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El general Zuñiga y el laberinto golpista

 José Luis Mollinedo De La Quintana

He leído y escuchado interpretaciones sesudas y de todo tinte político para explicar lo sucedido en el mes de junio con las acciones protagonizadas por el ex general Zuñiga. Pero todas se olvidan del papel que cumple el hombre en la historia.

La política, como toda actividad humana, está realizada por seres vivos y en ella se expresan no solo el pensamiento y la posición ideológica de una persona, sino también sus deseos, ambiciones e incluso sus frustraciones, que los llevan a cometer actos irracionales y, por qué no decirlo, estúpidos, reñidos con la racionalidad y la lucidez mental.

Revisemos los hechos que desembocaron en el supuesto “Golpe de Estado” de Zuñiga.

Hace tres meses, el parlamento, al aprobar la lista de ascensos de las FFAA y de la policía, no aprobó el ascenso a General de Fuerza de Zuñiga. ¿Qué significaba tal situación? Significaba que su carrera militar acabaría este fin de año. Su sueño de ser Comandante de las Fuerzas Armadas se había desvanecido. Para principios del 2025, “el general del pueblo” sería un militar en la letra A, tramitando su jubilación y sin poder alguno dentro de las FFAA. Zuñiga no se resignaba al negro futuro que se avecinaba. Lo primero que hizo fue paralizar la firma de ascensos militares dentro del poder ejecutivo. En el gobierno le dieron a entender que los ascensos se tenían que firmar de todas maneras. Lo sondearon, le ofrecieron una embajada, un rol en el ejecutivo. Le manifestaron que su relevo de la Comandancia del Ejército se podía producir en cualquier momento.

Ante esta situación, Juan José Zuñiga decide salir en televisión atacando abiertamente a Evo Morales, sosteniendo que, si era necesario, lo tomaría preso, que Evo no sería candidato y jamás volvería a ser presidente de Bolivia. Las declaraciones de Zuñiga aparecieron como un mensaje de lealtad al presidente.

Pero antes de continuar con el desarrollo de los acontecimientos posteriores a la aparición televisiva de Juan José Zuñiga, veamos algunos rasgos de su personalidad.

Nació en el municipio de Uncia. Se graduó de subteniente en 1990, en el puesto 48 de 65 oficiales. Lo que implicaba que, siguiendo la tradición y el respeto a la carrera militar, jamás habría llegado a ser comandante del Ejército, ya que quienes aspiran a conducir las riendas de cualquiera de las tres armas que tienen nuestras FFAA tienen que estar entre los 3 primeros puestos de su curso a lo largo de toda su carrera militar. Situación que han respetado todos los gobiernos de la llamada “democracia pactada”, en apego a la jerarquía y antigüedad militar.

El ascenso de Zuñiga dentro de las FFAA se debe a su “identificación ideológica” con el llamado “proceso de cambio”. Bajo la protección de Juan Ramón Quintana y su ligazón a los venezolanos, llegó a ocupar el Comando del Regimiento Max Toledo en 2012 y 2013, durante el gobierno de Evo, donde fue denunciado por malversar 2.7 millones del bono Juancito Pinto y de la Renta Dignidad. Se sostuvo que estaba vinculado a un grupo de inteligencia dentro del Ejército para facilitar el contrabando y el narcotráfico.

De ser un gran evista pasó a ser leal a Lucho Arce. Desde su cargo de Comandante del Ejército, cargo que asumió el 1 de noviembre de 2022, encabezó una línea contra el jefe del MAS desacreditando la imagen del líder cocalero. Evo le puso el sobrenombre de “Pachajcho”, insinuando la ligazón de Zuñiga al contrabando. Ya que el “Pachajcho” es el camión preferido por los contrabandistas para introducir mercadería ilegal al país. A partir de entonces, el grupo militar leal al ex Comandante del Ejército sería conocido dentro y fuera de las FFAA como los “Pachachos”.

Pero desde su puesto de Comandante del Ejército, realizó una gestión dura y de control sobre los oficiales. Quienes le eran fieles tenían buenos destinos, quienes no respondían a sus pedidos eran destinados a fronteras y a funciones de segundo orden. Se pavoneaba diciendo que era el mayor experto en inteligencia militar. Recibía en su oficina con lentes oscuros. Lo visitaban dirigentes de los llamados movimientos sociales, de la Central Obrera Boliviana; a quienes les juraba que siempre defendería el “proceso de cambio” y les brindaba “apoyo” económico para sus actividades.

Era tal su poder en el Ejército que abrió una filial de la EMI en Uncia. Se decía seguidor del general J.J. Torres. Cuando ascendió a General, hizo una concentración en el estadio de Uncia, juntando cerca de 25,000 personas de los “movimientos sociales” y vecinos del lugar, y se hizo proclamar como el “General del Pueblo”. Le gustaba mostrar su relación de privilegio con el presidente Arce. Cada vez que lo llamaba por teléfono el presidente, Zuñiga conectaba el altavoz, para que los oficiales de las FFAA que estaban en su despacho oyeran la fraternidad y confianza de sus diálogos con el primer mandatario. Lo hacía para generar entre los militares la imagen de fuerza y de hombre clave del gobierno. Logró que “Inteligencia” sea en la carrera militar un arma más y no una simple especialidad. De esta manera, el cadete del Ejército, antes de egresar, podía elegir no solo si iba a ser de Caballería, Infantería u otra de las armas tradicionales en la carrera militar, sino que tendría la oportunidad de ser oficial del arma de Inteligencia. Precisamente el día que se amotinó se cumplía el primer aniversario de la creación de dicha arma.

Tal vez, en el fondo de su corazón, soñaba con ser presidente militar del llamado “proceso de cambio” después de Luis Arce. Por eso, estaba con los “arcistas” en la lucha contra el evismo, al margen de que ordenaba el seguimiento de inteligencia militar a la oposición anti-masista.

Pero volviendo al hilo conductor del presente artículo, mencionemos que, después de hablar en el programa de Ximena Antelo, Zuñiga es convocado a hablar con la ministra de la Presidencia y el ministro de Defensa, quienes le recriminan haber hecho declaraciones públicas, recordándole que la Constitución Política del Estado establece que los militares no deliberan. El ministro Novillo comunica a Zuñiga que con su declaración pública lo único que había hecho era acelerar su cambio. Zuñiga se insolenta y dice a Novillo que es militar de carrera y no un ministro transitorio, y que su relación con el presidente Arce era de confianza y lealtad, argumentando que solo el primer mandatario podía ordenar su relevo. Novillo comunica el incidente a Arce, quien le dice que espere que se calmen los ánimos y vuelva más adelante a conversar con él.

En esas circunstancias, informes de inteligencia avisaron al presidente y a sus ministros más cercanos que desde hace tiempo Zuñiga estaba en reuniones conspirativas y preparaba un golpe. Después de una evaluación y de ver que el real alcance de los trajines subversivos de Zuñiga no tenía apoyo mayoritario dentro de las F.F.A.A. y que estaba condenado al fracaso, el gobierno sostuvo: “Que salga, lo estaremos esperando”.

Cuando, el miércoles 26 de junio, Zuñiga llegó a la plaza Murillo con tanquetas y soldados armados, no sabía qué hacer. Ordenó derribar la puerta con una tanqueta. Mantuvo un diálogo de lo más extraño con el presidente Arce en la puerta del palacio (diálogo que más adelante analizaremos). Al final de los hechos, Zuñiga se subió a una tanqueta desde donde comenzó a tomar contacto telefónico con las distintas guarniciones. En muchos casos no le contestaban el teléfono; en otros le negaban apoyo.

La posesión del nuevo alto mando acabó con la aventura de Juan José Zuñiga. El “general del pueblo” fue detenido y comenzó a declarar una serie de contradicciones que iban desde sostener que el presidente Arce le pidió sacar las tanquetas para reponer su imagen, hasta afirmar que los comandantes de las otras fuerzas le pedían golpear. Que Aníbal Aguilar era el “ideólogo” y que durante una reunión en su oficina le expuso su plan de acción político-militar. El ex comandante del Ejército se quejó de que las unidades militares comprometidas en su operativo, como la Fuerza Aérea, lo dejaron solo. Hoy Zuñiga guarda detención preventiva en el centro penitenciario El Abra de Cochabamba.

Zuñiga y Arce juntos: Tiempos de una relación estrecha de amistad entre el presidente Arce y Juan José Zuñiga.

El Manual Golpista

Por definición, el Golpe de Estado es la ruptura de la institucionalidad democrática de una sociedad. En otros casos se realiza para frenar procesos revolucionarios. Por ello, un Golpe de Estado tiene que ser duro y a veces violento. Si se quiere imponer debe contar con algunas de las siguientes variables:

  1. El respaldo pleno de las Fuerzas Armadas.
  2. Condiciones objetivas político-sociales para su ejecución.
  3. Tener el respaldo o, mínimo, la neutralidad de sectores de la sociedad.
  4. Debe tener algo que ofrecer.
  5. Tener en su ruta crítica que considere desactivar la posibilidad de resistencia civil a la acción militar.
  6. No descartar la posibilidad de un derramamiento de sangre.
  7. Conseguir en corto tiempo el control territorial del país.
  8. Evitar el rechazo internacional. Por el contrario, tener de antemano apoyo o, al menos, la neutralidad de determinados países que gravitan en la política regional y mundial.
  9. Control de los medios de comunicación

Éxitos y Fracasos de Golpes de Estado en Bolivia

  1. El golpe del 4 de noviembre de 1964

Contra Víctor Paz fue la acción militar contra el gobierno del M.N.R, después de un marco conspirativo de toda la clase política contra el jefe movimientista, bajo el desplazamiento de las clases medias citadinas adversas al movimientismo. El argumento era acabar con el “prorrogismo” pazestenssorista. Para consolidar su Golpe de Estado, los militares tuvieron que reducir a las milicias emenerristas, atrincheradas en el cerro Laicakota, dejando un número de muertos y heridos. Fue, desde toda óptica, una ruptura de la institucionalidad democrática.

Alfredo Ovando y René Barrientos: Ambos jefes militares encabezan el golpe del 4 de noviembre de 1964

que pone fin al tercer mandato de Víctor Paz

  • El golpe del 26 de septiembre de 1969

El general Ovando da un Golpe de Estado seco, sin ninguna reacción civil y sin derramar una gota de sangre. Ovando, con el pleno apoyo de las F.F.A.A., produce un Golpe de Estado con una propuesta progresista enmarcada en una posición nacionalista-revolucionaria, expresada en el histórico documento “Mandato de las Fuerzas Armadas”, que proponía la recuperación de los recursos naturales para el Estado y el desarrollo de la independencia económica del país, a partir de lograr un proceso de industrialización. Este golpe nacionaliza los hidrocarburos en poder de la empresa norteamericana Gulf Oil Company; restablece las libertades sindicales (entre otras medidas). Cuenta en sus filas con figuras emergentes afines a la “izquierda nacional” como Marcelo Quiroga y José Ortiz Mercado, entre otros. Pero, pese a ser un golpe adscrito al nacionalismo revolucionario, no deja de tener la matriz de la mayoría de los Golpes de Estado: romper la institucionalidad democrática.

Marcelo Quiroga Santa Cruz firmando la nacionalización de Gulf Oil Company: En su calidad de ministro de hidrocarburos, Marcelo Quiroga fue el impulsor del retorno de la riqueza petrolera al Estado, durante el gobierno defacto de  Ovando Candia

  • El golpe del 21 de agosto de 1971

Liderizado por Banzer, no es contra la institucionalidad democrática, sino contra una ofensiva revolucionaria populista del gobierno del general Juan José Torres. Es un golpe de casi la totalidad de las Fuerzas con el apoyo político del M.N.R y F.S.B, contra los sectores de trabajadores, universitarios, partidos políticos de izquierda y la Central Obrera Boliviana, (todos miembros de la Asamblea del Pueblo), a los que se sumó una fracción del regimiento Colorados (escolta presidencial) al mando del entonces mayor Rubén Sánchez. El golpe empezó en Santa Cruz y se expandió a La Paz tras el apresamiento del general Banzer. Los leales al general Torres se concentraron en las puertas del estadio Siles, bajo el mando de la C.O.B., Lechin y Oscar Eid de la C.U.B., y decidieron tomar el Estado Mayor con las pocas armas que tenían y que habían conseguido en la Intendencia Militar. Contaban con el apoyo militar de dos columnas de lo que quedaba del E.L.N. dirigidos por Pedro Morant (cuyo nombre de guerra era el “Flaco Alberto”). Mientras tanto, Rubén Sánchez parapetado en Villa Armonía atacaba, por un costado, al Estado Mayor. Al comenzar la noche, las tanquetas del Tarapacá bajaron y dieron el triunfo a los golpistas. Fue un golpe que ensangrentó el país y dio lugar a siete años de dictadura militar de Banzer, con todo lo que ello significó. Cabe destacar que el golpe del 21 de agosto de 1971 contó con apoyo político y económico de quienes, en ese momento, gobernaban Brasil y Argentina, puesto que veían en el gobierno del general Torres un cáncer populista que se podía expandir en el continente. También contó con la aquiescencia de los E.E.U.U.

Paz, Bánzer y Gutierrez, victoriosos en palacio: El 21de agosto de 1971 una alianza entre el MNR, FSB y las FF.AA. acabó con el gobierno populista de J. J. Torres.

  • El golpe de Estado más sangriento

Luis García Meza lo produjo el 17 de julio de 1980. Fue un golpe que tuvo el pleno apoyo de la institución armada. Tenía como objetivo evitar la toma del gobierno por parte de U.D.P. Era el último coletazo de los militares que se negaban a ser el factor fundamental del poder. No solo fue sangriento el día de su realización con la toma de la C.O.B., donde encontraron la muerte Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal, sino que fueron, mientras duró el gobierno, meses de terror y muerte con decenas de presos, desaparecidos y asesinados impunes como la muerte de la dirigencia mirista en la calle Harrington. Había que andar con el “testamento bajo el brazo”. García ratificó la esencia del golpismo: romper la institucionalidad democrática, haciendo renunciar pistola en mano a la presidenta Lidia Gueiler.

García Meza y su Alto Mando Militar: García Meza encabezó el Golpe Militar más sangriento de nuestra historia

  • Golpes que fracasan
    Hay también golpes que fracasan por no contar con el respaldo mayoritario de las Fuerzas Armadas, tal como ocurrió en el golpe del 30 de junio de 1984. En esa fecha, el entonces coronel Rolando Saravia se levantó contra el gobierno de Hernán Siles, ordenando a sus aliados de la policía y paramilitares secuestrar al presidente; orden que es cumplida. Sin embargo, son los propios militares comprometidos con la democracia los que le cierran el paso al golpe de Estado de Saravia. Entre esos militares se destacan los entonces tenientes coroneles “Tete” Osinaga, comandante del regimiento Tarapacá, Néstor Ruiz Paz, comandante del regimiento Colomi, y Bismark Ortiz, comandante de la escuela de clases. Después de horas, Hernán Siles recupera su libertad y el jefe golpista huye a Brasil. El fracasado golpe de Estado de entonces Rolando Saravia (jefe de la logia militar Condición de Patria – CONDEPA), con secuestro presidencial por medio, buscó interrumpir la institucionalidad democrática. Según Saravia, el motivo por el cual se alzó era para librar al país del caos y la crisis económica ocasionada por el gobierno udepista.
Presidente Hernán Siles Zuazo a tiempo de ser liberado de los secuestradores: Rolando Saravia como detonante del golpe del 30 de junio de 1984, ordena el secuestro de Hernán Siles Zuazo

  • Golpes que no rompen plenamente con la institucionalidad democrática
    Otro tipo de fracaso son aquellos Golpes de Estado que no quieren romper plenamente con la institucionalidad democrática. El ejemplo más patético es el golpe de Natusch Busch del primero de noviembre de 1979. Natusch golpea con el M.N.R de Víctor y un sector parlamentario del M.N.R.I. de Siles Zuazo. La idea era que el parlamento reconociera el gobierno de Natusch y le diera legalidad y legitimidad, haciendo un gobierno de “izquierda nacional”. Cuando Víctor Paz se entera de la forma del golpe que habían planificado sus lugartenientes Bedregal y Fellman Velarde junto a Edil Sandoval y Ayoroa del M.N.R.I., reprocha a Bedregal diciéndole: “¿Qué clase de golpe es este? ¿Dónde están los presos? ¿Por qué no han dictado estado de sitio?”. Paz sabía que para viabilizar la asonada militar había que romper la institucionalidad democrática. Natusch quedó entrampado en la tesis de golpe democrático propuesto por Bedregal y compañía. Alentada por el propio parlamento y los partidos políticos, la gente salió a la calle y los deseos de Alberto Natusch Busch de hacer un gobierno que siguiera la línea patriótica de su tío German Busch se esfumaron. Por el contrario, se produjo la masacre de Todos los Santos cuando las tanquetas y soldados fieles a Natusch tuvieron que meter bala para enfrentar la furia popular que condenaba el alzamiento militar. El alzamiento militar de Natusch Busch demostró que es imposible la coexistencia entre golpe de Estado e institucionalidad democrática, porque son antagónicos y excluyentes.

Cabe puntualizar que la mayoría de los golpes de Estado han tenido rechazo de la comunidad internacional. El que produjo el mayor repudio fue el golpe de García Meza, incluso los E.E.U.U. se negaron a reconocer a la dictadura garciamesista. Hoy hay un consenso de países y de organismos internacionales de desconocer cualquier forma de gobierno que no emerja del voto popular.

Alberto Natusch Busch, jefe del Golpe del primero de noviembre de 1979: Natusch quiso hacer un gobierno patriota como el de su tío Germán Busch. Su golpe de estado acabo en la masacre de Todos los Santos.

  • El golpe del 4 de junio de 1974

Encabezado por Gary Prado y Raúl López Leyton, líderes de un movimiento de militares jóvenes, que se levantaron en armas contra el gobierno de Hugo Banzer. Contra todo lo previsto, el golpe de los oficiales jóvenes no era para interrumpir ninguna institucionalidad democrática. Por el contrario, era para derrocar el gobierno de facto de Banzer para llamar a elecciones. Fue la excepción a la regla. El “Tarapacazo”, nombre por el cual fue conocido el levantamiento militar de Prado y López (debido a que las tanquetas que movilizaron pertenecían al regimiento Tarapacá), fracasó por desajustes internos. Pero, básicamente, porque el grueso de las Fuerzas Armadas estaba con Banzer. Incluso militares de prestigio como Mario Vargas Salinas, Alberto Natusch Busch, Pereda Asbun, entre otros, se opusieron al golpe de “la oficialidad joven”, apoyaron a Banzer y en distintos momentos formaron parte de su gabinete ministerial. Pero si algo tuvo de valioso el golpe de Prado Salmon y López Leyton fue demostrar que, aun cuando incipiente, había una tendencia militar que quería el retorno del país al Estado de Derecho.

Raúl López Leytón, uno de los Jefes del Golpe de Estado del 4 de junio de 1974: López Leyton  junto a Gary Prado fueron militares comprometidos con la Democracia.

Necesidad de una Planificación Militar y Operativa

Un aspecto fundamental para ejecutar un golpe de Estado es su planificación militar y operativa. Quien conoce la estructura y funcionamiento interno de las Fuerzas Armadas sabe que un comandante del Ejército cuenta en su estructura orgánica con cinco departamentos clave: a) Logística, b) Inteligencia, c) Personal, d) Operaciones y e) Economía. Además, cuenta con un jefe de Estado Mayor encargado de coordinar y preparar la ejecución del plan de acción junto con el jefe del Departamento de Operaciones.

Es esencial contar con el apoyo y lealtad de los comandantes de las distintas divisiones y de unidades militares tanto grandes como pequeñas. Todo este armazón conspirativo debe llegar al comandante del Ejército (o al jefe militar del golpe de Estado), quien, tras una evaluación de inteligencia y comprobación de la situación, deberá tomar la decisión final. Evidentemente, esto parece no haber ocurrido en el levantamiento de Zúñiga, lo cual despierta grandes incógnitas y dudas sobre su acción.

Lo Que Sucedió Realmente

Está claro que el amotinamiento de Juan José Zúñiga fue la actitud desesperada e irracional de alguien que sabe que su destitución es inminente. Zúñiga reunió a los comandantes de las otras fuerzas y a algunos oficiales clave, convenciéndolos de realizar una demostración de fuerza ante el presidente Arce, no solo para mantener sus puestos, sino también para incrementar su poder dentro del esquema de gobierno.

Frente a Luis Arce, Zúñiga expresó su descontento diciendo: “Estamos molestos, no puede ser tanto desprecio, después de tanta lealtad”. Luego declaró que le pidió al presidente que cambiara sus ministros y liberara a los presos políticos. En ningún momento le pidió su renuncia ni intentó tomarlo prisionero, como lo haría un golpista tradicional. Está claro que el ex comandante del Ejército no quería romper la institucionalidad democrática, sino reposicionarse dentro del gobierno. Sin embargo, tuvo que aguantar los gritos de la ministra de la presidencia, y momentos después, el ministro del Interior le ordenó salir del carro de asalto donde Zúñiga se había atrincherado, demostrando la fragilidad de su conducta.

En la confrontación verbal en la puerta del Palacio Quemado, el comandante de la Fuerza Aérea se desmarcó de Zúñiga y apoyó al presidente. Arrinconado en la tanqueta, Zúñiga se dio cuenta de que estaba solo y, si tenía un plan B para convertir su reclamo en golpe de Estado, comprendió que nadie lo seguiría en tal aventura. No le quedó más remedio que entregarse y ser arrestado.

Era lógico que Zúñiga acabara así porque nunca fue un líder militar aceptado dentro del Ejército. Además, ningún oficial con sentido común iba a sacrificar su carrera por una aventura sin la menor probabilidad de éxito.

Si el seudo levantamiento militar de Zúñiga fue motivado o impulsado por el gobierno, o si fue un movimiento autónomo, es lo que menos importa. Lo cierto es que tuvo efectos y consecuencias políticas.

Zuñiga a Arce: “No puede ser tanto desprecio, después de tanta lealtad”

Lecturas Políticas del Frustrado Levantamiento de Juan José Zúñiga

El primer efecto fue positivo para la democracia boliviana. A nivel internacional, todos condenaron el golpe de Estado, respaldando la continuidad de Luis Arce hasta el 8 de noviembre de 2025. Internamente, la mayoría de las fuerzas políticas, sectores empresariales y factores de poder, incluso los más opuestos al arcismo y al masismo, como el Comité Cívico Cruceño, ratificaron su vocación democrática. Prefieren que Arce termine su mandato, pese a la crisis económica, para evitar una crisis política y económica mayor.

Desde otra perspectiva, quienes hacen política saben que solo tienen dos formas de llegar al poder: la vía democrática o la insurrección popular, y han elegido la vía del voto ciudadano. Saben que un golpe militar solo beneficia a las cúpulas castrenses en un ambiente represivo para la sociedad civil. Por ello, las encuestas indican que más del 65% de la población rechaza interrumpir el proceso democrático, deseando que las urnas en agosto de 2025 definan el rumbo político del país.

Jaime Paz y Tuto Quiroga: Visión Polarizada

En un país polarizado entre el masismo y el anti-masismo, dos actores políticos han aprovechado la coyuntura del levantamiento militar liderado por Zuñiga para reafirmar su postura: la principal meta es la eliminación del M.A.S. del poder. Estos actores son Jaime Paz y Jorge Quiroga.

Jaime Paz sostiene que el levantamiento militar de Zuñiga es una manifestación de la irresponsabilidad del actual gobierno y advierte que Arce se encamina hacia el fraude y busca perpetuarse en el poder. Además, afirma que en el país no hay democracia.

Por su parte, Tuto Quiroga argumenta que el populismo sigue tres fases: la toma del poder, el hegemonismo político y la transición hacia la dictadura. Considera que las acciones del excomandante del Ejército podrían llevar a Arce por el camino de líderes como Maduro y Ortega.

En resumen, ambos ex presidentes coinciden en la necesidad de no perder la brújula y de expulsar al M.A.S. del gobierno. Mientras que Jaime Paz no especifica cómo alcanzar este objetivo, Jorge Quiroga propone una alternativa político-electoral claramente liberal para derrotar al M.A.S. en las elecciones de agosto de 2025. Además, se destaca que Tuto Quiroga pretende liderar esta propuesta.

Jaime Paz: “En Bolivia no hay democracia”

Tuto Quiroga: “Arce por el camino de Maduro”

Carlos Mesa: Visión del Centro Político

No es un secreto que Carlos Mesa busca constantemente posicionarse en el centro entre la derecha y el masismo, una postura que también predica Ricardo Paz. Por ello, su posición no es polarizante. Comunidad Ciudadana considera que el próximo gobierno deberá convivir con el M.A.S. y busca crear un sistema político en el que el M.A.S., o al menos uno de sus sectores, participe dentro de una “democracia pactada” de pesos y contrapesos.

Guiada por su agenda parlamentaria, Comunidad Ciudadana se ha situado en medio de la contradicción interna del M.A.S., realizando acuerdos separados con las distintas tendencias del M.A.S. según los temas de su interés. Algunas de sus actuaciones son:

  1. Para la elección de la presidencia de la Cámara de Diputados, pactó con el arcismo.
  • Para la elección de la presidencia del Senado, hizo un acuerdo con el evismo.
  • En la lucha contra los «prorrogados» del T.C.P., ratificó su acuerdo con el evismo.
  • Para la anulación de las primarias cerradas, aprobó la propuesta del T.S.E., impulsada por el gobierno.
  • Es probable que continúe su lucha contra los «prorrogados» con el apoyo de Evo Morales.
  • En el tema de las elecciones judiciales, se apoyará en la tendencia masista que esté de acuerdo con la iniciativa.
  • Además, Comunidad Ciudadana ha contado con el respaldo de CREEMOS en esta política dual. El frente político de Carlos Mesa busca convertirse en una especie de bisagra política entre el M.A.S. y la oposición, con la intención de equilibrar el panorama político. En caso de que Mesa llegue al poder, esto le permitiría realizar acuerdos de gobernabilidad con el partido populista.

Otra intención es que al posicionarse en el “centro,” el mesismo podría captar votos de la base nacional-popular que, mayoritariamente, se identifica con el masismo.

Sin embargo, esta estrategia tiene riesgos y desventajas. La postura de Comunidad Ciudadana puede ser comparada con caminar por una cornisa, con el riesgo de caer. Algunos aspectos a considerar son:

  1. No hay garantía de que, al estar en el “medio” entre Arce y Evo, Mesa no acabe siendo triturado por ambos. Tanto Evo como Arce podrían estar utilizando a Mesa en su pugna interna, lo que podría llevar a su exclusión. Además, el populismo, en cualquiera de sus versiones, tiende hacia el hegemonismo. El populismo puede adoptar una fachada concertadora y aceptar la “democracia pactada” como una medida coyuntural, que podría cambiar cuando la correlación de fuerzas le favorezca. Por lo tanto, una relación con el populismo debe ser manejada con firmeza y precisión quirúrgica.
  • Los acuerdos de Mesa con el masismo podrían alejarlo de los sectores duros del anti-masismo, que lo perciben como poco firme y lo califican de “funcional” al M.A.S. Estos sectores creen que Mesa ya no tiene el impulso necesario para vencer al I.P.S.P-M.A.S. en las urnas.
  • Debido a esta percepción, es difícil que Mesa lidere una fórmula de unidad opositora, incluso con primarias abiertas. Algunas fracciones de la oposición ya han decidido seguir un camino distinto al de Carlos Mesa.
  • En un contexto de alta polarización social, es complicado que el “centro político” prospere. La historia política de Bolivia es pendular, alternando entre ciclos liberales y nacional-populares, y esto no cambiará por el deseo de Comunidad Ciudadana. La práctica del centro político no ha ganado elecciones en la historia reciente desde el retorno a la democracia.

A pesar de ello, la postura de Comunidad Ciudadana es coherente con su propio enfoque. La organización no se ha enredado en la discusión sobre la acción militar de Zuñiga, considerándola como algo secundario. Ha condenado la aventura del excomandante del Ejército y ha propuesto la creación de una Comisión de Investigación, sin hacer política en torno a los eventos del 26 de junio pasado.

Merece una mención especial el senador Willy Seoane, quien actúa como articulador parlamentario de Comunidad Ciudadana en busca de consensos políticos. No se analiza la posición de Samuel Doria, ya que, con menos fuerza y debilidad parlamentaria, se asemeja mucho a la de Comunidad Ciudadana.

Willy Seoane: El hombre encargado de armar los consensos políticos por parte de Comunidad Ciudadana

Luis Fernando Camacho: Desde la Fuerza Propia

Camacho, actualmente preso, entiende la política desde una perspectiva regionalista que resalta el papel de Santa Cruz en el desarrollo del país. Su postura es abiertamente anti-masista, y considera que tanto Arce como Evo deben abandonar el poder. Para él, la misión es acabar con el MAS en todas sus formas, y esa tarea debe ser liderada por el pueblo cruceño, al que afirma representar y defender. Por eso, Camacho condenó el «golpe de Estado», al que consideró una pantomima ridícula. Sin embargo, el hecho ha llevado a CREEMOS a ratificar su decisión de presentar una fórmula propia en las elecciones presidenciales de 2025, encabezada por Fernando Camacho.

Esta postura política refleja el sentir de un sector importante de la sociedad cruceña que ya no quiere estar bajo la influencia de un «colla». Camacho es consciente de que, a nivel personal, cuenta con numerosos seguidores en el principal departamento del oriente boliviano. Aunque puede que no tenga los mismos votos que antes, sigue contando con un fuerte respaldo. Por eso, ha respondido a todas las fuerzas políticas que intentaron menospreciarlo, ofreciéndole la vicepresidencia, que CREEMOS llevará su propia fórmula a las elecciones de 2025.

Desde un punto de vista pragmático, esta actitud resulta adecuada como punto de partida para una posible negociación futura. Es necesario reconocer que el voto hacia Camacho es camachista y no transferible a otra persona dentro de CREEMOS. Algunos creen, erróneamente, que Zvonko podría atraer el voto de CREEMOS. La influencia electoral de Zvonko en Santa Cruz es mínima, y además, Camacho no tendría razón para transferirle sus votos, ya que nada le impide ser candidato.

Es cierto que Santa Cruz atraviesa una diáspora política que abarca desde las ambiciones del exgobernador Costas, pasando por las aspiraciones presidenciales de Branco Marinkovic, la presencia en enclaves populares de Johnny Fernández, el pacto de Aguilera con el actual presidente, hasta el 25% del electorado que el MAS tiene como voto cautivo. Sin embargo, no se puede negar que Camacho posee una gran fuerza propia y es el principal referente político-electoral en Santa Cruz de la Sierra. La decisión de si se presentará por su cuenta o buscará una alianza mayor dependerá del curso de los acontecimientos políticos.

Luis Fernando Camacho: Confía en su fuerza propia. Por el momento, CREEMOS llevará su propia fórmula a las elecciones 2025

Manfred Reyes Villa: Desgaste Opositor

La lectura política de Manfred Reyes es interesante. Parte de la hipótesis de que el ciclo del MAS ha terminado y que su vigencia política se debe a una oposición incapaz de crear una verdadera opción político-electoral. En la visión del alcalde de Cochabamba, los actuales líderes de la oposición son caducos y no tienen relevancia histórica. Por eso, la primera tarea es jubilarlos, creando una alternativa nueva y renovada encarnada en su persona.

Lo primero que Manfred ha hecho es tomar distancia de todos los opositores en la mayoría de los temas políticos. Recordemos su conducta en el paro cívico cruceño por el censo. En dicha oportunidad, Reyes Villa no se sumó a los pedidos del gobernador Camacho y optó por una postura neutral ante el conflicto.

Ahora, Reyes Villa no ha dudado en calificar la acción militar encabezada por Zuñiga como un golpe de Estado que buscaba acabar con la democracia. Ha elegido como su principal enemigo a Evo Morales y al Chapare, planteando la necesidad de militarizar la zona cochabambina donde se cultiva coca, según él, para combatir el narcotráfico.

Este discurso le ha abierto un espacio en el voto anti-MAS, que empieza a verlo como un político capaz de derrotar al MAS en las urnas. A pesar de que proviene del viejo sistema político, hay quienes consideran que, ante las dudas de otros actores de oposición, merece una nueva oportunidad.

Algunos creen que Manfred es un anti-sistémico, pero esta es una lectura falsa y errada. Por el contrario, Manfred es la última carta que tiene la derecha tradicional boliviana, con origen en Banzer y simpatías por el garciamesismo. Se le pretende ligar al presidente Arce bajo la hipótesis de que Arce necesita la postulación de Manfred para quitarle votos a Evo en Cochabamba.

En política, todos los acuerdos son posibles, pero eso no implica que uno dependa de otro. Manfred ha demostrado tener el suficiente olfato político para no amarrar su destino político a Luis Arce. Lo evidente es que la aparición de Reyes Villa en la escena política causa más preocupación en los líderes opositores que en el MAS.

Manfred Reyes Villa: “Lo que no sirve es la actual oposición”

Evo y Luis Arce: Pugna Interna

Pero donde más ha repercutido el tema de la asonada de Zuñiga ha sido al interior del populismo. Partamos de la constatación de que tanto Evo como Lucho consideran que el ciclo populista y del MAS no ha terminado y que en 2025 el país seguirá teniendo un gobierno populista. Su razonamiento es muy concreto: para el fundador del MAS y para el actual presidente de la República, la oposición no tiene ni liderazgo ni propuestas políticas y económicas que les permitan seducir al electorado nacional-popular, mayoritario en el país.

Desde esa óptica, la lucha por la presidencia en 2025 se dará entre las tendencias del populismo. Y quien gane esa batalla interna tendrá el camino despejado hacia “La Casa Grande del Pueblo”.

Basado en esa lógica, Arce ha utilizado el levantamiento de Zuñiga para reforzar algunos de sus objetivos. El más importante ha sido lograr un consenso interno e internacional que respalde su mandato presidencial. Esta situación, bajo el argumento de luchar contra la conspiración y la desestabilización de la democracia, le permite desarrollar una estrategia de dureza contra los opositores, particularmente contra Evo Morales, quien ha amenazado varias veces con incendiar el país si no se le permite candidatear en 2025.

En segundo lugar, Arce busca seguir con su estrategia crítica: mantener el control del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) no solo para bloquear a Evo, sino, fundamentalmente, para legitimar todos los actos de su gobierno. Está claro que Arce considera el control del poder judicial como la principal fuerza de su administración. Con el control del poder ejecutivo y del judicial, Arce arrincona al poder legislativo, creando un conflicto de poderes que parece no preocuparle, ya que las decisiones del poder legislativo carecen de fuerza coercitiva para ser cumplidas, a pesar de ser acertadas.

En tercer lugar, Arce quiere instaurar la narrativa de que quien niega que hubo golpe es fascista y conspirador. Esto lo hace para posicionar a Evo como derechista y criticar al resto de la oposición. También le sirve para movilizar a sectores del MAS en la disputa por la sigla.

Algunos dicen que Arce es un “tilín”, pero ese apelativo no resuelve nada. Luis Arce ha demostrado ser más astuto que muchos dirigentes políticos neoliberales. Sabe que, por muchas razones, no puede dejar el poder en 2025, ya que la persecución que sufriría por parte de ambos bandos: evismo y neoliberales, podría ser devastadora. En su horizonte está la búsqueda de la reelección a toda costa. Pretende afincar en la memoria de los bolivianos que es el único que puede impedir el retorno de Evo al poder, para así captar el voto de sectores de la clase tradicional de las principales urbes del país que, antes que anti-MAS, son anti-Evo.

Por eso, quienes creen que tomará medidas que conflictuarían su poder actual, como las elecciones judiciales, son ilusos. Hay una máxima en política: “El poder se concentra, no se dispersa”. Luis Arce es fiel seguidor de esa premisa. La realización de las elecciones judiciales serán el resultado de una victoria parlamentaria de la oposición frente al gobierno de Luis Arce.

Días posteriores al supuesto “golpe de Estado”, Arce envió un mensaje a Evo Morales en tono de paz y unidad. Sin embargo, Evo, que lo conoce bien, respondió: “Me tienes al frente; el autogolpe fue una payasada”. Por su parte, Evo continuará insistiendo en su estrategia de lograr su candidatura, y no dudará en aliarse con quien sea necesario. No dará su brazo a torcer en la lucha contra los prorrogados y sabe que su candidatura tiene el apoyo de sectores populares.

Hay quienes, por ceguera política, creen que Evo está muerto políticamente. Sin embargo, es un muerto que goza de buena salud. Aunque puede que no tenga el apoyo de otras elecciones, su vigencia y espacio político es una realidad que solo un miope no puede ver. Su paso por el poder le ha dotado de un agudo instinto político que le permite moverse con habilidad. No en vano, hay quienes lo consideran el opositor real al gobierno. Con gran destreza, sostiene que durante sus mandatos presidenciales se vivía mejor y había dinero, porque sabe que el tema económico es el que preocupa al ciudadano común. Evo no habla para los sectores de la clase media tradicional, sino para la nueva clase media emergente durante el llamado “proceso de cambio”, así como para la masa nacional-popular y lo étnico-campesino, donde radica su origen y su fuerza histórica. No se pierde en detalles; va directo al grano.

En la última reunión de los partidos políticos con los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Evo tuvo dos intervenciones que lo describen a fondo, pero que no fueron recogidas por las redes sociales. Una fue la respuesta tranquila que le dio a Zvonko, cuando el dirigente de CREEMOS le dijo que era su carcelero. Evo contestó: “¿Qué quería que hiciera si usted proclamaba la independencia de Santa Cruz de Bolivia? Mi obligación era mantener la unidad del país. No fue nada personal, fue un hecho político”. Obviamente, Zvonko evitó polemizar. La segunda intervención fue cuando, mirando a la ministra de la Presidencia, dijo a los asistentes: “Aquí nada va a cambiar; no habrá elecciones judiciales porque el gobierno no quiere que haya”. Mientras esperaba que la ministra de la Presidencia se pronunciara, cosa que no ocurrió.

No se debe descartar que, si su capacidad de movilización lo permite, Evo tomará las calles para alcanzar sus aspiraciones. En resumen, la batalla entre evistas y aristas es dura y, por el momento, parece irreversible. Aunque en política nada es irreversible y está escrito en piedra. Existen fuertes presiones internas y externas que podrían llevar al populismo a buscar una tercera fórmula de concertación para no perder el poder, una opción que no debe descartarse y que podría estar encabezada por Andrónico. Tampoco se debe perder de vista, aunque es lo menos probable, que en la pelea entre Evo y Arce, uno de los dos pueda ganar y el otro tenga que ceder, siendo el ganador capaz de absorber toda la base masista.

Por el momento, la pugna entre Evo y Arce es real. Es una lucha por quien hegemoniza las bases del nacional-popular. Hay que seguir con atención el desarrollo del conflicto interno del MAS, ya que ahí se encuentra el centro de la política boliviana. Sin embargo, es importante puntualizar que el gran enemigo de la clase política boliviana es la crisis económica, ya que tanto el gobierno como la oposición carecen de ideas claras para afrontarla. Quien presente soluciones claras y realistas podrá cosechar apoyo ciudadano.

Evo Morales Ayma: “Lucho, me tienes al frente”
Luis Arce: “Evo, no serás candidato”

Los grandes perdedores

Hay dos grandes perdedores: el ex general Zuñiga por su loca aventura y las F.F.A.A., que fueron manoseadas y desprestigiadas, sufriendo incluso el apresamiento de muchos militares por involucrarse en trajines típicos del siglo pasado.

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