Maurizio Bagatin
Musgo felpudo que asemeja al terciopelo de un gato, poesía cruel de Murena: “Ya los musgos y la hierba/abren con dedos seguros /la flor de su calavera”, memoria que retorna en su simbólica esperanza, verde esperanza y eterno retorno a la tierra. Hoy el cerro se hace jade, húmeda clorofila y piedra preciosa. Van Gogh y la Mancha de hierba, Van Gogh y el hada verde, Van Gogh y el verde viridiana. Tocando algas y el horizonte del mar, al frente la percepción de todas sus variaciones. Nombres detonantes de un encuentro, el cielo buscando la tierra. Y viceversa.
El miedo y el vigor. El higo y sus hojas, el color del olivo que va metamorfoseándose después de la lluvia y la serpiente traicionera en las insoportables noches al calor del África más profunda. Las hojas del olivo parecen blancas como en un puntillismo de Seurat. Verde de la ortiga que pica para defenderse, verde el cactus que con sus espinas advierte. Verde sabor a menta en la piel, negro en las montañas en el invierno, verde sin fin de un campo de trigo bajo la nieve. Verde frio y mojado, árbol o montaña, ojos de un gato triste y del limón en su juventud.
También las palabras son verdes, cuando son jóvenes y cuando son inocentes y crudas, cuando esperan ser fruto o vocal visionaria en la boca del poeta. Maíz de Oaxaca y tomatillo, verde su tortilla y la salsa que la acompaña. Verde la edad y su misterio, la virginidad y la locura, el espectáculo de la naturaleza. Quizás la nostalgia, la melancolía, el silencio sean verdes. El canto de una sirena, la Fata Morgana el color que domina nuestro caleidoscopio y el insomnio, todos por acción y por reacción, causa y efecto. Verde es cualquier espejismo y el aleteo del colibrí, una rima de Tagore, la yakruna y la tierra sin mal. Todo es verde. La ondulación del fuego, el viento boreal, Ophelia, verde es el veneno que mató Napoleón. Verde el abstracto, la lagartija sin cola de nuestros juegos juveniles; también la mentira es verde, como el oro del aceite de oliva y la selva impenetrable.
La cascara, la corteza y la piel, verde los bolsillos y el Washington. El paraíso terrenal y los huertos floridos de Azahares, ayer el heno seco del invierno y el alfa alfa en los campos de junio.