Maurizio Bagatin
No es solamente el viento en volver a su lugar. También el hombre, aquel ser que un día evolucionó y que siempre retorna a su voluntad de origen. Escribimos de nuestros pasajes, de nuestras paradas, de nuestros adioses. Un retorno que es siempre una demostración de nuestro devenir. ¿Qué tal es la escritura? Un mapa, un indicio, una charada, son infinitas posibilidades para inventarnos una salida al embrollo. Al final, como Janis Joplin luego de un concierto, retornamos a casa solos. Intentamos un día buscar un objeto o el solo recuerdo de él, de un instante fijado en una imagen, lo teníamos todo, pero no lo “sabíamos”. Entonces, recordamos la desobediencia al final de Pereira.
Retornar es por la nostalgia que invade y tal vez desea cerrar un circulo, como Odiseo lo deseó y logró hacerlo, circulo que Abraham no logró cerrar. Luego se seguirá añorando el viaje, de ida y de vuelta, el viaje hecho solamente por viajar, el viaje hecho con nuevos ojos y el viaje imaginario, aquel soñado y el platónico, el viaje siempre a la espera de ser realizado.
Recuperamos el tiempo trazado en el camino de Swann, el tiempo cíclico que fue de Deméter, como en la semilla que cíclicamente nos da la vida y que también la puede quitar, el tiempo monumental que sigue la biología de todas las vidas o el tiempo lineal, donde entran en conflicto la economía, el capital y el progreso. Son todas magdalenas que hoy invaden nuestras memorias.
Es el mito lo que cuenta, no es la historia, y que en el mito el tiempo no vale
Escribió María Virginia Estenssoro que “La mentira desarrolla la imaginación y entrena la memoria”, esto me pareció tan cercano al pensamiento de Borges cuando iba sosteniendo que “la memoria modifica el pasado”; se recuerda lo que nos conviene, vamos falseando pasos equivocados, lo venial, muchas imperfecciones y hasta el amor sufre estas variaciones.
Donde está la belleza
La belleza está ahí. Sentada en un viejo y agredido asiento municipal, bajo el ultimo molle de la plazuela ya desnuda. Se mira alrededor, como si fuera buscando una respuesta a toda esta soledad. Recuerda al amado que justo ahí la iba esperando todas las tardes, cuando del colegio salía lanzando al aire libros y cuadernos; minutos después la memoria se traslada al centro de la ciudad. Y todo desvanece en la modernidad.
Grotesco argentino
Un cuento de Osvaldo Soriano no sería suficiente, hoy ningún cuento será suficiente para narrarnos lo grotesco argentino. No es de ahora, casi todos se olvidan de Evita, de Menem, de Kirchner y de la Fernández. El “loco economista” es una ficha más de este gran cuento grotesco que Argentina nos ofrece. Es desde el Martin Fierro que este territorio tan inmenso, y esta fauna tan heterogénea, busca una identidad que encuentra solamente en el opio del futbol, en su choripán, de mi parte en la prosa de Borges, en las excursiones de Cortázar, en el delirio de Arlt, como también en el tango, en sus buenos vinos, en sus increíbles librerías. ¿Dónde no hay locura en Argentina? Maradona es un santo, Evita una santa, Perón se inspiró en Mussolini y el asco y el hartazgo de alguna manera tienen que vaciarlo de sus cuerpos.