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Evo Ozymandias

Las recientes declaraciones del ex presidente Evo Morales, filtradas en un video viralizado en redes sociales, causaron un revuelo mediático, una ola de acusaciones y contraacusaciones. Desde el oficialismo afirman que cuidar al gobierno de Jeanine Añez durante el 2020 era el único camino a la victoria electoral, extremo por demás corroborado con el 55% que obtuvo el MAS en las elecciones generales, por tanto, un proceder estratégico magistral a la altura de Napoleón o del mismísimo Sun Tzu. Desde la oposición se cree que dicho apoyo, estratégico o no, es importante por algo más trascendental: echar por tierra la tesis del “golpe de estado” derechista, imperialista, pitista, novembrista, mandarinista, etc.

No es la primera vez que las acciones y el discurso del ex mandatario se enredan en contradicciones flagrantes. Es como si su imagen, alguna vez referente del movimiento indígena emancipatorio, se hubiera desportillado tanto que recuerda a Ozymandias, el célebre poema de Percy Bysshe Shelley:   

Conocí a un viajero de una tierra antigua
quien dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño
y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,
cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones
las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos,
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.

Y en el pedestal se leen estas palabras:
«Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!»
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas»

Un proceder digno de un animal político, un horizonte enfocado en la victoria electoral sin importar el costo, incluso negando la posibilidad de que Eva Copa, ex senadora y militante de su partido, asuma la presidencia transitoria por el potencial riesgo de restarle votos al MAS, alteños “peleando” por cuotas ministeriales no habrían sido una buena imagen preelectoral. Ya en noviembre del 2019, en una bochornosa entrevista ante Gerardo Lissardy de la BBC, Morales demostró esa actitud “pragmática”. Mientras esperaba que la Asamblea Legislativa Plurinacional acepte su renuncia y en distintos puntos del país se sufrían olas de violencia, declaró: “Quiero que sepas, los movimientos sociales, el movimiento indígena o el pueblo alteño, solo nosotros lo podemos parar”[1]. Contraste sorprendente con las supuestas motivaciones de su renuncia: salvar vidas, evitar el enfrentamiento civil y recuperar la paz, cuando el objetivo principal era generar caos para mantener el poder, evitar la pérdida de la personería jurídica del MAS y finalmente, ganar las elecciones del 2020 cuidando a los “golpistas”.

El discurso oficialista se afana en hacernos creer que Camacho, Mesa, Añez y Kaliman fueron los conjuradores de la caída del régimen masista, pues la intención es negar el movimiento ciudadano de clases medias urbanas que apoyó su derrumbe, el objetivo es invisibilizar el enfrentamiento civil e imponer la tesis victimista del golpe de estado eximiendo de responsabilidades al oficialismo. Versión desportillada por acuerdos, leyes promulgadas y negociones celebradas entre el gobierno transitorio y el MAS a finales de 2019 y durante el 2020, de hecho, la permanencia de los “golpistas” en el poder fue clave para su triunfo.

No importa violar promesas de pacificación y reconciliación nacional, tampoco despilfarrar tiempo y recursos insistiendo en que los males del universo provienen del golpismo. Evo Ozymandias se afana en recapturar espacios de poder ignorando la colosal y decadente ruina en la que se convirtió.       


[1] Minuto 29:48, la entrevista completa puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=OVd1oYV3Qbc

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