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Exigencias para el trabajo como excelencia

Son muchas las personas que buscan la excelencia como un indicador de desempeño destacado en el trabajo. Al mismo tiempo, también hay cientos de trabajadores que cuanto menos hagan, mejor; sin embargo, ambos tipos podrían coincidir en que el hecho de trabajar, debe ser una acción que nos garantice diferentes gratificaciones. Es por esto que el trabajo en equipo es un componente emocional de trascendental importancia. Cuando en las empresas se logra construir un sólido equipo de trabajo, entonces se desarrollan lazos interpersonales, además de profesionales, con los cuales es más fácil alcanzar la felicidad.

Ser parte de un buen equipo profesional tendría que ser una aspiración para integrar una especie de segunda familia. Esta tarea no es fácil. Ni para conseguir profesionales de alto nivel, ni para cultivar la excelencia como parte de una rutina constante. Es necesario, por lo tanto, establecer acciones que incentiven los deseos para autoformarse, autoexigirse y autocriticarse, con el objetivo de alcanzar mejores resultados, junto con mejores relaciones personales.

El concepto de excelencia y el desarrollo de actividades integradoras “en equipo”, demuestran que la mejor motivación radica en el perfeccionamiento de procesos, en el incentivo de la innovación, una mejor competitividad y la gestión de calidad que se vincula con indicadores de rendimiento encaminados, siempre, hacia el logro de un ambiente de trabajo donde ser feliz, se define por la participación intensa en una empresa que garantiza el compromiso con un atractivo ambiente laboral. El trabajador quiere ser una mejor persona, un buen aliado para el compromiso y un actor del cambio, abierto al aprendizaje en una serie de experiencias prácticas.

Desde este perfil de desempeño, el desarrollo profesional es un buen ejemplo para que el área de recursos humanos se preocupe por la capacitación en la empresa y valore en su real dimensión, a aquellos trabajadores que invierten mucho tiempo y dinero en aquella calificación que les permite llegar a ser verdaderos expertos. Es crucial no tenerle miedo a la calidad. Si esto no comprenden los gerentes de recursos humanos, entonces el trabajo se convierte en una práctica de quejas, chismes y engaños.

Una de las razones para que las personas quieran cambiar de trabajo, descansa en la sensación de haber alcanzado un estancamiento profesional. Cuando los empleados sienten que no están aprendiendo nada nuevo, que no se enfrentan a nuevos retos profesionales, o que no tienen una posibilidad para seguir creciendo en conjunción con la tristeza de estar desconectados de un equipo de trabajo, se desmotivan a tal extremo que pueden llegar a perjudicar la empresa, tratando de contribuir lo mínimo y, en algunos casos, mintiendo a los jefes para forzar ciertas situaciones, hasta que se den cuenta que el buen rendimiento dejó de existir.

Para fomentar mejores indicadores de desempeño, se puede utilizar un salario emocional como, por ejemplo, la implementación de un plan de desarrollo profesional: la formación de los empleados, a través de sus mismas experiencias, nuevos conocimientos junto con sus prácticas y formas personales para la resolución de problemas. Asimismo, se puede prever el pago de diferentes cursos de capacitación, asistencia a congresos e incluso ofertas para que los más ambiciosos puedan convertirse en líderes. Estas acciones generan beneficios netos para cualquier organización.

Cuanto mejores sean los conocimientos y las habilidades de un empleado, mejores serán las perspectivas para dar grandes saltos de cambio controlado y preservar a los servidores que marcarán la diferencia cuando surjan los momentos más difíciles: una crisis de la empresa, un reto para romper records o, simplemente, aquellos momentos donde los equipos de trabajo comparten plena solidaridad.

Como parte de la excelencia, también es muy significativo tener una vida sana. La salud mental y una alimentación adecuada en la oficina, contribuye de forma substancial a un buen desempeño. Las instituciones tienen que impulsar el consumo de un tipo de comida que no sea únicamente chatarra, promover la actividad física como el yoga y aquello que implique estar libres del estrés, frenar el constante agotamiento y los riesgos laborales a causa del exceso de ruidos y ambientes incómodos donde, en algunos casos, la gente está encerrada.

La aplicación de políticas para el reconocimiento de la excelencia no debe confundirse con sutiles acciones de discriminación. Todo lo contrario.
Conseguir a los mejores empleados, ayuda a que todo el personal se encamine hacia un ambiente de colaboración sobre la base de ideas comprobadas, conocimientos para reforzar el trabajo en equipo y el asesoramiento de expertos que lideran los procesos de adaptación para que el modelo organizativo construya un sentido positivo de pertenencia.

La excelencia fortalece, en el fondo, la creatividad y es por eso que los horarios flexibles deberían permitir que los empleados puedan ser apoyados para estudiar especializaciones o cursos de postgrado. Esto, sin duda, tendría que estar normado pues el hecho de flexibilizar los horarios de trabajo, no debe implicar el abuso de aquellas personas que quieren huir de la oficina con pretextos, sino mantener la productividad y la orientación del trabajo hacia el incremento permanente de mejores estándares de calidad.

Pamela Alcocer Padilla es Socióloga, especialista en desarrollo organizacional

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