-Crónicas del viento-
Guillermo Almada
El viaje a Mali era un viejo sueño.
O, mejor dicho, una de esas charlas furtivas de otra época. Como un deseo que se estaba haciendo realidad.
Los revoloteos y chillidos de pájaros en las ramas del baobab confirmaban lo que ya todos presentían, una tormenta de arena.
Los guías hicieron echar a los camellos, y se guarecieron detrás, cubriéndose ambos -hombre y bestia- con una lona.
Mariana, sentada debajo del árbol, esperaba que algo pasara. Tal vez que terminara de pasar.
Omar se acercó a buscarla
– Tenemos que ponernos al reparo
– Esto no estaba dentro de lo previsto
– Las tormentas de arena son así…
– Hablo de nosotros…
– ¿Nosotros?
– ¿Por qué dejaste a tu mujer? Yo era feliz siendo tu amante. Amando ese tiempo que robabas a tus cosas para estar conmigo. Amando la espera por verte en lugares en donde nadie nos viera. Amando la urgencia y luego la incertidumbre del reencuentro…
Los camellos parecían acostumbrados a estas cosas. Cuando pasó la tormenta, nada era igual.