Isabel Kamerbeek Romero
En Bolivia, durante los últimos años ha surgido un influencer “popular”, que al igual que el influencer “convencional”, tiene una cantidad relativamente elevada de seguidores, de contenido, y de reacciones en redes sociales. Lo que lo caracteriza es que incluye en sus audiovisuales sus costumbres y tradiciones, generalmente desde contextos locales y realidades culturales históricamente marginadas, es decir, desde lo “popular”.
Albertina Sacaca, Criss emprende y Luz Cruz son algunos de estos nuevos “influencers populares”, usuarios de redes sociales que, si bien convergen sincréticamente con culturas urbanas por su condición de migrantes y por su inserción en un mundo globalizado, se definen a sí mismos como quechuas, aymaras, campesinos u originarios de pueblos o comunidades indígenas y tienen contenido diferente al que usualmente se consume en redes sociales.
Estos influencers populares, al igual que los convencionales, utilizan las redes sociales para mostrar su forma de vida, promocionar productos ocasionalmente para generar ingresos económicos, y seguir tendencias propias de las redes sociales, como por ejemplo, coreografías, retos, etc.; sin embargo, tienen ciertas particularidades que los diferencian. En los audiovisuales utilizan el relato con una forma de hablar naturalizada en el contexto boliviano, en la que se mezcla el castellano con idiomas originarios (quechua y aymara en estos casos). Exponen su cotidianeidad, y, por tanto, su forma de vida, filmándose en sus viviendas, que en la mayoría de los casos son de adobe, en las periferias o en el área rural y junto a sus animales, familia, amigos o comunidad. Enseñan sus actividades diarias, en las que cultivan, cosechan, cocinan sus alimentos en q’onchas, ollas de barro, o hasta en el mismo suelo en las tradicionales watias; y en general muestran un conjunto de actividades en las que convergen artesanías, vestimentas tradicionales, creencias, y fiestas religiosas propias de sus culturas locales.
Si bien este contenido es una forma de fortalecimiento identitario en una sociedad tan conflictuada como la boliviana, también muestra las precarias condiciones de vida en las que los influencers viven. La mayoría muestra que, ya sea en barrios periféricos o en comunidades rurales, no tiene acceso a servicios básicos como al agua potable, energía eléctrica o gas natural; que deben migrar a ciudades más grandes para trabajar o estudiar y, en general, que viven sin poder cubrir necesidades básicas. Estos temas surgen de forma tan natural en los audiovisuales, que pueden pasar desapercibidos, ser naturalizados e inclusive romantizados, en vez de ser comprendidos como indicativos de las condiciones precarias en las que viven los influencers populares bolivianos, así como amplios sectores del país.
Los influencers populares muestran una nueva forma de comunicación que todavía deberá ser evaluada respecto a su capacidad de emancipación y transformación social. Por lo tanto, la tarea pendiente es identificar los desafíos para utilizar esta comunicación como un vehículo para mejorar la calidad de vida en términos colectivos, teniendo en cuenta condiciones económicas, sociales y culturales.