Paloma Real Luna
Cuando despertó se encontraba en un corral de cerdos, sintió sus piernas pisoteadas y olfateadas por ellos.
Estaba muy mal, en un estado deplorable, sólo faltaba un trayecto de veinte minutos a pie. Este lugar era usado para la crianza de animales. Carhuamarca se llamaba su pueblo. Inocente Luna había tenido un encuentro con el supay (un espíritu maligno), a causa de eso fue encantado y enfermó. No podía hablar ni ponerse de pie. Estaba postrado en una cama al borde de la muerte. Solo brotaba de sus labios espuma y saliva. Los ojos se le desorbitaban y no podía hablar, mucho menos probar comida. Todos pensaban lo peor, y su familia estaba preocupada por él. Le dieron diferentes brebajes y nada, hasta que vinieron a Jimbe y lo llevaron al padre Antonio Luque, quién le hizo una exorcización muy complicada y extraña. Después de varias sesiones, lograron expulsar al espíritu que atrapó el cuerpo de aquel hombre, quien tuvo la mala suerte de pasar por esa circunstancia.
Finalmente, logró salvarse y mejoró. Aunque nunca se borró de su mente esos recuerdos absurdos y perturbadores que había pasado hace unos años. De vez en cuando una voz lo perturba, como hoy que ha empezado a actuar de manera extraña y ha incendiado su casa, argumentando que el demonio habita allí.