El eclesiástico le gritó a Don Quijote de la Mancha: “Volveos a vuestra casa… y dejad de andar vagando por el mundo”. La reacción no se hace esperar y es abrumador lo que contesta el caballero de la triste figura: “Yo he satisfecho agravios, enderezado entuertos, castigados insolencias, vencidos gigantes y atropellado vestisiglos….”.
Más actual que nunca la aventura de Miguel de Cervantes, plasmada en un libro hace más de 400 años. Un loco cuerdo que se lanzó a luchar contra las injusticias, los abusos, las comodidades, o todo lo que denigre al ser humano. ¡Vaya Don Quijote, menuda tarea que tuvo en sus espaldas!.
¿Pero y ahora qué podrá hacer o decir ese flacuchento que al mando de su Rocinante y con su escudero Sancho Panza combatió a gigantes, a ejércitos, al odio, a la indiferencia, a las burlas?
Estamos en un mundo intenso y tenso, de rápida sucesión de los hechos y queremos ganarle segundos a las horas que pasan raudamente. Las tecnologías nos tienen correteando de un lado para otro y moviendo el dedo en el aparato celular para alimentarnos de tantas noticias y chismes que corren por las redes sociales. Nos hemos sumido en la vorágine de la velocidad y en las miradas de los otros, para tratar de que nos tomen en cuenta o que seamos visibilizados y para ello, no dudamos en abusar del facebook, twitter, Instagram, y mostrarnos como somos o como pretendemos ser. Nos gusta que otros miren nuestras fotos o lean nuestros comentarios.
El mundo camina rápidamente, nos obliga a acompañarlo en ese ritmo y para ello nos enajenamos de nuestros propios yoes, perdiendo el sabor de la vida, desperdiciando los instantes del vivir, en situaciones superficiales y fáciles, pero lo menos que hacemos es lo que el loco ese del Quijote hacía por las tierras de España y de cómo respondía ante las críticas de su andar por sus aventuras. Lo hizo, combatió a los gigantes que había en su mente, aunque eran molinos de viento. Su escudero, no veía los gigantes, porque era uno más de este mundo Y nosotros no podemos ser uno más, un datito cualquiera de este ajetreado planeta Tierra, que nos necesita. Ser diferentes y lanzarnos a la aventura de mejorar el mundo.
Nos podemos convertir en el Quijote de la Mancha, con la diferencia que no tendremos a Rocinante, ni la larga espada o la armadura de fierro que lo cubría cada vez que emprendía un viaje. Pero estamos cargados de tanta tecnología, que el camino se nos puede hacer más fácil y con más cosas que experimentar.
Las redes sociales son nuestros aliados y hay que saber utilizarlos, de ahí que varios hechos que han venido pasado, han ido de la mano del ciudadano en la denuncia y en la difusión a gran escala. A veces el poder dice que el ciudadano está loco por difundir denuncias y hechos que los compromete.
Esos “agravios, enderezado entuertos” merecen nuestra atención y decisión para combatirlos. Un Quijote para ir destruyendo los entuertos de los casos de corrupción de las ambulancias fantasmas, los respiradores, las comisiones de Johnny, los ítems fantasmas, de los supersueldos, mientras el gran pueblo va comiendo migajas, muriendo en los hospitales y haciéndole frente a la crisis; un Quijote y su lanza para atravesar los “agravios” del lucrativo y cruel negocio del narcotráfico, cuyos autores se campean con libertad e impunidad, con producciones de cocaína en gran escala; un Quijote y su Rocinante para encerrar las “insolencias”, a la soberbia y la prepotencia de las personas que están ebrias de poder y de alcohol, que agreden e insultan a la autoridad policial; un Quijote con su poderosa y tierna mirada que desarme los discursos violentos que lograron penetrar en las bases sociales, haciéndoles creer que el otro los discrimina y que son racistas, taras gigantes; un Quijote y Sancho Panza que así como combatieron contra los gigantes en el molino de viento, así los apacigüe y los siente en una mesa al oficialismo y la oposición para que hagan gestión pública por las necesidades de la gente y no se enfrasquen en gritos, en patadas y agresiones.
Miguel de Cervantes, plasmó en un libro hace más de 400 años, a ese gran luchador e idealista, que tanta falta nos hace hoy. Un loco cuerdo que se lanzó a luchar contra las injusticias, los abusos, las comodidades, o todo lo que denigre al ser humano. ¡Vaya Don Quijote, menuda tarea que tuvo en sus espaldas!.
Un Quijote de la Mancha en el Estado Plurinacional que lo enderece en la ruta de los derechos humanos y el respeto a las 36 naciones y pueblos indígenas y atropelle el elevado grado de injusticia que reina en este país.
El Quijote es un loco que luchó por un mundo mejor y lo hizo hace cuatro siglos. Pues hoy, estamos invitados, de forma colectiva, a enderezar entuertos, castigar insolencias, vencer a los demonios y construir un presente y futuro para las generaciones que nos reclaman otro país, otra sociedad, porque otro país y otra sociedad son posibles.
El Quijote, con sus locuras y andanzas nos hizo soñar, que sí es posible hacerlo. Convirtámonos en el Quijote. ¡A echar andar, entonces….Sancho!
Hernán Cabrera M., es Licenciado en Filosofía y Periodista
