Las elecciones bolivianas 2025 prueban, una vez más, que, a contramano de valoraciones predominantes, los votantes bolivianos actúan con gran independencia de criterio; no son presa fácil de la propaganda y, por lo anterior, no existe una buena correlación entre los recursos monetarios invertidos por los candidatos y los resultados que obtienen.
Está igualmente verificado que sondeos y encuesta presentan fallas y sesgos grandes, tanto como la aritmética electoral intuitiva –ejemplo, el adueñamiento de los votos nulos y blancos por parte de Morales Ayma– tienden a ser fuente de errores y falsedades.
Con la idea de hacer una disección fructífera de algunos resultados, parto de recordar que la fórmula del MAS IPSP obtuvo 3.394. 052 votos en 2020. El 55,01% los 6,15 millones de votos válidos, con un 88% de participación de los habilitados. Los opositores, en conjunto, obtuvieron en ese momento casi 2 millones de votos (les faltó poco más de 34.000).
Este año votaron 6.900.00. Los votos nulos contabilizados llegan a 1.371.049, que son un 19,98% de los emitidos. Según Juan Evo Morales Ayma serían suyos. Para creerle se debe ignorar u olvidar que el promedio del voto nulo observado en las últimas elecciones nacionales, desde el año 2005, es de 3,3%, con un límite superior máximo de 4,4%, de modo que en el máximo porcentaje que podría haber seguido su consigna de votar nulo alcanzaría 15,5 %, o sea 1.069.580 votos. Esa cifra representa el 31,1% de los votos cosechados por el MAS en 2020.
En cuanto a los blancos. En ningún caso pueden confundirse, menos sumarse, a los nulos porque el 2,5 % observado este año está dentro del margen que mantiene en las elecciones generales desde por lo menos 2005; mientras que el nulo se multiplicó este año casi por cuatro. En las elecciones judiciales, amañadas por los parlamentarios masistas, los blancos crecieron para rechazar sus candidatos.
El último estudio de demografía electoral realizado por Rafael López Valverde y Juan Cristóbal Birbuet Rossazza, jóvenes investigadores bolivianos, que se dieron a conocer con sus estudios estadísticos sobre morbimortalidad del Covid-19, nos permite observar gráficamente con mapas, cuadros y tablas los cambios y la migración de los votantes de la oposición y del MAS desde 2005 hasta hoy, con base a la información oficial de procesos nacionales y subnacionales verificada y georreferenciada. Sus datos están abiertos libremente y sin costo en https://bol.voto/ .
Con base en esa información se observa que, descontando la porción que podría corresponder al “nulo/Morales Ayma”, a escala de municipio, recinto electoral e inclusive de cada mesa, los cambios de proporción de votos por las candidaturas en los últimos 20 años. La pesquisa permite hallar, sin desconocer la importancia de las huellas de adhesión a Morales, como ésta se ha desgastado considerablemente en el propio Chapare, Villa Tunari, por ejemplo, donde el nulo evista está un 16,7% por debajo de los votos masistas de 2020.
Los 1.717.532 votos de la fórmula triunfadora (Rodrigo Paz Pereyra/Edman Lara Montaño) se aproximan a la mitad de los casi 3,4 millones del MAS del año 2020. Sin embargo, como la suma de las tres fracciones masistas (nulos/Morales, más 456 mil de Andrónico Rodríguez y los 170 mil del MAS oficialista) totalizan 2.302.369, quedan solo 1.091.683, que podrían haberse trasvasado a la fórmula de los ganadores de la primera vuelta.
Si esa distribución hipotética correspondiese con lo ocurrido, las fórmulas de Libre y Unidad no habrían captado ni un voto del espacio del MAS-IPSP.
En otro ámbito, ¿puede ayudarnos la información oficial trabajada por el equipo Birbuet/López a aproximarnos a aquilatar la proporción de votos que se canalizó directamente hacia el candidato presidencial ganador y cuál fue traccionada por el vicepresidencial? No, pero buen sondeo inmediato daría pistas muy necesarias para valorar un binomio potencialmente volátil por los orígenes, recorrido, tradición personal y visiones de cada uno de sus componentes.
En cambio, la tremenda discrepancia entre lo captado por todas las encuestas como intención de voto para Paz Pereira y los resultados reales de la fórmula ganadora son una pista inicial a considerarse, donde el voto no declarado puede haber sido reclutado por el vicepresidenciable, sin ser detectado por los sondeos, ya que solo se investiga la intención de voto de la cabeza de fórmula.
En la segunda vuelta de octubre estarán en disputa más votos dirimitorios (3.752.810) que la suma de los dos candidatos en disputa (3.147.708). La oposición ajena a Libre acumuló 1.583.037, suficientes para que gane cualquiera de los postulantes, si captase la totalidad de ese caudal, siempre que se mantenga un similar nivel de participación y correlación de votos válidos que en la primera ronda.
¿Cuál tiene mejores posibilidades de canalizar esos votos “flotantes”? No dependerá, ciertamente, de la instrucción o preferencia de ninguno de los candidatos que ha sido excluido por los resultados del domingo 17, sino de votantes autónomos. Cada uno pertenece a redes sociales materiales, reconoce influencias diversas, con mayor o inferior intensidad, y tiene su propio criterio. Si se vuelve a ignorarlo triunfarán los errores y la mezquindad que se derrocharon, por igual, masistas y sus contrarios en la primera ronda.
Roger Cortez es docente universitario e investigador.