De: Santos Dominguez / Inmediaciones
La lengua es la que mira
los signos descifrables del vuelo de las aves.
Su invisible mirada pone en orden el mundo
y traduce las sombras,
recorre las comarcas remotas del recuerdo,
las hondas, subterráneas corrientes minerales
donde duerme la noche, la sigilosa llama
que devora en lo oscuro
el resto intransitivo del latido.
Y es un ala de escarcha, es un ala que vuela
y remonta en lo oscuro de su oscura emergencia,
más allá de las nubes y triunfa sobre el tiempo.
Oceánica y lenta, la que mira es la lengua.
La lengua es la que ve la impalpable presencia
que siembra la semilla de la muerte
y el animal callado que emergió de la cueva,
de la ciudad prohibida en medio de la noche,
el animal que aguarda en su silencio
de peces en la sombra, en la orilla del tiempo.
Un animal de sombra
que transcurre en la sangre callada del planeta
y palpita en la nube con lluvia y con salitre
de estas horas de invierno y arenas y cristales
en la ciudad sitiada de los sueños.
Santos Dominguez – Vías aéras / Antología 2011 – 2016