Blog Post

News > Augusto Vera Riveros > “Evaluaremos en su momento”: el plan de Andrónico

“Evaluaremos en su momento”: el plan de Andrónico

Estamos a un mes y un poco más del gran acontecimiento democrático que Bolivia deberá aprovechar para echar a un modelo político y económico del que han salido muchos ricos y con el que se han empobrecido varias decenas de miles de bolivianos.

Todavía falta llegar al culmen del proceso. Por tanto, todavía no hemos escuchado de forma puntual las propuestas de todos los candidatos, y conforme vayan pasando los días, las entrevistas, los debates, foros y toda naturaleza de contacto que los principales candidatos tengan con el electorado, habrá mayores pautas sobre sus ofertas. Empero, existen cuatro fórmulas principales en cuanto a la preferencia que, encuestas de por medio, se están posicionando en los primeros lugares. De ellos, solo tres tienen opción a terciar en una segunda vuelta que por primera vez —es lo más seguro— en Bolivia se dará.

Tenemos vicepresidenciales que nunca debieron ser nominados para optar por la segunda magistratura. Otra, que ha ratificado su veneración por Evo y un Andrónico Rodríguez que no se puede liberar del arropo del despótico expresidente quien hace tiempo ha decidido no apoyarlo más. El discurso del aspirante a presidente es sin duda el factor determinante que puede derivar en el éxito o el fracaso no solo de él, sino de todos los que detrás suyo forman parte de las listas a asambleístas nacionales. Parece ocioso siquiera pensar en que, tratándose de la búsqueda de la administración política del país, todas las fórmulas tienen un plan de gobierno, que, además, debe formar parte de su inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral.

Pero esos son requisitos formales que todo candidato debe presentar como parte de una larga lista de documentos que habiliten su postulación. Lo otro —aparte del financiamiento, la publicidad, el aprovechamiento de las tecnologías que las comunicaciones hoy nos ofrecen, la imagen, el estilo de campaña u otras herramientas que conforman un todo y que es la campaña— es el discurso de la cabeza de la fórmula, que, en el caso de Andrónico, en las pocas intervenciones que tuvo ante la prensa, parece no existir; Andrónico parece no tener un programa de gobierno, pero lo más probable es que ignore el que su equipo diseñó.

El joven sindicalista, que siempre rehúye contestar con claridad, como si ante la posibilidad (afortunadamente remota) de investirse como presidente tuviera que hacer cumplir el mandamiento de aprehensión contra Evo Morales que una periodista le preguntó; el otro día, en una entrevista, el discípulo del prófugo de la justicia dio más vueltas que un trompo… para finalmente no decir nada sobre ello. Lo claro es que responder afirmativamente enterraría cualquier posibilidad de apoyo que desesperadamente espera del trópico cochabambino. Y responder negativamente atenuaría la enemistad ya existente del que, como antiguo maestro, sabe hasta dónde puede llegar, pero lo haría más aborrecible para los millones de bolivianos que esperan la aprehensión del tirano.

Pero en política la oratoria va mucho más allá del arte de hablar bien (que, en el caso de Andrónico, tampoco existe), porque a través de ella los políticos pueden movilizar elecciones, fortalecer su mensaje y conectar con el electorado. Y es que, a través de un discurso bien estructurado y pronunciado, un individuo puede causar un impacto profundo en los electores, pero para eso hay que tener argumentos razonables y coherentes.

Contrariamente, Andrónico Rodríguez, atrapado en sus limitaciones dialécticas y formativas, con un síndrome de pánico escénico en lo poco que todavía habló ante la gente a través de los medios de comunicación (y por presión de sus asesores), todo aspecto de relevancia que le fue consultado no merece más respuestas que “Será evaluado en su momento”, lo que ya de por sí denota un desconocimiento de lo que su alianza quiere para gobernar, o que no tiene la capacidad para conducir un país que necesita respuestas claras y contundentes. Por eso un aspirante a la presidencia debe ser un estadista. No es intención mía descalificar en lo personal al candidato del MTS, cuyas virtudes pueden ser muchas, pero ninguna de ellas tiene que ver con la política en el nivel al que él entró solo por haber presidido el Senado muy trivial y mediocremente, por todo el periodo constitucional aún vigente.

Si Bolivia tuvo a Hilarión Daza o Mariano Melgarejo como presidentes, nada debe extrañarnos.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights