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Estudiar sociología: dilemas de calidad y renovación

Franco Gamboa Rocabado

Estudiar sociología no es negocio. Además, lo peor de todo radica en una formación deficiente y llena de ideologías inútiles para enfrentar el mundo del siglo XXI. Las carreras de sociología de la UMSA y la UPEA arrastran problemas fundamentales, entre los cuales destacan los siguientes:

Primero: la selección de docentes de calidad es limitada y deficiente. No existe una apertura para la incorporación de profesionales aptos en el área de la sociología que puedan enseñar y transmitir sus experiencias prácticas en las aulas, así como abrir debates constructivos para diferentes agendas de investigación en los posibles espacios laborales donde los sociólogos se insertan.

Segundo: los procesos de admisión son incorrectos. Los estudiantes no están plenamente preparados para asumir las futuras responsabilidades académicas en el área de la Sociología, debido a que la gran mayoría ingresa a las carreras de manera improvisada y con el objetivo de lograr un título sin tener que hacer “mucho trámite”, y sin la correspondiente vocación específica para fomentar un desempeño de mayor calidad en el campo laboral. Casi el cien por ciento de los estudiantes y docentes tiene problemas con el lenguaje español hablado y escrito. De hecho, este es un problema estructural, de manera que ni docentes, ni estudiantes estarían en la capacidad como para publicar artículos científicos y de relevancia académica en revistas de renombre internacional para la Sociología.

Tercero: los planes académicos no están actualizados y tampoco responden a las demandas efectivas de la realidad laboral, sea en La Paz o en el resto del país. Además, hay evidencias donde resalta que los sesgos en la formación teórica e ideológica, restringen enormemente las posibilidades de otorgar a los estudiantes una educación más universalista, tolerante y abierta a las exigencias actuales. No existe, ni en La Paz, ni en El Alto, la posibilidad de estudiar Sociología Forense y del Crimen, Sociología del Derecho y de las Instituciones, ámbitos tan necesarios debido a la crisis que tiene el Poder Judicial y la administración de justicia en Bolivia. Nada se puede hacer con la Sociología del Medio Ambiente y los Problemas del Cambio Climático, y entre los años 2006 y 2021, ni la carrera de sociología de la UMSA o la UPEA pudieron abrir una maestría, por lo menos en sociología general. Actualmente, no hay la posibilidad de que los estudiantes se beneficien con cursos de postgrado serios y con la actualización de debates y enfoques metodológicos. De hecho, si alguien por casualidad pregunta ¿a qué se dedica un sociólogo (a)? Ni docentes ni estudiantes podrían dar una respuesta contundente, clara y precisa. Asimismo, la gran mayoría de los profesionales de Bolivia no saben ni entienden claramente para qué sirve un sociólogo o la Sociología, ni cómo beneficiaría este saber o profesión dentro de la cultura y el propio Estado.

Cuarto: existe una desorientación sobre cuál es el verdadero oficio del sociólogo en Bolivia, lo cual dificulta una formación integral para los estudiantes, así como una relación más complementaria y de mutuo diálogo entre los profesores sociólogos y las demandas que provienen de la realidad boliviana donde se espera, probablemente, la identificación de soluciones específicas desde la sociología como ciencia.

Quinto: el alcance en la formación del sociólogo profesional es muy restringido puesto que se oferta una educación demasiado general, la cual no tiene un impacto real ni tampoco está a la altura de las problemáticas del siglo XXI. No existen áreas de especialización en diferentes campos de la sociología, ni tampoco se estimula la formación de los profesionales ya titulados a través de postgrados, debido a la inexistencia de diplomados, maestrías o doctorados en Sociología, pues lo único que hay es la licenciatura con un enfoque demasiado genérico.

Sexto: hay una tendencia en la presentación de tesis que está dirigida hacia un enfoque metodológico de carácter antropológico y etnográfico, debido a la ausencia de sociólogos que puedan realizar investigaciones sociales demandadas por el mercado laboral, las cuales requieren un enfoque más analítico y de producción teórica. Esto hace que los futuros sociólogos no puedan adaptarse a un entorno laboral exigente y de alta especialización en áreas como la Sociología de las organizaciones, de la cultura, de la religión, del trabajo, del comportamiento y la acción social, del derecho, la Sociología criminal, la gestión y gerencia sociales, y las políticas sociales entre otras, en comparación con las ventajas que ofrecen universidades extranjeras donde el oficio del sociólogo (a) se encuentra mejor posicionado y es más competitivo.

Hoy en día, la formación sociológica en la UMSA y la UPEA está caracterizada por un enfoque multidisciplinario, pero sin una estructura adecuada que sea apta para comprender los problemas sociales más importantes del país. El perfil profesional que se ofrece es el de investigador social productor de conocimientos, aunque la gran mayoría de los estudiantes de cuarto año tienen serios problemas para presentar sus proyectos de tesis.

Entre los problemas académicos estructurales destaca la mala formación teórica de los cursos básicos. En general, las carreras de sociología de la UMSA y UPEA consideran que los estudiantes deben cursar por tres años, como mínimo, un conjunto de teorías sociológicas denominadas sistemáticas y comparadas, pero sin existir una clara diferencia sobre cuáles son las “competencias” que van a ganar en sus estudios.

Se asume que las sociologías sistemáticas incorporan el estudio de los conceptos principales y las escuelas de mayor influencia en la formación del pensamiento y análisis sociológico; mientras que las sociologías comparadas tendrían que concentrarse en el pensamiento de los autores más polémicos y decisivos en la ciencia sociológica. En la realidad, la formación no muestra ninguna conexión entre escuelas, conceptos y pensadores, de tal manera que los estudiantes están expuestos a una confusión sobre el oficio del sociólogo, su vocación intelectual y, finalmente, todos se orientan hacia una repetición ecléctica que dificulta mucho una educación de buena calidad y con la capacidad para una investigación metódica de los principales problemas sociológicos en Bolivia.

Por otra parte, los estudiantes con la proyección de ingresar a una carrera universitaria, lo hacen desconociendo la lógica que demanda un área como la sociología, donde uno de los principales requerimientos es el trabajo académico e intelectual. Evidentemente, esto se debe a la ausencia de un serio compromiso que debe presentar un futuro aspirante a sociólogo, ligado al hecho de que el sistema educativo actual no los prepara para enfrentar una realidad cognoscitiva más rigurosa, mostrando otro obstáculo: a los estudiantes no les gusta leer. Este problema dificulta la posibilidad de tener acceso a una buena formación.

En Bolivia, la identidad profesional de los sociólogos está muy relacionada con el mundo académico y el asesoramiento en políticas sociales o de intervención en los procesos de desarrollo. Sin embargo, la formación en la UMSA y UPEA carece de un análisis más detenido sobre cómo impactar en la realidad laboral en forma contundente. Por ejemplo, ambas universidades son poco capaces de enfrentar la influencia en los siguientes ámbitos de trabajo:

  1. Docencia e investigación académica en el conjunto del sistema universitario público y privado, tomando en cuenta inclusive la formación en los colegios secundarios también de los ámbitos público y privado. Actualmente, lo que resalta es la participación de los sociólogos en diferentes centros de investigación relacionados con Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y fundaciones para el desarrollo.
  2. La realización de investigaciones, estudios de caso y diagnósticos institucionales en distintos aspectos de la realidad social boliviana. Hoy en día, la complejidad del mundo laboral requiere que la capacidad analítica del sociólogo pueda manejar varios instrumentos para el diseño de políticas públicas y programas de gestión en un conjunto de organismos públicos, privados e internacionales.
  3. El desarrollo de actividades de planificación, programación, gestión y/o evaluación en proyectos de carácter político y programas sociales como en las áreas de salud, empleo, vivienda, lucha contra la pobreza, manejo de diversas situaciones de conflicto, tanto para el fortalecimiento de las instituciones estatales, así como para el asesoramiento de múltiples entidades en la sociedad civil.
  4. La investigación de mercado, los sondeos y análisis de la opinión pública, donde el oficio del sociólogo tiene un ámbito bastante flexible en los procesos de campañas electorales y en diversas encuestas de opinión política que hoy caracterizan a los sistemas democráticos.
  5. En el terreno de los recursos humanos, la sociología aporta en el diagnóstico, planificación, selección de personal, capacitación profesional y planes de reconversión o reinserción laboral. De cualquier manera, son los psicólogos que tienden a monopolizar este ámbito de trabajo, precisamente por la ausencia de sociólogos bien capacitados para disputar con sus habilidades todo lo que significa la selección de capital humano en las instituciones públicas y privadas.

Los principales problemas de calidad

Las carreras de sociología de la UMSA y la UPEA arrastran notorias falencias en cuanto a la transmisión de habilidades en los estudiantes para leer y escribir correctamente, escuchar y dialogar con grupos e individuos. Asimismo, la actual formación no muestra interés y pasión por el estudio de los fenómenos sociales, puesto que la estructura curricular tampoco apunta al objetivo de desentrañar las causas de los fenómenos sociológicos y no se plantea la imaginación de posibles soluciones a los problemas más candentes del país. El eje de transmisión de información se centra en la repetición de teorías generadas en el extranjero, de manera incompleta y con un fuerte tono acrítico pues están ausentes las investigaciones innovadoras y de actualidad.

El sociólogo de hoy en Bolivia debería estar dispuesto a dedicar mucho tiempo a la lectura y al desarrollo constante de sus capacidades para comunicarse por escrito, a través de la publicación de artículos científicos y trabajos académicos; sin embargo, ni los profesores, ni los alumnos cultivan un espíritu crítico destinado a la inversión de múltiples esfuerzos y recursos para la creatividad permanente en el trabajo intelectual. La mayor parte de los profesores no llegaron a convertirse en investigadores y son muy raros aquellos que publican en revistas especializadas, indexadas y reconocidas en el ámbito internacional con calidad científica. En general, Bolivia se encuentra por detrás de varios países de América Latina donde se estimula la publicación y competencia en revistas y publicaciones de renombre en el área de las ciencias sociales como México, Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Costa Rica.

La vocación en sociología exige que los estudiantes puedan contar con un profundo interés por el mundo circundante, impulsar la disposición a indagar sobre todas las facetas de los problemas sociológicos en Bolivia, yendo más allá de los requerimientos curriculares para la titulación. En América Latina, el oficio del sociólogo está directamente comprometido con la formación intelectual, lo cual implica estimular los intereses por todas las manifestaciones de la actividad humana: avances científicos y tecnológicos, el cine, la literatura, el teatro, la música, las manifestaciones políticas, los retos que demanda la solución de la pobreza, las fiestas populares, el conjunto de los dilemas del desarrollo económico, etc.

De la misma forma, la actual educación sociológica en la UMSA y la UPEA no plantean una buena correlación entre los conocimientos básicos de Matemáticas y su utilización en las Ciencias Sociales, que después deben ganar espacio en la Estadística y las Metodologías de Investigación Cuantitativas. Las áreas de estudio vinculadas con la Teoría Sociológica avanzada o contemporánea, la Geografía y el Derecho, están ausentes y no tienen profesores especializados. La Teoría del Estado y sus relaciones con el desenvolvimiento de la Economía, la Demografía y todo lo que significa una reflexión Filosófica más global para generar teorías nuevas, quedan ausentes de los actuales planes de estudio, afectando así las posibilidades para que el sociólogo pueda expresarse con destreza en la comprensión de una sociedad multicultural y compleja como la boliviana. Ninguna carrera se ha preocupado alguna vez por los cambios profundos y dramáticos efectos que la “inteligencia artificial” genera en la sociedad. Las influencias de la tecnología en las sociedades del siglo XXI son un ámbito de total ignorancia para las carreras de sociología en Bolivia.

Es importante agregar que Bolivia requiere, al mismo tiempo, una profunda revisión de los patrones dominantes en el sistema de su educación superior. Las universidades públicas y privadas se encuentran en crisis y la estructura institucional de las carreras de sociología se convierte en un obstáculo adicional que impide la realización de varios cambios.

Se necesita generar las condiciones para el desarrollo de factores que construyan un pensamiento propio y visiones científicas a partir de experiencias históricas en la cultura y la sociedad bolivianas. Entre los puntos más problemáticos que afectan a la educación superior del siglo XXI en el país, se encuentran tres elementos:

El primero se refiere al carácter de la transmisión de conocimientos en las universidades públicas y privadas en Bolivia, el cual está fuertemente influido por la repetición y los impedimentos institucionales que evitan efectuar investigaciones de calidad, con el propósito de contribuir al desarrollo de la sociedad en general y a los procesos económicos.

El segundo problema, consecuencia del primero, tiene que ver con el cultivo de la tolerancia y la creatividad en el trabajo de los estudiantes. Ambos fenómenos tienden a desaparecer en la academia porque desde la cátedra y la gestión universitaria (del pre y postgrado) se trata de negar –a veces sutil y otras abiertamente– la aceptación de puntos de vista divergentes o nuevos, razón por la que se menosprecia cualquier descubrimiento o, simplemente, éste es una variable inexistente para la práctica docente y la misma gerencia institucional de las universidades, donde las burocracias privilegian todo tipo de normas por encima de la agilidad institucional para una moderna gestión del conocimiento.

El tercer problema está relacionado con la posibilidad de transferencia tecnológica o la aplicación de conocimientos que las ciencias puras y sociales pueden realizar a la sociedad boliviana contemporánea. Dicha transferencia está fuertemente vinculada con la superación de la pobreza y los dilemas del desarrollo económico, donde las universidades, lamentablemente están perdiendo su papel central al ser rebasadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y centros privados de investigación de diferentes fundaciones.

Necesidad de renovación

Las relaciones entre investigación y docencia universitaria en Bolivia, están estrechamente conectadas con el tipo de cultura política que envuelve a la sociedad y es aquí donde la sociología debe iluminar claramente todos los problemas. Nuestra cultura política continúa siendo autoritaria, a pesar de vivir treinta años en condiciones de democracia representativa. Esto también es contradictorio porque aún a pesar del régimen democrático y gozar de libertad de expresión, nuestros patrones de vida están atrapados en la rutina y el convencionalismo, en el conservadurismo y el ciego respeto a la autoridad de turno, sin importar si ésta se encuentra capacitada para ejercer sus funciones o si merece legitimidad.

Esta cultura del autoritarismo se traduce en una lógica patriarcal y de verticalidad que influye en las aulas universitarias, distorsionando las acciones de los docentes de pre y postgrado en el sistema universitario. Tal como sucedió desde la colonia española, el legado ibérico fomentó el desarrollo de actitudes intransigentes respecto a todo aquello que no era español, hecho que se conectó con el autoritarismo cultural y religioso. Estas concepciones se convirtieron en nuevos códigos de conducta que conservan inclinaciones verticalistas y destruyen la creatividad en la generación de conocimientos, pues las universidades ofrecen el prestigio del título universitario a como dé lugar, sin la correspondiente calidad. Los títulos de licenciatura, maestría y doctorado, son los sucedáneos postmodernos de la nobleza y una odiosa jerarquía discriminatoria que dominó en Bolivia y América Latina durante la colonia.

Actualmente, los profesores ejercen su autoridad en las aulas sin estimular la creatividad, ni la producción científica del conocimiento. La imposición de la autoridad se convierte en una práctica para refrendar los gustos e inclinaciones personales de los docentes durante las discusiones en grupo. Nadie se detiene a analizar lo contrapuesto o endeble del conocimiento impartido y, si existe esta posibilidad, los docentes no actúan como facilitadores y mediadores del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino como defensores de posiciones principistas reforzadoras de prejuicios, o de las fórmulas erróneas reproducidas por algunos organismos internacionales que financian la realización de investigaciones, muchas veces sin pensar en el trabajo académico sino en las necesidades inmediatas o un conjunto de intereses específicos que caen por fuera de las preocupaciones universitarias.

Ahora bien, esto no quiere decir que la discusión sea inexistente en las aulas universitarias del país, o que la enseñanza sea víctima de una lógica inquisidora. Todo lo contrario, las discusiones existen y hasta el cansancio, pero vacías de aportes. Aquéllas son un ir y venir de actitudes defensivas y, en el fondo, de posiciones dogmáticas sumamente sutiles.

En este ambiente institucional y pedagógico, los estudiantes universitarios actúan de una manera práctica, evitando cualquier confrontación académica con los profesores, limitándose a hacer lo mínimo porque esto satisface las condiciones circundantes y da menos trabajo al catedrático que tiene otras ocupaciones no académicas fuera de la universidad. Lo importante es conseguir el título nobiliario-profesional que se puede adquirir para diferenciarse de los demás.

El resultado es la ausencia de condiciones permanentes de incentivo para cualificar la cátedra universitaria y dotar de mayores estímulos para el aprendizaje de los alumnos. Por lo tanto, la crítica científica, creatividad e imaginación, no pueden ser capturadas como mecanismos movilizadores de la optimización y el mejoramiento del proceso de educación universitaria en el pre y postgrado.

La situación no es tan dramática después de todo porque los estudiantes se dan modos para ejercer su imaginación y creatividad por medio de acciones extracurriculares como la publicación de revistas estudiantiles o la organización de grupos de discusión, donde lo primero que se hace es una saludable purificación fuera del aula, al margen de presiones y dogmatismos, sean éstos provenientes de la moda o del mercado de trabajo.

Otro problema descansa en cómo las orientaciones científicas bolivianas están en la imposibilidad de lograr una transferencia tecnológica de conocimientos en la sociedad. La probabilidad de ligar investigación científica con la aplicación o uso tecnológico del conocimiento, es una oportunidad para identificar varias políticas públicas orientadas hacia el alivio a la pobreza y la ejecución de estrategias de desarrollo.

Actualmente, Bolivia está inundada de Organizaciones No gubernamentales (ONG) y fundaciones privadas que actúan en el ámbito de las políticas públicas. Esta red de instituciones civiles para el desarrollo creó un mercado de la investigación, social y tecnológica, donde se confunden la ciencia (producción de conocimientos) con la consultoría coyuntural para resolver problemas específicos, o se da un énfasis a la investigación institucional situada en algunas ONG, divorciándose de la docencia universitaria.

La ausencia de calidad en la profesión docente y la falta de incentivos para mejorar cualquier investigación académica en el país, dio como resultado un aislamiento de la universidad respecto de los grandes problemas del desarrollo y de la reconstrucción del Estado en toda Bolivia.

Desde el año 1989, el reclutamiento docente en la carrera de sociología de La Paz está fuertemente sesgado por antipatías personales, favoritismos y criterios políticos restringidos que han socavado la calidad académica. Esto ocasionó un daño estructural, no solamente en la formación de los estudiantes y en los procesos de investigación, sino también en el desarrollo del mercado laboral para los sociólogos, el cual no se amplía, sino que se empequeñece y se halla virtualmente al borde de la desaparición.

Los sociólogos egresados tienen serias dificultades para encontrar trabajo y aportar de diferentes formas, razón por la cual tratan de ser docentes, regresar al redil donde solamente encuentran conflicto y mediocridad. Todo converge en los errores de inicio y en la crisis profunda de la Sociología como carrera y disciplina. Un ejemplo muy notorio fue el ingreso de Álvaro García Linera como docente entre 1997 y 2011, sin tener la mínima formación, sin título profesional alguno y amparado únicamente en valoraciones de tipo ideológico, proteccionismo político y un juego perverso de favores que anularon cualquier posibilidad de seriedad profesional. La formación se convierte, en el caso de García Linera, en una verdadera farsa y estafa tamaño gigante. Sin embargo, esta tendencia probablemente siempre fue la dominante desde los años setenta.

Bibliografía

Bryant CD, Peck DL. 21st century sociology, London: Sage Publications, 2007.

Friedrichs, Robert W. Sociología de la sociología, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1977.

Reinaga, Fausto. La revolución india, La Paz-Bolivia, Edición Fundación Amáutica Fausto Reinaga, 2000.

Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Plan de estudios de la Carrera de Sociología, La Paz, 1987, mimeografiado, conocido como “documento azul”.

Vásquez-Machicado, Humberto. Los precursores de la sociología boliviana, La Paz: Don Bosco, 1991.

Franco Gamboa Rocabado es Catedrático Fulbright en Marymount University, Estados Unidos

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