y miles de veces, tantas como son las imágenes de los cuerpos fragmentados, destrozados, humillados que llenan nuestras pantallas de insomnio”.
Y la muerte, el horror que ninguna poesía detendrá. Todos hemos visto. Ahora leo el testimonio de quien estuvo ahí: “Los escombros de Gaza son el mapa del genocidio”.
La humanidad no reconoce aún su Matria, sin confines y sin conflictos. Gaza mon amour hoy es solamente un verbo que busca la voz de los sin voz, el grito de los condenados de la tierra. En Gaza no hay un Dante que se hace guiar por círculos infernales, hay versos que no deberían dejar dormir sueños tranquilos: “Si tengo que morir, tienes que vivir, para contar mi historia… Si voy a morir, que traiga esperanza, que sea una historia” (Refaat Alareer).