De: Maurizio Bagatin / Para Inmediaciones
Reá Florentaine era el jardinero de las Tullerias, cuando yo frecuentaba aquel dionisiaco jardín parisino. Los días que lo visitaba, él me introducía en el mundo de las plantas, de las flores, en el paradisiaco encanto de la formación biológica de una vida vegetal, en el aleatorio ritmo en que la semilla prospera. Él era el Goethe que faltaba a mi fantasía. Nadie, por imaginación, puede viajar hasta donde un botánico, por pathos, puede alcanzar ver las raíces, del bien y del mal, penetrar, por amor, hasta el trueno del grano que se abre bajo tierra: es la glabra, desnuda y pura virginidad de la esencia primordial. Reá, era un asceta de la naturaleza, el axolotl cortazariano, mientras con un sándwich y una cerveza compartíamos verdades y engaños del hombre. Risas de clochard parisinos nos acompañaban, viajes más misteriosos de aquellos de Gulliver nos abrían caminos…