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Elecciones primarias, ¿disloque masista y…?

Todos sabíamos que las llamadas “elecciones primarias” fueron diseñadas para rodear de formalidades legitimadoras al cuestionado binomio del MAS, y eso fue lo que aconteció el domingo 27 de enero. Nadie eligió candidato alguno; las y los militantes simplemente concurrieron a las urnas a confirmar las solitarias duplas en sus organizaciones políticas. Por ello no fue propiamente un evento eleccionario.

No obstante, los resultados entregados por las ánforas nos proporcionan valiosa información sobre el devenir político del país, sobre el proceso de reacomodo de las fuerzas políticas y sobre las modificaciones en la correlación de fuerzas entre estos actores. Este breve estudio propone, precisamente, presentar una primera lectura de las cifras arrojadas por las ánforas.

Resultados generales

Una cautela inicial debe adoptarse para realizar una lectura equilibrada de los datos del Cuadro 1: recordar que el MAS organizó estas votaciones preliminares para exhibir una masiva militancia, engrosada con premeditación y violando el principio de igualdad de condiciones; en tanto, que las organizaciones de la oposición optaron por la vía contraria, retacearon su participación para no facilitar el mañoso juego oficialista. Esto explica el hecho de que mientras el 41% de la militancia del MAS asistió a las ánforas; las fuerzas contestarías al gobierno lo hicieron con máximo el 6% de sus adeptos.

Asumida la cautela, tres datos fuertes destacan en la perspectiva de los resultados generales: por un lado, la disminuida concurrencia masista, que contrasta con el designio de su cúpula de mostrar “musculatura organizacional”. 59% de las personas que figuran en el padrón masista no acudieron a emitir su voto. Uno de los factores que explica este notable ausentismo, sin lugar a dudas, es el monopolio creciente de la cúpula partidaria en el “disfrute” de la riqueza y de los bienes públicos, resorte íntimo de la extendida e inocultable corrupción pública. El desencanto y la frustración en las bases masistas alejó, por cierto, a miles de sus seguidores de los recintos de sufragio.  

El segundo dato fuerte se encuentra en el voto rechazo dentro del propio MAS. Alrededor de 45.000 masistas dejaron testimonio de su inconformidad con el inconstitucional binomio de su partido apelando al voto blanco y al nulo. Nótese que la cantidad de masistas activamente contrarios a las decisiones de su cúpula es mayor que el total de votantes de las otras ocho organizaciones políticas. Probablemente, entre estos sufragios renuentes figuran también los de los empleados públicos que fueron compulsivamente registrados en el padrón del partido de gobierno y quienes encontraron así un canal anónimo para expresar su enojo.

Y el tercer dato destacable es el de la pérdida de una inmejorable oportunidad, por parte de la Alianza “Bolivia Dice No” (o 21F), de mostrar su propia “musculatura” orgánica. Para apreciar esto, imaginemos el efecto político del escenario resultante si se registraban 280.000 votos para BDN (o 21F), junto a las 406.000 papeletas del MAS. Pero no se debe hablar en este caso de un error político, dado que los resultados del MAS no eran previsibles y no resultaría racional exigir a la dirigencia de esta organización tal clarividencia.

Se trata más bien, creemos, de una lección aprendida: cuando se tiene una envergadura no despreciable, lo recomendable es confiar en esa fortaleza y actuar con transparencia, sin mirar la sinuosa conducta del adversario.

Las cifras reveladoras del MAS

Conocidos los resultados obtenidos por el ilegal binomio masista, la lectura cuidadosa de la valiosa información proporcionada por las ánforas es tarea prioritaria, propósito para el que se ha construido el Cuadro 2, en el que se compara la población boliviana, tomando las proyecciones del INE a 2016, el padrón electoral de 2016 (con el que se realizó el referéndum del 21F), el padrón de militantes del MAS y los votos obtenidos por su ilegal binomio.

Por otro lado, dadas las elevadas cifras del ausentismo y el voto de rechazo masistas, y la necesidad de explicar ambos datos, así como el origen territorial de los mismos, se identificaron los tres municipios más poblados de cada departamento, exceptuando a Pando – por razones obvias – y asumiendo que ellos, y la capital representan el voto urbano; mientras que los restantes municipios son entendidos como sede de la población provincial y dispersa del país. Veamos las principales conclusiones del preliminar estudio realizado.

  • Las cifras del cuadro, basadas en las proyecciones del INE para 2016, muestran que los habitantes de las nueve capitales de departamento, El Alto y los 24 municipios elegidos, representan el 62% de la población nacional; en tanto que las y los votantes de estos 34 municipios ocupan el 70% del padrón electoral nacional. Consecuentemente, los restantes municipios son la sede del 30% del registro de electores del país.
  • El padrón de militantes del MAS suma un total de 991.092 registros, de los cuales 551.922 (= 55,7%) provienen de los 34 municipios urbanos, a la par que 439.170 partidas, equivalentes al 44,3%, salen de la población provincial y dispersa.
  • Sabemos ya que el binomio masista obtuvo un total de 406.065 votos, resultado de la captación de sólo 186.592 sufragios urbanos y de 219.473 boletas conseguidos entre sus militantes de la población provincial y dispersa.
  • Vale decir que, calculados los pesos específicos respectivos, el 55,7% de la militancia urbana sólo entregó un poco menos de 46% de la aprobación total y, al mismo tiempo, las y los militantes rurales, cuyo peso específico es de 44%, aportaron algo más del 54% de la adhesión al binomio masista.

  • Estas cifras revelan que mientras en las nueve capitales, El Alto y 24 grandes municipios, únicamente tres de cada 10 militantes del MAS aprobaron la dupla prorroguista (186.592/551.922 = 33,8%); entre los votantes de la población rural y de pequeñas ciudades, cinco de cada 10 habilitados para sufragar decidieron respaldar al binomio (219.473/439.170 = 50%). En otras palabras, la cúpula masista parece enfrentar un proceso de retroceso y confinamiento en los segmentos menos informados y más atrasados de su militancia.
  • Llama la atención, asimismo, el bajo aporte de las y los masistas de El Alto a la “consagración” de sus máximos candidatos: apenas el 27% de la militancia del partido de gobierno en la urbe alteña aportó en esa dirección. ¿Será este dato un indicio del alejamiento de la población alteña de las tiendas del MAS?
  • Por último, queda flotando una interrogante: ¿los 406.065 respaldos captados por el binomio azul, entregan algún indicio del llamado “voto duro” del MAS? Si lo es, estaríamos ante una evidencia nueva del cada vez más evidente retroceso electoral del evismo en el país.

Carlos Böhrt es un ciudadano crítico.

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