Márcia Batista Ramos
Yukio Mishima fue un genial y polifacético escritor, novelista, dramaturgo, poeta, ensayista, crítico y actor japonés. Considerado uno de los más grandes escritores de la historia del Japón, cuyo verdadero nombre era Kimitake Hiraoka, (Kimitake, significa príncipe guerrero), nació en Tokio, 14 de enero de 1925. Murió en Tokio, en el 25 de noviembre de 1970.
Después de una breve relación con Michiko Shoda, quien tiempo después se convertiría en esposa del Emperador Akihito, se casó con la hija de un conocido pintor Yoko Sugiyama en 1958 con quien tuvo una pareja de hijos.
Nacido en una familia de la burguesía, Mishima se orgullecía de pertenecer, por línea de sus antepasados, a la clase de los samuráis de la era Tokugawa.
Estudió en la famosa escuela Gakushüim, donde se graduó con honores y escribió su primer cuento a la edad de doce años. Desde 1938 hasta 1941 escribió su primer libro de relatos, aunque empezó a prosperar y se convirtió en el miembro más joven de la junta editorial en la sociedad literaria de la prestigiosa escuela.
Fue invitado a escribir un relato para la célebre revista literaria, «Cultura literaria» y presentó «El bosque en todo su esplendor». La historia fue publicada en forma de libro en 1944, si bien que, en una pequeña cantidad, debido a la escasez de papel en los difíciles tiempos de guerra.
A los dieciséis años publica su primer libro de relatos, que coincidió con su ingreso en la Facultad de Derecho en Universidad de Tokio. Aunque su padre le había prohibido escribir y peor, abrazar la carrera de escritor, Mishima continuó escribiendo en secreto cada noche, apoyado y protegido por su madre Shizue, quien era siempre la primera en leer cada nueva historia. A propósito de la prohibición de su padre existe la célebre frase del escritor: – “Las buenas maneras no presuponen la obediencia a la voluntad ajena.”
Después de graduado, obtuvo un trabajo como funcionario en el Ministerio de Finanzas japonés donde trabajó por un año y dimitió para dedicar su tiempo completo a la escritura.
Mishima comenzó su primera novela, «Ladrones», en 1946 y la publicó en 1948, colocándose en la segunda generación de escritores de la posguerra. Le siguió «Confesiones de una máscara», en 1948, una obra de final abierto, que cosechó un inmediato éxito y que supuso su definitiva consagración en el mundo literario; aparentemente una obra autobiográfica sobre un joven que debe esconderse tras una máscara para encajar en la sociedad. La novela tuvo un enorme éxito y convirtió a Mishima en una celebridad a la edad de 24 años.
Escritor profuso, hermético y fascinante, disciplinado y diverso, irónico y difícil, cuyo principal interés se centró en los valores tradicionales japoneses y la esterilidad espiritual de la vida contemporánea.
Mishima escribió cuarenta novelas, más de una decena obras de teatro, una veintena de libros de relatos y, al menos, veinte libros de ensayos, numerosos cuentos, poemas, artículos, así como un libreto. También escribió obras muy aclamadas para el teatro kabuki y versiones modernas de dramas no tradicionales. Obras Destacadas: «El pabellón de oro» (1956); «Nieve de primavera» (1968); «Caballos desbocados» (1969); «La corrupción de un ángel» (1970); «El templo del alba» (1970), entre muchos otros.
Yukio Mishima, es un autor que fascina por su vida; tuvo una vida desgarrada en múltiples direcciones que proporciona a su obra una riqueza impresionante.
No deja de ser, sin embargo, uno de los autores que van en contra de las opiniones dominantes tanto en su obra como en su vida: un romántico, al fin y al cabo, recuperable por los nostálgicos de 1968. Efectivamente, gran parte de estos escritos hacen referencia a las revueltas estudiantiles japonesas de 1969 y 1970, revueltas con las cuales mantiene una relación intelectual de ambivalencia…
Fue reconocido como uno de los más importantes estilistas del lenguaje japonés de la posguerra.
De temática audaz y despojada, atenta a los aspectos más oscuros de las pasiones humanas, contrasta con la delicadeza y contención de su estilo. Trazó con doloroso detalle el desarrollo de la personalidad y el efecto devastador de las crueles paradojas de deseo y rechazo, de belleza y violencia, que la van conformando.
A través de la escritura, Mishima, adquirió fama internacional, siendo muchas de sus obras traducidas al inglés y otras lenguas europeas.
Fue propuesto para el Premio Nobel de Literatura en tres ocasiones. Sin embargo, en 1968 su primer mentor Yasunari Kawabata ganó el premio Nobel de Literatura y dijo: -«No comprendo cómo me han dado el premio Nobel a mí existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad sólo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras… Es un genio universal.»
Muchos grandes escritores, de talla universal, escribieron obras sobre Mishima como: «Una vida en cuatro capítulos», película de Paul Schrader, 1985; «Vida y muerte de Yukio Mishima», por Henry Scott Stokes, 1974; «Mishima o la visión del vacío», ensayo de Marguerite Yourcenar; «Mishima», biografía escrita por John Nathan, su traductor; «Mishima, o el placer de morir, análisis psicológico de Mishima» por Juan Antonio Vallejo-Nágera, 1978; «Un parque», ópera de Luis de Pablo, 2006, sobre un relato de Mishima; «Reflexiones sobre la muerte de Mishima», Henry Miller.
Su primer trabajo extenso, «El bosque en flor», fue publicado en 1941. Una característica de esta obra, como de «El cigarrillo», 1946; «Ladrones» 1946-48 y de otras que escribió en el período de la Segunda Guerra Mundial y en los años inmediatamente subsiguientes, es el total alejamiento de la trágica realidad de la guerra y de la derrota.
En los años sesenta la figura de Mishima es vista siguiendo las dos distintas pero inseparables facetas de su personalidad. El Mishima hombre de acción encontró su soporte teórico en la idea de que la verdad puede ser alcanzada sólo a través de un proceso intuitivo, en el que el pensamiento y la acción no son dos modalidades distintas. Encontró la ejemplificación de ello y la suma de los más auténticos valores nipones en la ética de los samuráis. Fascinado por la ideología transmitida de los guerreros escribió: «El camino del samurái»; y «En defensa de la cultura» (1968). Mishima se hace portavoz de la necesidad de restaurar los valores de la cultura prebélica y militarista.
En esa década de los años sesenta es cuando escribió sus obras más importantes. Dentro de estas obras, destaca su tetralogía considerada su obra cumbre: «El mar de la fertilidad», compuesta de las novelas: «Nieve de primavera», «Caballos desbocados», «El templo del alba» y «La corrupción de un ángel» (está editada póstumamente); que constituye una especie de testamento ideológico del autor, que se rebelaba contra una sociedad sumida en la decadencia espiritual y moral; es una obra de notable belleza literaria, sin precedentes en la literatura moderna japonesa, contiene e invoca el sentido el honor y el respeto a las tradiciones.
Su ensayo más importante, «En defensa de la cultura», defendía la figura del Emperador, como la mayor señal de identidad de su pueblo. Mishima se preocupaba por la creciente occidentalización de su país y analizaba la transformación del Japón desde una perspectiva pesimista y crítica; para él esta metamorfosis resultaría estéril en el futuro de un país dueño de tantas y tan sabias tradiciones. Sus héroes son jóvenes rebeldes aspirantes a una pureza utópica. El autor recrea los rituales de la vida y de la muerte, de la transmigración y la purificación del alma, tan presentes en años de tradición japonesa.
Más tarde, en 1968, formaría la «Sociedad del Escudo», una organización paramilitar de jóvenes que, desencantados con la debilidad de las instituciones imperiales y la mansedumbre constitucional del ejército, propiciaban un resurgimiento del Bushido, el tradicional código de honor samurái; con un fastuoso uniforme que él mismo diseñó y en el que pretendía reencarnar los valores nacionales de su Japón tradicional. Sin embargo, jamás descuidó su ingente producción literaria. De tal suerte que Mishima, afirmará dos caminos para superar la sociedad actual: el de las letras y el de la acción.
Mishima detestó la visión del mundo moderno. Siempre fiel al espíritu del samurái, Mishima se preocupó profundamente por la decadencia que las ideas de la ilustración habían causado a la cultura tradicional japonesa. La crítica a la modernidad dominó sus escritos. Se opuso a la derecha liberal japonesa defensora de los ideales de «paz perpetua» y «crecimiento indefinido capitalista.”
Fue un maestro de la representación, su grandilocuencia le llevó a participar en representaciones teatrales, espectáculos públicos y películas: actor de teatro, espadachín ritual, modelo de fotografías de simbología inquietante, dicen que fue un adalid de una misoginia espartana. En los últimos diez años de su vida, Mishima actuó en varias películas y codirigió la adaptación de su historia, «Patriotismo».
Durante la Segunda Guerra Mundial tras frustrarse su sueño de ingresar como piloto kamikaze, trabajó en una fábrica aeronáutica. Por ello, se sintió culpable por haber sobrevivido y haber perdido la oportunidad de una muerte heroica. Sobrevivir a una guerra en la que habían muerto tantos compatriotas se convirtió para él en un trauma lacerante, al asumir la culpa por haber sobrevivido al genocidio estadounidense de Hiroshima y Nagasaki, este imborrable suceso, que él mismo entendió como una humillación.
Mishima preparó de forma meticulosa su muerte durante al menos cuatro años y nadie, ajeno al cuidadosamente seleccionado grupo de miembros de la «Sociedad del Escudo», sospechaba lo que estaba planeando. Mishima se aseguró de que sus asuntos estuvieran en orden e incluso tuvo la previsión de dejar dinero para la defensa en el juicio de los otros tres miembros de la «Sociedad del Escudo» que no murieron.
La mañana de su muerte, el 25 de noviembre de 1970, Mishima envió la última parte de esta tetralogía a su editor. Después se dirigió junto con los miembros de su grupo a un cuartel del ejército que ocuparon, y tras un discurso a la tropa, él y su compañero Masakatsu Morita se quitaron la vida mediante el seppuku. Mishima realizó su seppuku en el despacho del general Kanetoshi Mashita. Él cumplió con el rito del seppuku, ante las cámaras de televisión, al grito de «Larga vida al Emperador».
Yukio Mishima dijo: «Hemos visto a Japón emborracharse de prosperidad y caer en un vacío espiritual… hemos tenido que contemplar a los japoneses profanando su historia y sus tradiciones… el auténtico Japón es el verdadero espíritu del samurái… cuando vosotros (soldados) despertéis, Japón despertará con vosotros… Tras meditarlo serenamente a lo largo de cuatro años, he decidido sacrificarme por las antiguas y hermosas tradiciones del Japón, que desaparecen velozmente, día a día… El Ejército siempre ha tratado bien al Tatenokai, ¿por qué entonces mordemos la mano que nos ha tendido? Precisamente porque lo reverenciamos… Salvemos al Japón, al Japón que amamos…»
Otros elementos tradicionales de la muerte ritual fueron la composición del jisei no ku —un poema escrito por el propio samurái cuando se acerca la hora de su muerte— antes de su entrada en el cuartel general.
Su muerte es considerada la protesta final contra la decadencia moderna de Japón. Su kaishaku (‘asistente’) intentó decapitarlo tres veces sin éxito. Finalmente, fue Hiroyasu Koga, quien realizó la decapitación. Posteriormente, Masakatsu Morita intentó realizar su propio seppuku. Aunque sus cortes fueron poco profundos para ser fatales, hizo una señal a Koga para que también lo decapitase. Esa sería la última aparición en público de Yukio Mishima, de 45 años, un escritor altamente respetado en Japón. Una figura grandiosa en vida, Mishima, se convirtió en héroe mítico después de su suicidio ritual.
Con su muerte, desapareció uno de los críticos más lúcidos de la sociedad japonesa de la posguerra y un artista, un pensador superdotado que marcó señaladamente un rumbo en la historia de la literatura japonesa contemporánea.